Como (casi) todo el mundo sabe, se trata del lema de la Real Academia Española de la Lengua.
Una triple definición de sus actividades que tiene más de desiderátum que de fórmula descriptiva.
Al menos, hoy, en que el laísmo cateto (verbigracia, del mayor pueblo de España, Madrid), el feminismo exacerbado y sus compinches están cómodamente instalados en sus sillones, mayúsculos y minúsculos, con los pies encima de la mesa, fumándose un puro, gramatical y ortográficamente hablando.
En su original vocación, el lema académico se parece mucho a lo que hacen un grupo de locos, majaras o genios que ejercen su sevillismo, no sólo en la grada, sino también, quizás sobretodo, en la penumbra de una habitación, frente al ordenador, rodeados de libros, recortes y viejas fotografías oxidadas de puro añejo.
Les conoceréis por sus logros.
Poco a poco los vamos metabolizando.
Incluso los mengues verdes tienen que hacerlo.
Limpia, fija y da esplendor.
Limpia, tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo limpiar.
Citando a la propia Academia, “quitar la suciedad o inmundicia de algo”.
Suciedad, inmundicia, cientos de kilos de basura que desde la acera vecina, primero, y desde la egomadrileñista, siempre, se han querido verter sobre la historia de nuestro Club.
Tópicos, mentiras, ruindades sobre nuestra condición social o sentimental, sobre la ilegitimidad de nuestra fortaleza deportiva, leyendas negras sobre algunos de los gigantes que han vestido nuestra camiseta, sobre el carácter de la afición.
Muchas, muchas capas de suciedad, auténticas paladas de mierda que han cristalizado en estratos, capas macizas de falsedad, acumuladas sobre el lienzo primitivo de nuestra singladura.
¡¡Claro que cuesta retirar la mugre!!
Si hasta a los nuestros (algunos) les parece que lo blanco era negro (o verde).
Pero ahí están ellos, con su pincelito, metidos en la zanja, retirando amorosamente el polvo de cada hallazgo.
Con la palangana, enjuagando el pasado, sumergiéndolo en agua purificadora.
Aclarándolo, despojándolo del odio impotente de muchos.
Catalogando, clasificando cada detalle, cada dato, que ya nunca más pasará desapercibido.
Restaurando, re-instaurando.
Construyendo, de-construyendo y re-construyendo, haciendo arqueología.
Como buenos herederos de aquel otro arqueólogo que fue Ned, nuestro padre.
Ya va estando en los libros (menos de lo que debería), ya está en la red que todo lo puede, también en el boca a boca.
Es imparable.
Fija, tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo fijar.
Viene al caso en su doble acepción de “hacer fijo o estable algo” y “determinar, limitar, precisar, designar de un modo cierto”.
Fijar, precisar, definir el contorno de las cosas.
Extraer los datos verdaderos y deslindarlos de los falaces e interesados.
Objetivar, con el solo, único instrumento de la evidencia documental contrastada.
Establecer la certeza, libre de incertidumbres.
Pegar, adherir al subconsciente común la buena nueva de nuestra tradición blanca y roja.
Usando responsablemente los cauces oficiales que lo permiten.
Trasladando la palabra sevillista, haciéndola escuchar, en el CIHEFE o en la IFHHS, los centros de administración y difusión más rigurosos en la materia.
Hablamos de España, pero también del mundo.
Hablamos de presente, pero también de mañana, de futuro, de siempre.
Y por último, da esplendor.
Dar “lustre”, arrojar "luz", proporcionar “nobleza”.
Asegurar, preservar, proteger la plata que vive en las vitrinas.
Y, de paso, sumarle el mayor brillo que se pueda.
El sevillismo tampoco lo sabe, quizás no importa.
Pero ese equipo de locos, ese “dream team” de las teclas y los datos, con el SFC en rojo sangre bordado al pecho, está reviviendo sus propios sueños de la infancia, está imitando a sus ídolos:
Luchando por atrapar la Copa del 39, es capaz de conseguir una liga (rectius, un título absoluto).
Y casi, casi de la chistera, se ha sacado una Copa en propiedad, la Copa del Centenario, el trofeo alzado a los aires por Javi Navarro en 2007 y Andrés Palop en 2010.
Si eso no es dar esplendor, hay que ser muy b... para no verlo.
Parafraseando a JF Kennedy, no se preguntan “qué puede hacer el Club por mí, sino qué podemos hacer nosotros por él”.
Estos tipos lo tienen claro.
Limpiar, fijar y dar esplendor a nuestra Historia.
Y mientras tanto, además, ¡qué bien se lo pasan!
Genial.
ResponderEliminarAl paso que lleva este grupo de majaras, no sé si unas relgas ortográficas, pero para el "Diccionario panhispalense de dudas (futboleras)" puede que haya.
Si no que les pregunten los que tienen dudas sobre el traspaso de Espada ¿o era otro apellido?
Sublime tu post y el trabajo de este maravilloso grupo de majaras.
ResponderEliminarUn abrazo y felices fiestas
Saludos.
ResponderEliminarPo sí. El grupete me recuerda a la Académica Palanca, bayeta y rascador en mano.
Gracias, amigo.
Un placer compartir fregona con usted (y con los demás).
Cuídate.
Gracias Enrique, por el escrito y sobre todo por el privilegio de estar presente en este Ágora de sevillismo.
ResponderEliminarNos vemos el miércoles para seguir limpiando, fijando y dando esplendor.
Un abrazo.
Ups! estaba tan absorto en otros asuntos y no he visto la entrada. Magnífica como de costumbre.
ResponderEliminarLimpiar, fijar y dar esplendor es un trabajo lento, meticuloso, paciente, a largo plazo, pero sin duda alguna, hoy, el asunto está un poco más limpio, fijado y esplendorosamente visto.
Un equipo que se distribuye las tareas perfectamente si os dais cuenta.
¿Quién fija, quién limpia y quién da esplendor?
Unos sin otros esto es incomprensible.
Hago un kit-kat en lo que me queda de aqui a la cena y las uvas para felicitaros a cada uno en vuestro blog y dejaros este último comentario del año que se nos va con mis mejores deseos sevillistas para el 2011.
ResponderEliminar¡felicidades y mucho sevillismo para el año que dentro de nada va a comenzar!