lunes, 28 de junio de 2010

Libro "BREVE HISTORIA DEL SEVILLA, F.C.


Sale a la luz el libro "BREVE HISTORIA DEL SEVILLA FC, desde Tablada a mejor equipo del mundo".

Ramón Sánchez-Pizjuán en un momento muy determinado de su periplo como presidente sevillista dijo: “La historia del Sevilla es limpia y diáfana, libre de toda mácula, llena de esfuerzos y sacrificios".

Esta frase y lo que significa no era gratuita y estaba encuadrada perfectamente en un momento dónde se comenzaba a contar la historia del Sevilla FC, por parte de otros de forma tendenciosa, donde se pretendía dibujar una historia del Club grande de Andalucía distorsionada y encaminada a minusvalorar sus logros y sus éxitos. Don Ramón ya se dio cuenta de las intenciones de algunos para manchar esta gloriosa historia.

Como dijo Antonio Burgos en su momento “En Sevilla es muy difícil hacerse perdonar los éxitos”.

Quienes la escribieron a lo largo de los tiempos no fueron capaces de conseguir frenar que esta historia se basase en bulos populares y leyendas urbanas que se extendieron como la pólvora y conforme pasaron los años se hacía cada vez más necesario escribir una historia fiel, ajustada a lo ocurrido realmente, con la documentación necesaria que hiciese las veces de notario de la realidad. Nunca en el caso sevillista pudo aplicarse demostradamente eso de que si el río suena, es que agua lleva, pues lo que sonaba fueron simples cantos de sirena.

Investigar profundamente sobre lo ocurrido a lo largo de más de cien años de historia era una necesidad imperante y una asignatura pendiente del sevillismo, donde urgía que los propios sevillistas contasen su propia historia y en esto, “Los guardianes de la memoria”, un grupo de investigadores nacido en el seno de su sevillismo, acometen la ardua tarea de desentrañar los entresijos de los ancestros que nos llevaron a la gloria.

Una investigación rigurosa, científica, discutida una y mil veces para ajustarla en su sitio dentro de un rompecabezas casi sin límites, horas y horas de hemeroteca, documentación y búsqueda de los testimonios veraces.

Un grupo de investigadores, de entre los que surgen Juan Castro, Agustín Rodríguez y Carlos Romero para publicar un libro, que brevemente explicará de forma fácil y pedagógica lo ocurrido en el transcurrir de los años desde que un grupo de “sportmen” allá por 1890 iniciaron esa maravillosa aventura que hoy se llama “Sevilla FC” y que se cuenta hasta nuestros días.

Todo concentrado en 288 páginas con fotografías en blanco y negro, correspondientes a su época y en color, muchas de ellas únicas y que nunca antes fueron publicadas, por lo tanto desconocidas hasta hoy. Un libro de cabecera del sevillista, (y del que no lo es) organizado cronológicamente que agilizará su consulta de aquellos aspectos verdaderamente relevante del fútbol sevillano.

Un libro en el que se revelan cuestiones hasta ahora inescrutadas que sorprenderá a muchos. Que no es polémico, pero que no dejará a nadie indiferente.

De Tablada a mejor equipo del mundo, una historia apasionante, una pasión por el club que siempre nos llevó al éxtasis.

El libro será presentado por José María del Nido, presidente del Sevilla FC, en el Círculo del Centenario el próximo día 1 de julio a las 20.00h.

www.brevehistoriadelsevillafc.com

lunes, 21 de junio de 2010

Monchi, me has quitado la ilusión


Os dejo el enlace con mi última colaboración para Columnas Blancas, que podéis leer haciendo click aquí.

Asimismo, os animo a dejar vuestros comentarios.

martes, 15 de junio de 2010

Papirofútbol IV - La copa del sombrero



Retomamos una vieja tradición con motivo del glorioso triunfo del Sevilla Fútbol Club el pasado 19 de mayo de 2010, nuestra quinta Copa de España, la copa del sombrero, la copa que le debíamos a Antonio Puerta. En esta ocasión, la artista, mi señora, ha dedicado un par de viñetas especiales a la memoria de la Zurda de Diamantes y a los incomparables cracks de "Quédate a mi lado". No sé a vosotros pero a mí me parece que en esta ocasión, se ha superado.


jueves, 10 de junio de 2010

Bajo tu sombra ...



