martes, 28 de abril de 2009

Campeones de Copa - Video 1935

Dedicado a Antonio, Carlos y Juan Luis, Guardianes de la Memoria de Nervión

El 30 de junio de 1935 el Sevilla Fútbol Club se proclama brillantemente Campeón de la Copa de España, bajo la "advocación" de Copa de la República.

En la final triunfa sobre el C.S. Sabadell, al que endosa un contundente tres a cero, con penalty fallado incluido.

Marcaron Guillermo Campanal, en dos ocasiones, y Bracero, en las postrimerías del encuentro.

Previamente habíamos eliminado al Real Madrid y al Atlético de Madrid, entre otros conjuntos.

La Copa fue entregada a nuestro capitán, Guillermo Eizaguire, el "joven carlista", por el Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora.

La llegada a Sevilla, y las celebraciones, fueron espectaculares. No os lo perdáis.

Aquí queda el homenaje a estos héroes que brindaron al Sevilla Fútbol Club el primer título nacional de su historia.

Si tenéis alguna dificultad, el enlace de YouTube es éste SFC Campeones de Copa 1935.


lunes, 27 de abril de 2009

Mi corazón me lo pide

Tres años ya.

Treinta y seis meses.

Mil noventa y cinco días.

Desde aquella noche abrileña, sevillana, sevillista.

La noche más larga.

La más importante noche jamás vivida en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

El partido trascendental.

Qué nervios, qué nudos en el estómago, cuánta saliva tragada a duras penas en la espera, tensa espera, inacabable espera.

Temblando, castañeteando los dientes, incapaz de templarme un solo momento.

Tanto que muy, muy temprano, olvidándome de mi trabajo, salí de mi casa buscando el aire que me faltaba, solo, incapaz de compartir mi ansiedad, intentando fulminar los minutos que faltaban hasta el trance definitivo.

Desde Triana al estadio.

Toda aquella liturgia la recordaré siempre como todos recordamos lo que hacíamos aquel maldito primero de agosto de mil novecientos noventa y cinco de Samper, Elvira y compañía.

Llegué tan pronto a Nervión que el destino me tenía preparado un regalo inesperado, la imagen "desde la tramoya" de los ensayos para la izada de aquél inolvidable rótulo del "Eindhoven Sí o Sí" que iluminaría para siempre nuestras vidas.




Todavía puedo oir el rechinar de las poleas y los cables utilizados en aquellas pruebas.

Hace tres años ya de aquel íntimo momento.

Tres años del legendario gol de Antonio.

Treinta y seis meses de aquel jueves mágico y festivo.

Mil noventa y cinco días del milagro que cambiaría el signo de todo.



Así se veía el mundo desde mi tribuna de fondo.

En un blog como éste, hoy, recordar aquella hazaña de nuestro más cercano ayer, no es sólo un tributo sagrado.

Es un imperativo del corazón.

domingo, 26 de abril de 2009

Hara-kiri incontenible


Así no.

Así es imposible, Manolo. Hasta aquí hemos llegado.

Derrota cruda, sin reparos, sin escusas, sin poder mirar a ningún lado más que al suelo, avergonzado, por no poder sostener la mirada de los tuyos.

Un juguete roto, un equipo-pelele, otra vez, sí, otra vez, manejado por dos vejestorios como González y Gutiérrez.

Con ello se dice todo.

Cuando ésa es la lectura del partido, sin duda es que tú lo has perdido, lo has regalado, lo has tirado, capitán.

Hoy tu máximo empeño, tu factor dentro del campo, el empecinado Ndri Romaric, te ha condenado con dos errores decisivos, imperdonables, en alguién que debía manejar y mandar un conjunto de la elite.

Queda una herida profunda, pero sus raíces aún lo son más.

Hoy tenemos un equipo despedazado, que aún respira.

Recemos ahora para que el próximo año no sea peor.

jueves, 23 de abril de 2009

El síndrome de "Benjamin Button"



Como mis lectores saben, desde este blog hemos pretendido mantener siempre una visión lo más positiva posible del desempeño sevillista en el ejercicio actual y, por ende, de la labor de su criticadísimo entrenador, Manolo Jiménez, por la idea de sumar y alcanzar los objetivos en esta zigzagueante campaña, mientras exista campo para ello, en lugar de cebarnos en unas guerras intestinas para las que, aún, según creo, no ha llegado el momento.

Quien escribe piensa que poco podemos arreglar de aquí al final de temporada por mucho que creamos que sea lo que debe corregirse, y que más vale juntar filas ahora para aprobar el examen final, que recrearnos en lo que habría que haber hecho y/o debería hacerse en el próximo curso. Tiempo habrá de analizar y decidir. Quienes mejor saben hacerlo –y así lo han demostrado- están en la planta noble de Nervión.

Ahora bien, sentado lo anterior, debo reconocer sin embargo que un terrible temor ronda mi cabeza desde hace algunos, muchos meses, coincidiendo con la toma de posesión de Jiménez como entrenador del Sevilla Fútbol Club.

Y es la involución sufrida por el equipo, su regresión, que está llegando a extremos insospechados de parecido, maldita sea mi estampa, con aquel otro Sevilla que siempre conocimos, previo a la fase gloriosa iniciada en la temporada 2005-2006.

Lo acontecido este ejercicio en Génova no pudo ser más similar, una réplica exacta de aquella otra noche de Parma de infausto recuerdo.

La vergonzante eliminación copera de San Mamés, una auténtica pieza gemela de aquella otra con Osasuna de enero de 2005, con tres chicharitos a uno, gol final de Makukula, y para casa.

Y qué decir del “espectáculo” de ayer…

Nuestro Sevilla volvió a ser un equipo-pelele como, por ejemplo, aquel otro de hace veinte años que perdía por goleada de siete en el Bernabéu, y encima sus jugadores se enredaban con risitas y chistecitos con los madridistas en cada saque de centro.

Sólo de recordarlo se me revuelven las tripas.

Con el técnico de Arahal tengo la incómoda sensación de que la etapa post-Caparrós (o, si lo prefieren, el periodo pre-Jiménez) fue un paréntesis aislado dentro de la dinámica general histórica del club desde los años cuarenta, aunque con dos diferencias fundamentales.

