jueves, 2 de julio de 2009

Los peligros del barraganismo


A falta de noticias rutilantes sobre nuestro Sevilla –o quizás de capacidad para encontrarlas allá donde se cuecen- anda el periodismo deportivo sevillano, salvo honrosas excepciones, mareando la perdiz de los fichajes y traspasos con un muy mucho de mala leche y un muy poco de rigor profesional.

A algunos de nuestros periodistas les ha faltado un segundo para tratar de aguarnos a los sevillistas la fiesta de nuestra quinta copa de España de juveniles, segunda consecutiva, anunciando la presencia en Nerja el pasado sábado de ojeadores de equipos extranjeros como el Liverpool o el Arsenal (curiosamente, citan a los que tienen antecedentes de haber pescado por la carretera de Utrera en alguna ocasión), prestos y dispuestos a llevarse sobre la marcha a la crème de la crème de la cantera sevillista.


Me consta que desde el Sevilla Fútbol Club se trabaja con verdadero denuedo en la difícil tarea de bajarle los humos y mantener los pies sobre la tierra, no ya a los propios jugadores de nuestros escalafones inferiores, sino sobre todo a sus familiares y representantes, el famoso entorno, haciéndoles ver que la mejor opción para el desarrollo personal y profesional de los chavales, para un crecimiento sólido y sostenido, se encuentra en el club decano, y no en ambientes tan inhóspitos como pudieran ser Inglaterra, Madrid o Barcelona.

Al hilo de lo publicado sobre promesas blancas como el gaditano Luis Alberto, elegido para ilustrar la noticia, no por casualidad, sino por contar con tan sólo dieciséis años, no puedo dejar de acordarme del daño que unos posiblemente bienintencionados padres y unos no tan bienintencionados representantes, han causado a futbolistas como Marcos Márquez, Corrales o Antonio Barragán, por poner algunos ejemplos, que quién sabe lo que podría haber sido de sus carreras, y dónde podrían estar ahora, de haber continuado con su progresión futbolística en las filas del club de Nervión.

Está más que comprobado que el Sevilla Fútbol Club es la mejor escuela futbolística del país para la formación integral de los canteranos, por cómo se les trata, por cómo se les mima, por el sitio que se les da, por las oportunidades que de verdad se les brindan, por los medios y condiciones que se les ofrecen, por los resultados que se obtienen y, en definitiva, por ser todo ello parte principal e imprescindible de la filosofía del club desde su misma fundación, hasta el punto de quedar reflejado como objeto social de la entidad en sus primeros estatutos.

Por todo ello, hago desde aquí un humilde llamamiento a los padres y familiares –a los representantes los doy por perdidos- de los jugadores que integran la cantera sevillista para que mediten, para que se piensen muy mucho el riesgo que corren si pretenden sacar a sus hijos de la disciplina de nuestro club al socaire de cantos de sirena procedentes de otros lares donde priman la billetera y el cheque sobre cualquier otra cosa. Está en juego, nada más y nada menos, que el futuro de sus hijos, la posibilidad de triunfar en el fútbol y en la vida. Una simple comprobación estadística permite aseverar que en el Sevilla Fútbol Club es más probable que en ningún otro sitio el éxito personal y colectivo para un jugador canterano. No tiréis por la borda todo lo que les espera dentro de la casa sevillista, que están en las mejores manos posibles.

Es de buen nacido ser agradecido, y quienes no lo fueron, ya sabéis cómo han acabado. Que no les pase lo mismo a los vuestros.

Nota Final.- No estaría mal tampoco que familiares y representantes de Diego Capel y, por supuesto, el propio jugador reflexionasen al hilo de lo que se expone en este post. Si no se le pone remedio al asunto, mucho me temo que viviremos un nuevo caso de barraganismo.

2 comentarios:

  1. Saludos.

    Imposible no estar de acuerdo contigo.

    Sin embargo, tampoco podemos ser demasiado duros con los que piensan que oportunidades como ésas que señalas, no se les presentan a todo el mundo en la vida.

    Es verdad que se les llenan las pulipas de símbolos monetarios y que precipitarse sin haber madurado bien las ideas, hace que se cometan errores que luego son imposible corregir.

    Pero sabemos de sobras en qué sociedad nos movemos y cuál es el motor que la impulsa.

    Por ello, pongámonos en el lugar de un progenitor al que llegan desde un club histórico, grande, con billetes y le dicen que su cachorro es un figura, que se lo llevan, que le pagan tropecientos...

    Entenderé que la mayoría pique aunque nos parezca un error.

    Y tampoco seamos demasiado duros cuando vuelvan sin aquellas ilusiones con las que se fueron porque a pesar de todo, eran de los nuestros.

    Cuídate.

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  2. Tienes razón querido amigo, de hecho en ocasiones se me va un tanto la mano. Pero déjame que te diga una cosa. No recuerdo un sólo caso de un canterano sevillista que sin pasar por el primer equipo haya sido figura del fútbol en otro lugar. Yo más que una cuestión de dinero, lo veo como un problema de querer ganarlo demasiado pronto, antes de consolidarse como profesionales. A mis alumnos, a mis becarios y a quienes les hago el primer contrato de sus carreras siempre les digo que den prioridad a su formación, que no piensen donde quieren estar y qué quieren hacer mañana, sino a medio y largo plazo, y que reflexionen sobre cuál es el mejor camino para conseguir ese objetivo del éxito a medio y largo plazo. Como padre, te diría lo mismo. Respeto lo que decidan los demás, y créeme que no lo digo sólo desde el lícito egoísmo que como sevillista creo lógico cuando se apuesta tanto por un chaval, sino por ellos mismos, y sus familiares, son los verdaderos perdedores de esta historia. Los representantes pasan página sin problemas. Que le pregunten a Casal lo que hizo con la carrera de Nicolás Olivera.

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