jueves, 11 de febrero de 2010

La séptima, mi séptima


No hace mucho escribía en este blog que el Sevilla con Manolo Jiménez había vuelto a ser el Sevilla de siempre, el de toda mi vida.

Ese equipo que jugase quien jugase, lo entrenase quien lo entrenase, era escasamente fiable.

Un equipo de altibajos, guadianesco, con destellos de puro mito y muchos, demasiados nubarrones negros amenazando el camino.

Anoche estuvo a punto de cumplirse el guión de mi Sevilla de siempre.

La partitura de un Sevilla que podía jugar de cine y quedarse a las puertas de todo.

El que podía fracasar en lo más llano.

El que era capaz de llevarte a la mismísima antesala de los sueños, y hacerte despertar sobresaltado por una nueva pesadilla asfixiante.

El Sevilla de Bilbao el año pasado, sin ir más lejos.

El Sevilla de Pamplona con Caparrós, aquella infausta noche nevada.

El Sevilla de Madrid o Gijón en los setenta y en los ochenta, el Sevilla de Zaragoza en los noventa.

El Sevilla de tantas, tantísimas noches coperas llenas de amargura y dolor, de sufrimiento sin fruto, de auténtica desolación.

El mismo Sevilla Fútbol Club, mi Sevilla de siempre.

Anoche sin embargo, se hizo la catarsis.

Porque el paréntesis de Juande Ramos fue eso, un paréntesis, un milagro excepcional.

¡¡Qué poco acostumbrados estamos a triunfar sufriendo!!

Anoche, ese papel, tan conocido e ingrato para los sevillistas de mi generación, ese papel maldito de tocar la gloria con la punta de los dedos y espantarla, le toco interpretarlo al Getafe.

Anoche fue también noche de paralelismos.

Primero, con aquella semifinal de Iturralde, otra vez tú, Iturralde, al servicio de Valdano, cuando nuestro buen partido de ida en el Bernabéu se tradujo en un dos a cero en contra que fuimos incapaces de remontar en casa con aquel insuficiente gol de Antonio López. Hablaba entonces la prensa sevillana de la suerte de los grandes, de la pegada del Madrid, de la incapacidad sevillista para materializar sus ocasiones, y demás tópicos clásicos del periodismo deportivo. Hoy las cosas no son tan distintas como entonces y, sin embargo, nadie lo diría a la vista de lo que puede leerse por ahí.

Por otro lado, en 2005, cierto equipo de esta ciudad lograba clasificarse para la final de copa tras un paupérrimo partido de ciento veinte minutos (prórroga incluida) de duración en San Mamés, en el que estuvo permanentemente a merced de los locales, llegando a duras penas a la tanda de penaltis tras librarse de una goleada con la ayuda de los palos y la feliz actuación de un joven y desconocido portero.

Consiguió la clasificación en la muerte súbita, que dicen los profesionales que es pura lotería. ¿Adivinan cómo trató el evento la prensa sevillana? Se hablaba de la genialidad del entrenador, de equipo mítico, de heroicidad, de que lo importante es pasar y lo demás no cuenta, y eso, pese a ser un pelele en manos del contrario, y pese a plantarse en la finalísima sin hacerle un gol, ni ganarle un partido, a ningún equipo de primera.

Decía al principio que el Sevilla de Manolo Jiménez era el Sevilla de siempre, y me equivocaba.

Mi Sevilla de siempre no se habría clasificado ayer para la final.

Mi Sevilla de siempre no habría eliminado a los equipos más en forma de España, Getafe y Deportivo, ni al equipo más laureado de todos los tiempos, el F.C. Barcelona de Guardiola.

Es la séptima final copera del Sevilla Fútbol Club y “mi” séptima final particular vivida si en mayo, Dios mediante, podemos acompañar a nuestro equipo allá donde se juegue el partido.

Eindhoven, Mónaco, Glasgow, Madrid, Sevilla y Madrid, nuevamente Mónaco, ahora tal vez repitamos en la capital.

Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete.

Por el momento.

Gracias mi Sevilla.

Gracias afición.

Gracias Manolo y gracias José María.

Gracias Andrés.

Y gracias a todos por esta nueva final.

Volvemos a hacer Historia, porque jugar una final, pase lo que pase en ella, es hacer historia, y eso bien que lo sabemos los sevillistas de mi generación.

Disfrutemos de este éxito y preparémonos para la fiesta del fútbol en el día de la final.

Tendremos la oportunidad de poner el broche de oro a la década prodigiosa, a la más gloriosa era, 2001 a 2010, de nuestro Sevilla Fútbol Club.

¡¡Viva el Sevilla!!

10 comentarios:

  1. Espero poder asistir a esta final porque, por un motivo o por otro, no pude hacerlo a las anteriores.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. ayer fue una gran noche para todo el sevillismo, una final más en nuestra historia, y de la cual no tengo la menor duda ... saldremos victoriosos.

    un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Cuanta razón llevas con tus palabras Enrique.

    Me ha encantado el post.

    Gracias Sevilla.

    PD: Que fiestazo nos vamos a pegar el 26 de Mayo...

    ResponderEliminar
  4. Gracias a la afición allí desplazada que no pararon de animar. Grande mi Sevilla

    ResponderEliminar
  5. Majesutoso.

    Firmaría este post si hubiera sido capaz de escribrilos con esta claridad y contundencia.

    Sólo un pero...

    ¿Quién te ha dicho que este puede ser la única final de este año?

    Estoy de acuerdo con lo del broche, cuestión de fechas...

    ResponderEliminar
  6. Éste es mi sevillismo amigo mio.
    Felicidades

    ResponderEliminar
  7. Felicidades a todos. Lo importante es que estamos en la final, que disputaremos el partido más bonito de la temporada, y quien sabe si nos dará la oportunidad de ver la octava finalísima el próximo verano. Pese a todo, ahí estamos, cerquita, muy cerquita de la gloria. Somos unos privilegiados.

    ResponderEliminar
  8. Ciertamente somos unos privilegiados. Títulos y finales aparte ( ¿he dicho algo ?) siempre podremos contar, Dios mediante, que vimos jugar a otra leyenda en la portería del Sevilla F.C. :
    Don Andrés Palop Cervera.
    PD: No pudimos ver a Eizaguirre o Bustos, pero San Palop nos está haciendo disfrutar muchísimo.
    Un afectuoso saludo.

    ResponderEliminar
  9. Cierto, Don Andrés, el más grande entre los grandes. Qué bueno que viniste.

    ResponderEliminar
  10. Enhorabuena amigo, una delicia leerte siempre. El sevillismo protestón también se alegra, no le quepa a nadie la menor duda.

    ResponderEliminar