La primera, que el equipo de hoy, aún inferior –o siquiera distinto- en valía futbolística al del referido paréntesis, es insultantemente superior a aquellos otros de Caparrós y anteriores. Ahí están los Luis Fabiano, Kanouté, Palop, Navas, Escudé, etc.

La segunda, que ya no pesan sobre la institución, y por consiguiente, sobre sus dirigentes y profesionales, las presiones de la “deuda histórica” por falta de títulos que atenazaba a sus antecesores.

Ciertamente la labor de Jiménez resulta un tanto poliédrica, acumula diversos méritos, e incluso en su debe habría que considerar el efecto mitigador de notables atenuantes, a los que ya hemos aludido en otras ocasiones en esta misma página, pero la reflexión que aquí me trae no deja de ser ciertamente inquietante.

La situación actual del equipo me recuerda enormemente, muy a mi pesar, a la de la temporada 2004-2005, en la que después de navegar tres cuartos del ejercicio en puestos de Champions, con comodísimas ventajas sobre nuestros perseguidores, fuimos despojados a última hora del puesto por quienes ya sabemos. Es un triste paralelismo, lo sé, pero demasiado evidente, tanto como que hay un equipo, el Getafe, que entonces y ahora, parece tener reservado un malvado papel protagonista en la película.

Pero aún hay tiempo.

Tenemos que conjurarnos todos para superar el mal de Benjamin Button. No podemos volver atrás, el pasado es ya pasado. Aprovechemos que somos mejores que entonces y empecemos el mismo domingo, afición, equipo, técnicos y consejeros, a remar con fuerza en pos de esa tercera plaza que todavía conservamos, y que tenemos que defender con uñas y dientes, por lo civil y por lo criminal.

A grandes males, grandes soluciones. Y si ayer hicimos el ridículo en Barcelona, ante uno de los todopoderosos de la liga, estamos obligados a desquitarnos doblegando al maligno de la Castellana en nuestra casa, ante nuestra gente, en el homenaje a la afición.

Están en juego no sólo los tres puntos, sino también nuestro crédito y nuestro orgullo.

Vamos mi Sevilla, vamos Campeón.

El mejor foot-baller de Andalucía



Sobre Enrique Gómez Muñoz, “Spencer”, se ha escrito prácticamente todo.

No lo vamos a descubrir nosotros.

Se da por sentado que fue el alumno más aventajado del gran maestro Juan Armet de Castellví, “Kinké”, aquel líder carismático de “la delantera del miedo”, creador de la “escuela sevillista”, que lograra dar cauce perfeccionado al talento natural de los jugadores indígenas sevillanos para el juego de pase corto a ras de suelo, dribblings y combinaciones rápidas y desquiciantes hasta el marco rival.

Respecto a “Spencer”, primer internacional sevillano, delantero de postín, interesa sin embargo hoy, aquí y ahora, traer a colación, mejor que palabras del periodismo o de viejos aficionados sevillistas, indiscutiblemente válidas, lo que opinaba un compañero de profesión tan señalado y neutral como Ricardo Zamora, el “Divino”, primerísima figura del balompié nacional y mundial de todos los tiempos, con cita de sus Memorias.

Ahí queda eso:



lunes, 20 de abril de 2009

La escuela sevillista de fútbol


En 1920, la selección española de fútbol debuta en el concierto internacional, con una exitoso segundo puesto en la Olimpiada de Amberes, de la mano del primer seleccionador nacional, Francisco Bru.

Años más tarde, Paco Bru, en unas declaraciones a la prensa, hacía referencia a las dificultades y presiones sufridas para confeccionar la expedición de jugadores, según recogen Ramón Melcón y Miguel Vidal en su imprescindible “Enciclopedia del Fútbol”.

Tras inacabables dimes y diretes, Bru decidió finalmente concentrar jugadores predominantemente norteños, debido a su perfil más cercano al tipo noreuropeo, teniendo en cuenta los rivales que había que enfrentar (Bélgica, Suecia, Dinamarca, etc.) y al pesado pasto verde de las canchas de Antwerp.

Pero al considerar a los posibles candidatos a la selección nacional, Bru no podía olvidarse de las principales figuras del fútbol andaluz:


Como vemos, Paco Bru alude exclusivamente a jugadores sevillistas, Ocaña, Kinké, Spencer y Brand, sin ninguna duda, los mejores futbolistas de aquella época –y quizá de todos los tiempos- en el Sevilla Fútbol Club.

Aunque lo que más nos llama la atención, de ahí el subrayado, es la referencia de Bru a la escuela futbolística creada por Kinké, a la que aquellos pertenecían, y que era admirada en toda la España balompédica: la escuela sevillista de fútbol.

¿Se trata de un lapsus de Bru?

¿No debería haber denominado a aquel estilo “escuela sevillana”?

Veremos por qué no. Bru estaba en lo cierto.

En la primavera de 1.921, el Sevilla Fútbol Club se encarama a la cúspide del fútbol español por mor del primero de los hitos cumbres que han jalonado su dilatada historia.

A principios de mayo de aquel año, los sevillistas disputan en Madrid las semifinales de Copa de España con el campeonísimo Athletic Club de Bilbao.

El escenario de la eliminatoria es fruto de una cacicada federativa que impide la doble contienda en San Mamés y en el Reina Victoria, conforme ordenaba el reglamento.



Esta imposición no era la primera afrenta sufrida por el equipo blanco en los despachos madrileños.

Desgraciadamente, tampoco sería la última.

Un año antes, el F.C. Barcelona, con la misma excusa de la distancia, se negó a viajar a Sevilla a disputar una eliminatoria copera, con el beneplácito de los máximos jerarcas futboleros del país, como si ello no fuera un inconveniente recíproco para ambos equipos. ¿O es que el Sevilla F.C. no tenía que desplazarse a Barcelona para jugar?

Lo cierto es que, pese a las legítimas reclamaciones de los sevillistas, ejerciendo su derecho a que se disputase la competición en su ciudad, y ante su público, la Federación Española llevó la eliminatoria entre andaluces y vascos al campo “neutral” del Racing de Madrid.