… cuántas tardes ilusionadas, pensando siempre en un triunfo,

… soñando con un regate o una pared de los nuestros,

… con un zapatazo a la escuadra, una parada o un gol.

Aún hoy sigue siendo así, siempre lo será.

… cuántas tardes al principio, muy al principio, empapándome de ti, inspeccionándote,

… conociéndote a fondo, mi viejo y querido Nervión,

… recorriéndote con ojos infantiles,

… escudriñando cada curva, cada hueco, cada esquina de tu geografía,

… queriendo grabar en la retina tu imponente arquitectura, para después recrearte en mi cuaderno de anillas…

… íntimamente,

… una, muchas, infinitas veces:

… aquí, el marcador electrónico Orient, allá tu cinturón de albero,

… los cuatro gigantes de luz coronando tus vértices,

… el coche publicitario que daba “la vuelta al ruedo” en los intermedios,

… banderas clasificatorias volando al unísono,

… césped viejo, con parches y lagunas de barro, cal blanca en sus líneas maestras,

… toldos a rayas albas y rojas guarneciendo los banquillos.

Infinitas tardes de alegrías preñadas de pañuelos blancos …

… tardes de lágrimas dulces y llantos desconsolados,

… tardes de sueños cumplidos, de sueños rotos también.

Te observo desde la tribuna, tu tribuna, te sigo observando,

… contemplo, callado, la liturgia de los partidos,

… respirando tus murmullos, enredado en tus olores,

… sintiendo tus silencios, tus miedos …

… vigilando el ritual de tu gente, los que ya no están con nosotros, y los que todavía están, estamos aquí,

… aprendiendo el abecedario del fútbol en tu regazo:

… los gritos, los abrazos, las protestas, la guasa.

… zapatos gastados para ir a visitarte, banderas al viento, bufandas,

… manías y supersticiones, canciones,

… ojos tapados ante un penalti copero, huida frenética por un “no aguanto más”,

… celebraciones eternas.

Aún hoy sigue siendo así, siempre lo será.

Bajo tu sombra.

lunes, 7 de junio de 2010

Los "cazapatrañas"



Pido perdón por anticipado a los protagonistas principales de este post por el guiño facilón a la película ochentera de Ivan Reitman conocida por (casi) todos, en la que unos extravagantes parapsicólogos se ganan la vida capturando fantasmas con unos métodos de trabajo ciertamente poco ortodoxos.

Los “cazapatrañas” a los que yo me refiero, ni son extravagantes (salvo que en el concepto se engloben los “locos del fútbol”) ni utilizan procedimientos al margen de lo académico. Más bien al contrario, no alzan la voz hasta que los asuntos en los que trabajan están convenientemente maduros, aptos para el consumo público sin ningún tipo de fisuras.

El símil del encabezado hace relación al objeto sobre el que recae su misión, los fantasmas (y sus patrañas), que como todo el mundo sabe, no existen, son pura fantasía, producto de la imaginación de seres humanos especialmente sensibles y predispuestos a la seducción de lo sobrenatural, legendario o etéreo. Unos seres temerosos, dueños de un “sexto sentido” que constantemente reprochan a quienes viven en la realidad mundana –¡qué ordinariez, por Dios!- que no están locos, que de verdad, de verdad, los fantasmas existen, están con nosotros.

En nuestra película, los fantasmas son malos, asustan, mienten. Curiosamente comparten el mismo color que el más fiero fantasma de Reitman. Verde.

Los “cazapatrañas” son los buenos.

El término “fantasma” tiene interesantes acepciones en el Diccionario RAE, por ejemplo:

“1. m. Imagen de un objeto que queda impresa en la fantasía.

2. m. Visión quimérica como la que se da en los sueños o en las figuraciones de la imaginación.

4. m. Espantajo o persona disfrazada que sale por la noche para asustar a la gente. Era u. t. c. f.

7. m. Aquello que es inexistente o falso. U. en apos. Una venta fantasma. Un éxito fantasma.”