Y no sabemos si por aquello del amor propio o porque ya tocaba, los sevillistas llegaron a la capital del reino ... y formaron la revolución.

Ciertamente el club ya se tenía ganada una bien merecida fama en Andalucía, como acaparador casi único de los campeonatos regionales, además del prestigio conseguido ante los rivales forasteros que acudían a Sevilla para el típico doble enfrentamiento amistoso que por entonces tanto se estilaba. Pero en partidos de competición nacional, la única de aquellos tiempos, la Copa de España, el equipo todavía no había dado la talla. Sólo apuntaba indicios de lo que podría llegar a ser su verdadero potencial.

Hasta que en aquel “mayo del 21”, el Sevilla Fútbol Club, y su famosa “línea del miedo”, convulsionaron el fútbol nacional.

Y no tanto por el resultado deportivo, siendo éste brillantísimo, con triunfo por 4 “goals” a 2 en el primer enfrentamiento, y empate a uno en el segundo.

Sino por la exhibición futbolística de aquel extraordinario equipo que conformaban:

Santizo; Ismael, Herminio; Rey, Ocaña, Ramírez; Escobar, Spencer, Kinké, León y Brand.

Os dejo unas cuantas instantáneas de aquella significada fecha.



¿No es maravilloso observar a Pepe Brand frente al gigante Belausteguigoitia, con el pañuelo en la cabeza?



La prensa madrileña de la época se hizo eco inmediatamente de aquella gesta, tratando de describir la singular, peculiarísima manera de practicar el fútbol que habían inventado los muchachos del Sevilla, comandados por Kinké, y que por aquellos lares constituía una auténtica novedad.

Así se refería a ello un protagonista de primera mano de aquel juego, el guardameta catalán Ricardo Zamora:


Después, en una nueva maniobra torticera desde los madriles, el equipo vizcaíno logró que se descalificara al Sevilla, alegando una supuesta alineación indebida de algunos elementos blancos, curiosamente en base al mismo reglamento que ellos se habían saltado a la torera para no desplazarse a Sevilla a disputar la eliminatoria. Jugaron los vascos la final, y vencieron a sus homólogos madrileños.

Pero en cualquier caso, la huella dejada por la exhibición sevillista no pudo ser borrada por la eliminación administrativa.


En 1923, tres jugadores de aquel equipo –Herminio, Spencer y Brand- fueron concentrados por la selección española de fútbol, de cara a la preparación de un choque con Portugal, disputado en el Reina Victoria sevillista.

Al comienzo del post tenéis la foto del entrenamiento, con Brand arriba, justo a la derecha del portero, Ricardo Zamora, y Herminio y Spencer, por este orden, abajo, sentados. Los dos últimos se alinearon contra Portugal, pero Pepe Brand quedaría finalmente en el banquillo, con grave disgusto de la afición local.

Y aquí unas cuantas imágenes del partido:


Para la historia del fútbol español, quedaría pues el impacto causado por aquellos superclases del Sevilla, de tal manera que aún hoy es utilizada la expresión “escuela sevillana” para referirse a aquel fútbol de pase corto, juego a ras de suelo, regates, giros, paredes y combinaciones cortas, que era pura orfebrería balompédica en pies de aquellos artistas del balón.

Mucho se ha escrito sobre las razones de toda índole que provocaron la aparición de aquel estilo exclusivo: los terrenos de juego secos y pelados del Sur, la escasa envergadura y peso de los jugadores frente a sus oponentes norteños, su gestación por simples muchachos casi juveniles para triunfar frente a oponentes de mayor edad, el carácter alegre de los sevillanos, su preferencia por el barroquismo antes que por la efectividad, etc.

Lo que no se ha mantenido, al menos con la rotundidad necesaria, es que la escuela sevillana fue en realidad “escuela sevillista”, Paco Bru dixit.

Se llamó sevillana porque sevillano y sevillista eran una misma cosa en el ámbito futbolístico de aquellos tiempos, sobre todo en la capital de España. No se conocía más club que al decano allende nuestras fronteras, y no sólo entonces, sino incluso muchos años después, siguió utilizándose aquella expresión para identificar al juego del equipo blanco.

Incluso el gran Amadeo García Salazar, seleccionador nacional y eminencia futbolística de reconocido criterio, casi dos décadas después, al referirse al Sevilla de los “stukas”, no podía evitar el recuerdo de estos grandes creadores:


Así pues, la utilización de la expresión “escuela sevillana” en forma extensiva para incluir también al otro equipo de la ciudad, es cosa moderna y espúrea, pues ni siquiera cuando alcanzó la cúspide de su fama y prestigio a nivel nacional, con su triunfo en el campeonato liguero de 1.935, pudo ser identificado con aquel estilo propio y diferente forjado por el ingenio de su rival. Aquel equipo de máxima gloria verdiblanca, al que bien se podría llamar “euskadikobetis”, comandado por los Lekue, Urkiaga, Aedo, Larrinoa, Areso, Unamuno, etc., basaba su éxito en la fortaleza defensiva que aportaban sus elementos vascos, y su juego, indiscutiblemente efectivo, estaba lejos, pero que muy lejos, de las predilecciones balompédicas del primer equipo de la ciudad.

¿No es curioso que, con antecedentes de este tipo, algunos se sigan auto-proclamando alegremente como representantes arquetípicos de Sevilla, Andalucía y el arte jugando al balón?

Harían bien en aprender algo de historia. Pero claro, me olvidaba, nunca les ha interesado ..., prefieren las leyendas.

domingo, 19 de abril de 2009

Doce contra diez


Tenía la lección bien aprendida, el plan perfectamente estudiado.

No iba a ser esta vez distinta de otras ocasiones.

Como casi siempre, todo sucede en la primera parte para que, amén de las tarjetas que evidencian, sin resquicio que valga, que no habrá piedad, pueda desplegarse esa sutil ejecución de la presa por arte de desquiciamiento, que si todo sale bien, acabará incluso desviando la atención de todo lo sucedido hacia la propia víctima.

- No, González, entérate bien, haciéndolo así, hasta su gente pensará que todo ha sido culpa de los jugadores...

De risa la inmensa mayoría de las amonestaciones de los nuestros, que sean justas es lo de menos:

- Esto es la liga española, ostia, hay muchos intereses, y hay que preparar el terreno para los próximos partidos de miércoles y domingo.

Rozando lo esperpético, lo surrealista, la amarilla de Squillaci y la primera tarjeta a Adriano, ambas de una sola tacada, en una jugada con la pelota fuera de juego.

Penalty en el descuento de la primera mitad, con Mata en pleno vuelo libre un metro antes de acercarse siquiera a Escudé.

- Eso es amarilla por tirarse, ¿verdad?.

- Nooooooo González. Penalty claro, clarísimo hombre.

- Perdón jefe, marchando.

Segundo penalty en otra jugada de la que, aparte las responsabilidades de Navarro por su inoportunísimo gesto, aunque como poco con el atenuante de la labor de mella y desgaste soportada, no acierto a ver en ninguna repetición que haya habido contacto con el balón. No lo niego, pero yo no lo veo. En cualquier caso, poco me importa, porque el catalán recibe previamente un empujón que lo desequilibra, y que debiera haber acabado con la jugada.

Dos uno, cada cosa en su sitio.

Los del Valencia se mirán asombrados por la connivencia arbitral, y en cada jugada, cada cruce, se animan con una cabriola a lo Nureyev, que acaba con tarjeta para los andaluces.

Ya no hay más faltas para los visitantes.

Sólo tiempo para el tres a uno final, redondo, perfecto, de manual, que nadie pueda decir que González haya influido en el resultado.

La afición local se frota las manos escaleras abajo. Ninguno se acuerda ya de la primera parte.

- ¿González?

- Un amigo, hombre. Ya lo sabíamos.

Gran resultado y gran juego, en los últimos cinco minutos. Qué buenos somos, y qué leña dan los sevillanos...

Allí mismo unos cuantos valientes, y a seiscientos kilómetros y más, en miles de puntos de todo el planeta, quedan puñados de aficionados rotos, humillados, impotentes, por tamaña agresión, otra más, del gran prevaricador.

Han pasado diez minutos desde el pitido final, y en un pequeño vestuario suena un teléfono móvil, se ha recibido un sms:

"Buen trabajo, González, misión cumplida."

El individuo esboza una sonrisa taimada, ondulante, orgulloso de satisfacer a los jefes, de haber cumplido con su deber. La liga está en buenas manos.

Sin duda esta noche, este individuo dormirá con la conciencia tranquila, a pierna suelta... O no.

Mientras hubo fútbol en condiciones mínimamente normales se vió un equipo rojo poderoso, ambicioso, que hizo un gol como pudo hacer tres más, que bordó el fútbol por momentos, de manera insultante ...

El resto ya lo conocéis.

Asco, vergüenza, pestilencia, y todo lo que queráis añadir. Seguro que me he quedado corto.

jueves, 16 de abril de 2009

Últimes vesprades a Mestalla

Últimas tardes a Mestalla.

Así se llama el blog que ha tenido la amabilidad de invitar a "Ayer y Hoy Sevillista" a escribir un post previo al encuentro del próximo domingo, frente al Valencia C.F.

He aquí la invitación:

"Estimado amigo,

Somos los editores del blog "Últimes vesprades a Mestalla" (Ultimas tardes a Mestalla, en valenciano: ultimesvespradesaMestalla.blogspot.com), una iniciativa que hemos puesto en marcha para rendir homenaje a la que ha sido la casa del Valencia CF (nuestra casa) durante más de 80 años. En el blog se recogen, fundamentalmente, las aportaciones de valencianistas que cuentan sus impresiones y vivencias en Mestalla junto con un documento gráfico que sirve de pretexto. Pero, además, hemos establecido una sección llamada "Banqueta visitant" (Banquillo visitante) en el que abrimos una ventana a las aportaciones de algún amable seguidor del equipo que visitará Mestalla en la próxima jornada.

Como sabes (y permiteme tutearte) vuestro Sevilla FC visitará Mestalla esta semana, y queremos pedirte que eches un vistazo a nuestro blog y, si eres tan amable, nos ofrezcas un post que nos permita tener la visión que desde el mundo sevillista se tiene de Mestalla y, si es posible, acompañada de alguna fotografía. El post debe publicarse el próximo viernes, antes del partido.

Te lo pedimos a ti porque hemos visto que tienes una visión participativa de vuestro club y porque nos gusta el trato que das al SFC desde tu blog, y por ello pensamos que puedes tener interés en participar en nuestra iniciativa. Para nosotros sería una gran satisfacción contar con tu colaboración.

Nuestro correo es ultimesvespradesaMestalla@gmail.com, con el que quedamos a tu disposición para mantener el contacto que considereis oportuno.

Gracias por tu tiempo.
Atentamente."

No se a vosotros pero a mí me parece una fantástica iniciativa, que demuestra la clase y la caballerosidad de la afición valencianista.

El post que les he preparado se titula "Dos pasiones ... y un mismo color", y podéis leerlo pinchando el enlace.

Espero que os guste.

martes, 14 de abril de 2009

El niño con el escudo de papel en el pecho


En una pequeña ciudad de El Magreb, hace ya casi una eternidad, un niño soñaba con ser futbolista grande, de primera división.

Pero este niño era especial.

No ansiaba jugar en el Real Madrid, Barcelona o Athlétic Club de Bilbao, como el resto de sus amigos.

No.

Su anhelo era vestir la camiseta de un equipo señorial, de personalidad única, del que hablaban auténticas maravillas los más viejos del lugar.

Un equipo que, tiempo atrás, había realizado una visita a la vecina Orán, dejando tal huella que aún resonaban los ecos de su fútbol por toda la cornisa norteafricana.

En las deprimidas calles de su barrio, aquel niño disputaba cada pelota con la determinación y la clase de quien se sabe dueño de un estilo superior, técnicamente insolente.

Y en la representación teatral que es el fútbol de barrio para la chiquillería, aquel pequeño soñador lucía siempre, orgulloso, sobre su pecho, el escudo del equipo de sus amores, la insignia de aquel club de leyenda que algún día había de ser suyo.