Nuestros particulares “cazapatrañas”, conozco a unos cuantos, han cazado ya varias piezas de auténtico postín, y siguen erre que erre a lo suyo.

Literalmente han desintegrando, con el sofisticado armamento de las pruebas documentales, algunos de los más graves infundios sobre los que se ha venido construyendo la historia del fútbol sevillano, desde las fechas fundacionales de los primeros clubes, a los hitos generadores de los mismos, pasando por el impacto de la guerra civil en su devenir posterior, el perfil social de sus aficionados o el trato dispensado por las autoridades públicas a cada entidad, ayuditas, favorcitos y demás mangoneos al uso.

Están alojados nuestros “cazapatrañas” en la red de redes, aquí tenéis algunos de los laboratorios desde los que investigan nuevos antídotos con los que fulminar a sus presas:






Algunos fantasmas, y sus correspondientes patrañas, ya habían quedado desmontadas por ese pérfido invento que son las estadísticas, los números, los resultados, que malamente conjugan con valores intangibles tan del gusto de los fantasmas, como el espiritismo, la filosofía, el placer de la derrota y demás pamplinas propias de segundones y acomplejados. Ay la tercera dimensión. Claro que siempre puede llegar un experto –¡camarerooo, una de “carrillada”!- para retorcer las cifras a su gusto. Doblada y sin vaselina (con perdón), que no se dan ni cuenta. En fin, cosas de fantasmas.

También existe la vía tozuda, la del que insiste sin desmayo en dar (pretender) sustillos –¡que viene el looobo, que viene el looobo!- en forma de enciclopedias de no sé cuantos tomos nunca publicados sobre centenarios fantasmas, partidas de nacimiento nunca vistas y fantasías delirantes que, algo de masoquismo debe haber en el caso, producen el más profundo estremecimiento entre sus lectores. De risa, por supuesto. Estos seres extraños que habitan castillos y castillejos vomitan veneno verde a cañonazos, como la niña del exorcista, y encima quieren ser reconocidos como los nuevos Tucídides de nuestro siglo. Más les vale apuntarse a un casting para el remake de la familia Monster o, como son inmortales, esperarse al próximo centenario, a ver si para entonces, cuela la idea.

Finalmente, otras –patrañas, claro- cuesta más trabajo destruirlas, porque los fantasmas que las difunden se alimentan de una bien ganada fama en otros menesteres, de forma que nadie (casi nadie, que nuestros “cazapatrañas” sí que sí) se atreve a toserles. Son fantasmas de aparente autoridad, que han escrito muchos libros, pero cuando se trata de vender historietas para adeptos sensibles, son los primeros en perder los papeles. Lo digo de verdad, los papeles nunca aparecen, se les olvidó mirar en los periódicos y contrastar los datos. O lo que es peor, prefirieron ocultar lo descubierto, mejor que no se sepa, que se nos acaba el chollo. Total, un pequeño detalle sin importancia, si no fuera porque las hemerotecas digitales han venido a democratizar el mundo de la investigación retrospectiva (prefiero llamarla así, la historia, para los historiadores), y el acceso a la información periodística de época ya no es el coto privado de unos cuantos, que jugaban con la seguridad de que nadie (casi nadie, que nuestros “cazapatrañas” sí que sí), podía comprobar sus afirmaciones. Tocomocho literario, que se llama el asunto.

Bueno, bueno, esperemos tranquilos y confiados. Ya no nos asustarán más por las noches con aquello de ¡que viene el coooco! Los fantasmas verdes tienen las horas contadas, se lo aseguro.

jueves, 3 de junio de 2010

El Sevilla F.C., damnificado de guerra

La temporada futbolística 1935-36 fue la última disputada dentro de la normalidad antes de la Guerra Civil.

Evidentemente, nos estamos refiriendo a una “normalidad” deportiva, porque todo el periodo de la II República, y principalmente sus últimos años, fueron tiempos políticamente convulsos para el país, no digamos para Sevilla, donde las agitaciones populares, los atentados, la quema de iglesias, etc., la habían convertido en una de las plazas más conflictivas del Estado.

El Ath. Bilbao resultó Campeón de Liga y el Real Madrid de Copa, tras la final disputada en Valencia ante el F.C. Barcelona el 21 de junio de 1936, y que sería el último partido oficial previo al parón bélico.