Un escudo confeccionado con sus propias manos, sobre papel, con lápices escolares, torpemente recortado, y apenas cosido con un imperdible a su blanca y humilde camisetilla de algodón.

El escudo del Sevilla Fútbol Club.

Aquel niño milagro fue creciendo poco a poco hasta hacerse un hombre, destacando cada vez más en su juego, fino, elegante, primoroso, para el que parecía tocado por la varita mágica de las hadas del balón.

Pasó por varios equipos cercanos (Melillense, At. Tetuán) antes de cumplir su sueño, formándose, puliéndose, preparándose para el reto que venía persiguiendo desde que empezara a esculpir retablos de orfebrería con la pelota en los pies.

Y su momento llegó.

Una delegación de directivos sevillanos, con Pepe Brand a la cabeza, se desplazó hasta Tetuán, en busca de aquel joven mago capaz de hacer diabluras sobre un terreno de juego.

No hizo falta mucho para convencerlo.

Y ya en Sevilla, aquel niño, aquel hombre, Ramón Martínez Pérez, “Ramoní”, sería estrella absoluta de la escuadra nervionense y de la selección nacional.


Estaba predestinado a ello.

Su magisterio en el campo, acompañado de Enrique, Pepín o Manolo Ruiz-Sosa, no quedaría en el olvido.

Debutó en el Sevilla en el año 1949, en un partido de Copa contra el Celta de Vigo, manteniéndose en el primer equipo hasta su traspaso al Granada, en 1958, junto con Loren y Arsenio, con ocasión de la adquisición del delantero Navarro.

Curiosamente, este fichaje resultaría un fiasco, mientras que los tres cedidos por el club de Nervión auparían al Granada C.F: al vértice más alto de toda su historia, el subcampeonato copero, conquistado en la final de la Copa del Generalísimo contra el F.C. Barcelona.

Ramoní” se alineó con España, defendiendo al combinado absoluto, el 7 de diciembre de 1952, contra Argentina, con resultado de cero a uno, y también contra Alemania, con empate a dos, el 28 de diciembre siguiente. También vestiría la casaca de la selección B, contra su homólogo germano, en Dusseldorf, el 14 de junio de 1953, anotando los dos goles de España, en la derrota por cinco a dos.

Jugó la Copa de Europa con el Sevilla Fútbol Club, en aquella aventura increíble de 1957 contra el Benfica y el Aarhus, y caería en desgracia, como el gran José María Busto, a partir de aquella triste noche invernal contra el Real Madrid, en la que fue alineado sorprendentemente como teórico delantero centro.

Ramón Martínez Pérez, ”Ramoní”, fue siempre fiel en su amor a los colores sevillistas. En entrevistas concedidas muchos años después de ser protagonista sobre el campo, siempre tenía palabras de orgullo y agradecimiento hacia el club blanco, y eso que su salida no fue ejemplar, precisamente.

Claro que la llama de los amores de la sangre, difícilmente puede extinguirse. Aquellas pacientes horas infantiles, confeccionando escudos de papel, habían marcado decisivamente el carácter de aquel niño que soñaba ser, y efectivamente fue, futbolista de los grandes sobre el césped de Nervión.

domingo, 12 de abril de 2009

Perdidos en el laberinto


El partido de esta tarde en Nervión es de esos en que el resultado condiciona la crónica. Muchos hablarán de desastre y despropósitos del equipo, de mal juego o nefasto planteamiento del entrenador, de errores al realizar las sustituciones o de la apatía general de público y jugadores.

Para mí, sin embargo, la clave del choque ha estado en el infortunio, también llamado en estos casos, falta de acierto o de efectividad. Porque con el mismo despliegue, a poco que hubiésemos conectado a la red alguna de las múltiples ocasiones disfrutadas pese a la cicatería getafense, estaríamos hablando de una nueva victoria de este Sevilla enrachado, de un equipo que gana sin despeinarse, de su fiabilidad, de records ligueros, etc.

Y sin embargo, hoy hemos caído ante el rival más timorato de todo el campeonato en casa, que hizo pleno en su único disparo a puerta en todo el envite.

Esta es la única verdad del fútbol, su Verdad absoluta. Los goles.

Sin ánimo de criticar a la grada, que es soberana, no entiendo las dudas y nervios que se perciben y se transmiten en partidos de este tipo. Señores, si no se puede ganar, hay que intentar no perder. No hay que desesperarse. A mi juicio, estos partidos, cuando se tiene la ventaja clasificatoria que afortunadamente tiene el Sevilla, hay que jugarlos administrándole la misma medicina que el contrario. Seguridad atrás, orden, disciplina y, sobre todo, paciencia, infinita paciencia. El empate no era mal resultado, y con cero a cero en el marcador, hasta el minuto noventa, siempre hay opciones de que se imponga la calidad.

El Getafe nos ha plantado el autobús delante de la puerta, su particular tela de araña, su laberinto, defendiendo con once hombres en su campo. Y se ha encontrado con una mala tarde de nuestra gente de arriba, en especial, Luis Fabiano. Pero, insisto, situaciones de gol hemos tenido unas cuantas, pese a la fortaleza construida atrás por los azulinos. Lo cual es de mérito, porque espacios ha habido los justos, y a veces parecía que estuviésemos en un choque de rugby, más que otra cosa.

Al margen del infortunio, personalizado en la figura de Squillaci, cuyo partidazo ha tenido la amarga guinda del error origen del gol visitante, hay al menos un par de enseñanzas que deberíamos sacar del encuentro.

En primer lugar, que el "factor sorpresa" del último planteamiento táctico ideado por Jiménez, léase, tres mediocentros, con Romaric acostado a la izquierda, empieza a mostrar signos de agotamiento. Los técnicos rivales ya lo tienen estudiado, y debemos convenir que no siempre es preciso repetir el mismo esquema de juego.

En segundo lugar, aunque esto es una inquietud que personalmente tengo desde hace algún tiempo, que quizás sería bueno contar en la plantilla con algún mediapunta creativo. Tenemos buenos extremos, incluso capaces de hacer una mediapunta desequilibrante, sobre todo por movilidad y habilidad individual en el desborde, pero echo en falta alguien con capacidad de generar ese último pase entre líneas que permita a un compañero encarar en un uno contra uno al guardameta rival. Sin esto, y jugando a contracorriente, nuestro fútbol tiende a vulgarizarse, y suele acabar en una lluvia de balones por alto a Kanouté que es muy difícil devolver en condiciones.

Poco que destacar de nuestra nómina de esta tarde, con la sorpresa de la titularidad de Maresca, tantos partidos después, y que al menos a mí, no me ha disgustado. La media general del equipo ha sido de aprobado raspadito, porque no cabe discutir el empeño de todos en la pelea, salvo Palop, claro, absolutamente inédito.

En definitiva, derrota a priori inesperada que es un aviso a navegantes. Fin de una racha ejemplar, histórica, de diecinueve puntos de veintiuno posibles. Y aunque hemos cumplido con la media de puntos (siete) de mi "Tres bloques de cuatro" para el primer tramo, la sensación que inevitablemente queda es que hemos perdido una oportunidad magnífica de afrontar el segundo bloque, contra los grandes, con mayor desahogo y tranquilidad.

jueves, 9 de abril de 2009

Una tarjeta de visita

Los amantes de la historia y de “lo viejo” tenemos de vez en cuando algunas citas ineludibles, cuasi arqueológicas, en plan Indiana Jones, aunque sin sombrero ni látigo, si queremos descubrir algún tesoro inesperado, de esos que te tiene reservado la providencia, en forma de novísima información, documento desconocido o simplemente fetiches.

La red de redes, evidentemente, nos ha facilitado muchísimo la vida a la hora de seguir el rastro en busca de alguna joya perdida, aunque tampoco sea fácil dar con ellas. Pero nada, nada es comparable al placer y la emoción de indagar in situ en algún tenderete por ver si esta vez, por fin, “cae la breva”.

Entre los lugares para encontrar maravillas del pasado, en Sevilla tenemos unos cuantos. Destacaré los mercadillos y, entre todos ellos, el de la Plaza del Cabildo, los domingos por la mañana.


Algunos de los fetiches que poseo en mi colección sevillista, y que iré colgando en el blog, los he adquirido en este pequeño bazar, clásico donde los haya, donde, eso sí, debo advertir, es harto difícil encontrar alguna perla de verdad, de las buenas, buenas, una auténtica pepita de oro.

Cierta mañana dominical, hace ya algunos años, dando una vuelta por los puestos que allí pueden encontrarse, escuché la siguiente conversación entre un vendedor y un cliente:

- ¿Eso? Eso es del Presidente del Sevilla, Sánchez Pizjuán …

Inmediatamente me puse en guardia.

Me acerqué sutilmente junto a los protagonistas de aquel diálogo, tratando de no llamar la atención, rogando para mis adentros que la “pieza” en cuestión, que ni siquiera había visto, no volase.

Aquel cliente pasó, y llegó mi turno.

Como el que no quiere la cosa empecé a rebuscar, sin preguntar, entre un montón de postales, recortes, fotos, papeles …

Hasta que apareció entre mis dedos una tarjeta de visita, original, amarillenta, de D. Ramón Sánchez-Pizjuán y Muñoz, Presidente del Sevilla Fútbol Club, manuscrita de su puño y letra.

No, no haré como Discóbolo con el famoso carnet fantasma de Cascales.

Aquí os dejo la prueba gráfica del documento. Que luego no digan que me lo he inventado.


El paso del tiempo se ha hecho notar en la tarjeta, parece cansada, exhausta, como si hubiera hecho más kilómetros que nuestro Sevilla europeo.

- "¿Cuánto vale esto?, pregunté con firmeza.

- Tres euros.

- Me lo llevo.

Una vez fuera del mercado, al observar con reposo mi compra, las palabras “Muy agradecido”, escritas sobre su nombre por nuestro gran Presidente, me pareció que estuvieran dirigidas a mí.

Al fin y al cabo, “su” tarjeta había acabado en mis manos, las de un hermano sevillista, que le tenía preparado un dulce descanso en un album de seda, rodeado de cromos de sus jugadores predilectos, junto a las entradas de las mágicas noches de Eindhoven, Mónaco, Glasgow o Madrid.

martes, 7 de abril de 2009

El sevillismo de un pregonero


Decía el torero-filósofo Rafael el Gallo, al definir “lo clásico”, que es aquello “que no se pué hasé mejón”.

Cuando un profesional de las letras lo borda, derramando sevillismo de corazón a espuertas, uno, que apenas si llega a aficionado novel, sólo puede dejarle sitio y callar.

Ahora que estamos en plena Semana Santa, me he acordado de este maravilloso artículo que quizás ya conocéis, escrito por José María Aguilar, y publicado en el Diario ABC de Sevilla el 28 de octubre de 2005, sobre la insigne figura, sevillista, del más grande pregonero de nuestra semana mayor, el ursaonense (como Francisco López Alfaro) Antonio Rodríguez Buzón, que aparece en la imagen superior, sonriente, el segundo por la izquierda, justo antes de Ramón Encinas.

Antonio-Pedro Rodríguez Buzón fue poeta, ateneísta y sevillista, aunque por razones de edad -nació en 1913- no podemos ubicarlo en la foto que ya sabéis, de la G27.

Aquí os dejo el artículo, troceado del original, para que podáis leerlo mejor (lo he buscado en la red, pero no lo he encontrado, así que pido perdón de antemano por las molestias en su lectura).

lunes, 6 de abril de 2009

Nuevo organigrama del Sevilla Fútbol Club

Vaya por delante mi admiración y mi aprecio por la ejemplar dirección del club por parte de nuestro Presidente, José María del Nido, y todos los consejeros, empleados y colaboradores del club.

Líbreme Dios de cuestionar lo mucho y bueno que han hecho, nos han dado y lo que, sin duda, está por venir.

Pero hoy, desde este humilde blog, me veo obligado a dirigir un reproche, pequeño, pero importante, a quienes pueden, y deben hacer algo, por el pasado, por el presente y por el futuro de la institución.