El Sevilla F.C., doble campeón de España en 1935 (con su equipo profesional y con su equipo amateur), bajaría alarmantemente los brazos en el campeonato liguero siguiente, pese a contar con un equipazo, salvándose del descenso en la última jornada, y en el último suspiro, gracias a un penalti fallado por su rival, el Atlético de Madrid, en la pugna por evitar el descenso.

“El penalti más caro del mundo” llegó a titular la prensa madrileña. Lo lanzó Chacho, golpeando el poste derecho de la meta de Eizaguirre, y el rechace lo lanzó a las nubes el medio izquierdo madrileño Ipiña, años después, efímero entrenador del Sevilla F.C. (“El fútbol durante la Guerra Civil y el Franquismo”, por César Fernández Santander, Editorial San Martín, 1990; página 17).

Al menos a los blancos les quedaría el consuelo de que el filial, sabiamente adiestrado por el ex jugador Pepe Brand, revalidaría nuevamente el título de Campeón de España. Fue el 21 de junio de 1936, en Valencia, con triunfo por tres a dos frente al Zaragoza, formando los blancos con Moreno; Jara y Badía; Félix, Duarte y Alfonso; Tejada II, Fermín, Palencia, Salustiano y Benítez.

Justo antes de que estallase la guerra civil, el club de la avenida de Dato se encontraba en una posición financiera razonablemente boyante, gracias a los ansiados ingresos de la Primera División (dos temporadas ya consecueivamente en la élite), y tras haber amortizado la importantísima deuda que dejaron los fichajes de Campanal y de los internacionales españolistas Vantolrá y Padrón.

No obstante, aún pesaban los pagos que había que afrontar por el alquiler y puesta en funcionamiento del campo de Nervión.



“La adquisición del nuevo campo quedó así formalizada: 100.000 pesetas a pagar en diez años por el arrendamiento, y otras 100.000 pesetas por la construcción de la cerca del campo, y los terraplenes de la General y Socios. Para cubrir los cuarenta mil duros se formó una comisión integrada por D. José Romero y D. Antonio Sánchez, pero que pronto quedó reducida al incansable Antonio Sánchez. Paladines esforzados de la ‘idea’ fueron el Barón de Gracia Real y Juanito López García. El problema de los fines de semana era grande, cuando llegaba la hora de liquidar la ‘nómina’ ... Se organizaban suscripciones ‘momentáneas y espontáneas’ echando mano de Nicolás Carretero, de Manolo Trujillo y de tantos otros que, con aportaciones de 500 ptas. lograban cubrir el ‘bache económico’ semanal.” (“Historia de los 55 años del Sevilla C.F.”, por Juan Tribuna, E.C.C., Sevilla, 1961; páginas 156 y 157).

Pese a los infundios que circulan por ahí, lo cierto es que con la guerra, el Sevilla F.C. perdió a la mayoría de sus figuras, entre ellas, su propio elenco de jugadores vascos, los defensas Euskalduna y Deva, el medio Epelde y el interior izquierda Tache, así como al mundialista Fede, que volvía provisionalmente a su club de procedencia, el Alavés, con el que se alinearía precisamente contra sus excompañeros en las semifinales de la I Copa del Generalísimo.

Con todo, la principal baja en la plantilla sería la de su máxima estrella, el mítico guardameta internacional Guillermo Eizaguirre, que se alistaría en la Legión, y ya no volvería a vestir la zamarra de portero.



Por lo tanto, la Guerra Civil provocó que el Sevilla F.C. perdiera a seis titulares indiscutibles, entre ellos, la tripleta defensiva campeona de España en 1935.


Equipo Campeón de España en 1935. En rojo, los jugadores que seguían en el Sevilla tras la guerra.

Al menos, se logró conservar de forma casi milagrosa a su goleador, Guillermo Campanal, al malagueño Torróntegui y a los debutantes juveniles Villalonga y Joaquín, como piezas más destacables.