Ciertamente no podemos competir en lo deportivo con presupuestos como los del Real Madrid o F. C. Barcelona, pero así como en económicamente estos clubes están a años luz de nuestro Sevilla, en la memoria, la tradición, el recuerdo, la historia, no pueden ganarnos. No deberían superarnos.

Leemos estos días, orgullosamente, presumiendo de ello, en diversos medios de comunicación, propios, y ajenos, la nueva estructura organizativa del Sevilla Fútbol Club para los años 2009-2014.

Acierto a contar hasta setenta y seis diferentes puestos y funciones, individuales o colectivos, en un árbol que es la envidia del fútbol nacional, regional y sobre todo, local.

Pero echo en falta uno, a mi juicio, fundamental:
¿Dónde cae el Museo del Sevilla Fútbol Club?

¿Dónde encaja su Departamento de Historia, Estadística e Investigación?

Comprendo que la prioridad de los gestores debe estar en el desarrollo deportivo de la institución y en su correcta y eficiente administración económica.

Entiendo (¡cómo no lo voy a entender, si soy también aficionado de a pie!), que cada euro destinable a obtener mejores resultados en el terreno de juego, hoy y mañana, es lo que más importa.

Sin embargo ...

¿Qué sería de nosotros sin nuestra historia?

¿Dejaremos que caigan en el olvido los héroes de nuestro ayer?

¿Permitiremos que mañana, nadie se acuerde de los que hoy están y tanto han conseguido?

Urge reparar esta situación, y darle a la Historia el sitio que se merece.

Sí, ya sé que nuestro Museo no es comparable en visitas e ingresos al del F.C. Barcelona o Real Madrid, aunque también he de decir que se echa en falta algo del cariño que se aprecia en aquellos y mayor fomento y recursos desde la institución. Bastante hace el querido Agustín Rodríguez con el tiempo y los desvelos que dedica al empeño.

Pero el organigrama de la entidad que hemos podido observar estos días en los diarios refleja exactamente el estado de la cuestión para el cuerpo directivo: el Museo, la Historia del club, simplemente no están. Ni se les espera ...

En ocasiones a nuestros dirigentes, sobre todo cuando las cosas se tuercen en lo deportivo, se les llena la boca con frases dirigidas a los aficionados, del estilo "hay que mirar atrás, y recordar de dónde venimos...", "hace no mucho peleábamos por no descender ...", "...éste es el mejor Sevilla de la historia..."

No dejemos que dichas frases suenen a huecas, vacías de contenido. Menos aún a hipocresía.

La historia del Sevilla Fútbol Club no comenzó en mayo de 2006, por muy grande que haya sido lo conseguido desde entonces.

Y si hace cuatro años, por nuestro Centenario, la institución fue sensible al pasado, sintiéndose orgulloso del mismo, y que nadie lo dude, sirviéndonos como trampolín para la gloria, no dejemos ahora que aquel esfuerzo caiga en saco roto.

Desde este mi modesto rincón en la red, propugno al Consejo de Administración la inserción en la estructura organizativa del Sevilla Fútbol Club de un departamento interno, profesionalizado, moderno, dedicado a la historia, archivística e investigación sobre la institución, y la presencia renovada de un Museo digno, imaginativo, dotado de la tecnología y medios adecuados.

No muy lejos tenemos el ejemplo de lo que puede significar vivir de espaldas a tu verdadero pasado.

Que no nos ocurra lo mismo a nosotros.

sábado, 4 de abril de 2009

Con el viento de cola, velocidad de crucero


Este Sevilla de Manolo Jiménez sigue quemando etapas con una fiabilidad estimable, aunque esta tarde-noche de primavera, en la vecina Huelva, se haya sufrido demasiado.

Es Sábado de Pasión, tiempo de sacrificios y penitencias.

Y estaba escrito que la Victoria requeriría un significado esfuerzo.

Para la estadística queda la verificación de la media de puntos que anticipábamos necesaria para conquistar la clasificación de Champions en nuestro antiguo post "Tres bloques de cuatro". Siete puntos en el primer tramo, y aún nos queda la visita del Getafe para redondear la faena. Cincuenta y siete muescas en el báculo clasificatorio son números como para campeonar. Lástima que Barcelona y Madrid no cejen un ápice en la suma, que si no ...

También se cumplen nuestros vaticinios sobre el comportamiento de nuestros rivales, demostrándose cuán lejos queda recuperar puntos en el último tercio liguero, a poco que tu referente en la tabla se muestre sólido y regular. Nueve puntos al Villarreal, tras su derrota de Almería, y veremos cuántos a Valencia, Atlético de Madrid y Deportivo a final de la jornada. De momento, catorce.

En cuanto al juego, hoy, por momentos, parecía que se hubiera ganado con la ley del mínimo esfuerzo, casi por inercia.

Nada más lejos de la realidad.

El retrato del partido ha sido el de tantas tardes en que un gigante poderoso, pleno de calidad y quietud, se medía con un equipo necesitado y al límite de revoluciones.

El Recreativo se jugaba mucho en el envite y ha puesto sobre el tapete toda la garra y empeño que cabe suponer en un equipo acostumbrado a vivir al filo de la navaja. Ha podido contrarrestar con esfuerzo la exquisitez forastera, pero fallando ocasiones como las que hoy ha tenido por ejemplo, el argentino Maidana, durante el primer tiempo, será difícil, realmente difícil, dejar a un lado el descenso.

Un Sevilla aceptable durante la primera mitad, y esforzado en la segunda, se nos ha presentado en la jornada de hoy. Después del dulce regusto del juego desplegado en Málaga y ante el Valladolid, quizás nos haya sabido a poco.

Con más presencia que claridad arriba, se antojaba probable en cualquier internada de Navas o en alguna triangulación con Perotti de por medio que el gol pudiera llegar. Y sin embargo ha sido Palop quien más de cerca de sus redes ha visto merodear el balón. Maidana hoy, sin ninguna duda, ha sido un amigo, un verdadero cómplice por triplicado para el triunfo sevillista.