A Campanal le había sorprendido el alzamiento en su tierra natal asturiana, sirviendo allí en el ejército de la República, razón por la cual, cuando regresó a la “zona nacional”, fue confinado a un campo de trabajo, y luego hubo de alistarse en Aviación (Francisco Narbona, “Paquín” en “Revista Sevillismo, Segunda Época”, Nº 4, 1982).

La solución para el desastre deportivo sería la renovación del equipo con la entrada de las figuras emergentes de la plantilla amateur, concretamente, los medios Félix y Alcázar, y los futuros componentes de su famosa delantera “stuka”, Pepillo, Raimundo y Berrocal.

Afortunadamente, la cantera sevillista estaba madura para cumplir su papel, pues era ya entonces una de las mejores del país, como lo acredita el hecho de que el primer filial del Sevilla F.C. disputase hasta cuatro finales de Copa de España –campeonato amateur- en los años 1933 (subcampeón), 1935 (campeón), 1936 (campeón) y 1940 (subcampeón).

Desde una óptica económica, el parón obligado por la guerra puso al club sevillista al borde de la bancarrota, situación que se vio agravada por la deuda derivada de la compraventa de los terrenos de Nervión, acordada en 1937 por Ramón Sánchez-Pizjuán con el propietario y hasta entonces arrendador de los mismos, la Inmobiliaria Nervión, de D. Pablo Armero y Castrillo, 42.000 metros cuadrados a razón de nueve pesetas el metro, a pagar en veinticinco años, con un interés del 3%.

El acuerdo con la propiedad se alcanzó en noviembre de 1937, rubricándose el 29 de abril de 1938 en la Notaría de D. José Balbuena Montoro, mediante el otorgamiento de la correspondiente escritura pública de segregación y compraventa. (“Historia del Sevilla F.C.”, por Manuel Rodríguez y otros, Biblioteca de Ediciones Andaluzas, 1981; Volumen II, página 207).

El club lograría subsistir gracias a las aportaciones a fondo perdido de sus socios e incluso de algunos simpatizantes anónimos, según consta en las actas de la sociedad. Esta singular muestra de fidelidad y compromiso de la afición sevillista con su club, en tiempos tan difíciles como los que se estaban viviendo entonces, llegaría incluso a provocar que un periodista tan reconocidamente bético como Antonio Olmedo publicase una peculiar loa del club blanco:





Repetimos las palabras de Olmedo para los más despistados (o interesados en el despiste):

Los miembros de la Sociedad, obreros, artesanos y gentes de clase media, en su mayoría, aportaron decididamente los miles de duros necesarios y el Sevilla compró su terreno …

Vayan rompiendo mitos y falacias.

Pero sigamos.

Desde un punto de vista social, la entidad también perdió a algunas de sus personalidades más sobresalientes a causa del conflicto bélico, tales como el primer médico del club, José Manuel Puelles de los Santos, a la sazón, Presidente de la Diputación de Sevilla, fusilado por la autoridad militar golpista, o Manuel Blasco Garzón, Ministro de la República y Presidente del Sevilla Fútbol Club entre 1923 y 1925, exiliado en Argentina.

Con todo, los sevillistas conquistaron el primer Campeonato de España disputado tras la guerra, la I Copa del Generalísimo, en julio de 1939. Se venció al Racing de Ferrol, por seis goles a dos, con el siguiente equipo: Bueno; Cayuso y Villalonga; Torróntegui, Félix y Leoncito; López, Pepillo, Campanal, Raimundo y Berrocal.

Cayuso, Félix, Pepillo, Raimundo y Berrocal eran debutantes que procedían del equipo amateur.

Leoncito y Bueno se alinearon provisionalmente con los blancos en este campeonato.

Sólo Villalonga, Torróntegui, López y Campanal formaban parte de la plantilla prebélica, aunque el primero acababa de estrenarse, con apenas 17 años.

Equipo Campeón de España en 1939. En rojo, quienes ya habían sido campeones en 1935, López, Torróntegui y Campanal. En azul, los debutantes canteranos.

En la Liga, sin embargo, el Sevilla pagaría la excesiva bisoñez de la defensa canterana con la que hubo de competir tras la guerra (recordemos que había perdido a Eizaguirre, Euskalduna y Deva), debiendo conformarse con el subcampeonato, tras un codo a codo con el equipo del régimen en aquellos tiempos, el Atlético Aviación, a quien las autoridades deportivas rehabilitaron para la Primera División en sustitución del Oviedo, con la excusa de la destrucción del campo asturiano de Buenavista.