En cualquier caso, acabó llegando el cero a uno, con un indiscutible penalty a Renato, tras meritoria jugada de Navarro, que sería transformado de manera sublime por nuestro Mesías de Malí, abriendo las puertas del mejor rato de los nuestros en la atardecida onubense.



En la reanudación, juego grueso, trabado, con el Recreativo presionando, rudamente, con nervio, pero sin generar grandes opciones ante Palop, si exceptuamos los chispazos que inevitablemente saltan por la vía del barullo y atropello. De hecho, ¿alguién recuerda alguna parada del gran Andrés?

Trío de ocasiones magníficas para los nuestros, en una contra de Navas con defectuoso pase de la muerte, un mano a mano de Kanouté con Riesgo o el cabezazo fuera de Koné, que podrían habernos brindado una plácida despedida del encuentro.

El mejor de los nuestros, para mí, Fernando Navarro, seguido de Adriano, nuevamente alineado en el lateral derecho. Buenos detalles, una vez más de Perotti, y minutos, demasiado arriesgados en mi opinión, para Koné. Sorprendente titularidad de Mosquera en detrimento de Dragutinovic, aunque quizá pesara en contra del serbio su participación europea de la semana.

Y flojas prestaciones de Romaric, a quien me ha parecido notar físicamente mermado.

En cualquier caso, y para terminar, continúa una racha impresionante, brillantísima, casi desconocida, con diecinueve puntos conquistados de veintiuno posibles.

Tenemos cada vez más cerca el objetivo, así que Ánimo a todos los sevillistas.

Y feliz Semana Santa, a los cofrades, y al resto del personal.

jueves, 2 de abril de 2009

La leyenda de "el Pato"

Juan Araújo Pino era de esa clase de delanteros que no se arredraba nunca.

En una época en la que podía “cargarse” sobre los porteros contrarios con el beneplácito del reglamento, este tiparrón desgarbado y con andar desencajado era el más temido atacante a todo lo largo y ancho de la España futbolera.

No sólo por su capacidad goleadora, que fue notable, sino por su valentía sin límites, su confianza ciega y su machacona insistencia.


Los mejores guardametas de su época -Ignacio Eizaguirre, Velasco, Alonso, …- así lo atestiguan:

- El peor de todos era Araujo, el del Sevilla. Venía como un tren … y arrollaba con todo lo que pillase por delante…

Nacido en tierra minera, en la jienense La Carolina, hubo de curtirse durante dos años en el Jerez Deportivo por mor de Patricio O’Connell antes de ponerse la zamarra blanca sevillista para ser indiscutible dueño del nueve en la década más gloriosa del club -si excluimos la presente, claro está-.

“Moncho” Encinas lo repescó para su Sevilla campeón liguero, en el año de gracia de mil novecientos cuarenta y seis, cuando el amo absoluto de ese puesto y de los corazones sevillistas, el gran Guillermo Campanal, doblaba la última esquina de su extraordinaria carrera.

Al igual que “el Gordo”, Araujo fue el estilete, el zapador, que a base de ímpetu preparaba el camino de los exquisitos, Arza, Liz, López, Ramoní, Herrera, como años atrás había hecho Guillermo, capitaneando a los stukas.

Alguien dijo una vez:

- “Era como un padre, colando en el cine a sus cuatro chiquillos, dos debajo de cada brazo.”

Así era Guillermo. Así fue Juan.

Su trayectoria en el club blanco está llena de contrastes.

Autor del gol doméstico más importante de la historia del club, aquel del triunfo liguero en Les Corts, o de aquel otro que pudo serlo también, en Nervión, contra el Atlético de Madrid, desactivado por Azón, el domingo de feria del 51, se quedaría fuera, sin embargo, de citas irrepetibles, como las finales coperas de 1.948, por sanción, y de 1.955, por decisión, para muchos aún hoy inexplicable, del mago Helenio Herrera.

Nunca fue internacional. Coincidió con monstruos como Zarra, Mundo, César, Escudero, con mejor prensa, que le cerraron el paso.

Y jamás disputó partido oficial alguno como sevillista contra el Betis. Su época coincidió con el tránsito de los verdiblancos por la segunda y la tercera división españolas, mientras el Sevilla Fútbol Club se codeaba con los más grandes equipos del país.

El Pato” no ha pasado a la historia por su virtuosismo con el cuero, sino gracias a su empuje, su valentía, su fuerza, su letal testarazo.

Y su fe.

Una fe de granito en sus posibilidades dentro del campo.

Y una inmensa fe cristiana fuera de él.

Es conocida la anécdota que en su día me refirieron, mucho antes de que cierta pluma verdiblanca se hiciera eco de ella.

Más que anécdota es ya leyenda, para el baúl infinito de José María de Mena.

Cuentan que “el Pato”, devoto fidelísimo de Jesús del Gran Poder, visitaba frecuentemente al Señor en su templo, hasta que, por esas cosas del destino, una desgracia cercana, no “atendida debidamente” desde las alturas, le provocó una fortísima crisis espiritual:

- Ya no vengo a verte más –le dijo al Señor. Si quieres que volvamos a vernos, tendrás que venir a mi casa a buscarme…

Y así fue.

Andando el tiempo, una noche, con el Señor en parihuela por las calles del barrio, se presentó una tormenta, sin tiempo para devolverlo a su templo. Inmediatamente, la puerta de almacén de la casa de Juan Araujo se presentó como solución de emergencia para resguardarlo.

Alguien se acercó a la puerta de Juan, golpeándola insistentemente.

- ¿Quién es?

- … Jesús del Gran Poder."

Juan se estremeció con un escalofrío que le atravesaba el cuerpo por completo.

Abrió la puerta y encontró allí, en su casa, pidiéndole cobijo, nada más y nada menos, que a su amado Señor.

Y rompió a llorar, desmoronándose como un niño, martilleado por el eco incesante de sus propias palabras:

…tendrás que venir Tú a buscarme…, ...tendrás que venir Tú a buscarme..."

Nota.- Por gentileza de Cornelio, cuyo comentario os recomiendo que leáis, cuelgo una magnífica estampa del Señor del Gran Poder en Nervión, en la salida que coincide con los acontecimientos narrados en esta entrada. Gracias Cornelio.