Los sevillistas perdieron la liga en la última jornada, ante el Hércules, en Alicante. Necesitaban ganar y, a falta de quince minutos, lo hacían por dos goles a tres. Sin embargo, la desafortunada actuación del portero Guillamón y de la jovencísima pareja de defensas, Joaquín y Cayuso, propiciaría un hat-trick del centro-delantero levantino Vilanova, que permitió a los aviadores cantar el alirón. Las malas lenguas quisieron ver intereses ocultos en el excepcional comportamiento del equipo herculano, que no se jugaba nada en el envite.

En los años venideros, el Sevilla se recuperará de la guerra y no sólo se mantendrá en Primera, sino que irá paulatinamente creciendo, sin ningún tipo de ayuda externa, gracias a la fidelidad de su afición, la potencia de sus estructuras, una gerencia profesionalizada y el valor extraordinario de ciertos prohombres, como Arturo Otero, Antonio Calderón, el doctor Antonio Leal Castaños o el eterno lugarteniente Antonio Sánchez Ramos, entre otros, todos ellos bajo el eficaz liderazgo de Ramón Sánchez-Pizjuán.

Así llegarán los éxitos rutilantes de los años cuarenta y cincuenta, auspiciados principalmente por una estrategia deportiva, diseñada por Ramón Encinas y Pepe Brand, basada en la sabia combinación de jugadores locales de gran calidad, como Joaquín, Villalonga, López, Herrera o Araújo, con fichajes acertadísimos del calibre de los Busto, Mateo, Alconero, Arza o Doménech.

Salvo el caso de Arza, que era un jugador cotizado por el que hubo que pagar 90.000 pesetas al C.D. Málaga (hecho que le valió el apelativo de “Niño de Oro”), el resto de jugadores adquiridos por el Sevilla F.C. en este periodo, y que llegarían a ser figuras del fútbol español, fueron de bajo coste, pues se trataba de futbolistas semidesconocidos que procedían de equipos de escasa entidad: Busto y Alconero, del Baracaldo; Mateo, del Algeciras; y Doménech, del Castellón.

Conclusiones

1º).- El Sevilla sufrió como consecuencia de la Guerra Civil la pérdida de seis jugadores clave, cinco de ellos vascos, incluida su defensa al completo, y los internacionales absolutos Eizaguirre y Fede. También perdió a personalidades como José Manuel Puelles de los Santos y Manuel Blasco Garzón, entre otros. La paralización de las competiciones le privó asimismo de los ingresos propios de la Primera División, debiendo no obstante asumir los compromisos que tenía adquiridos, incluyendo los pagos ordinarios (jugadores, etc.), sino también los extraordinarios, como la deuda derivada del arrendamiento –primero- y la compraventa- después- de los terrenos de su campo de Nervión.

2º).- El Sevilla se salva económicamente como institución durante la posguerra gracias a las aportaciones a fondo perdido de sus socios, “obreros, artesanos y gentes de clase media, en su mayoría” (Vid. artículo Antonio Olmedo), y deportivamente, gracias a los nuevos jugadores surgidos de su cantera: Cayuso, Félix, Alcázar, Pepillo, Raimundo, Berrocal, Villalonga y Joaquín, entre otros. No recibe, por tanto, la más mínima ayuda institucional.

Breve reflexión final

Como bien refleja el dicho popular, la historia se repite. Y añade un servidor, hay que aprender del pasado para aplicarlo al presente y al futuro.

Entonces, como ahora, saber fichar, darle importancia a la cantera, una sólida gestión directiva y una masa social comprometida y fiel, consiguieron sacar al Sevilla F.C. del pozo en que la guerra civil lo había situado (como a tantos otros equipos españoles), encaramándolo a los puestos de honor del fútbol hispano.

Éstas, y no otras, fueron las ventajas competitivas del Sevilla respecto a otras entidades similares, que si no fueron capaces de superar los desastres de la guerra, fue por fallarles todas o algunas de esas patas que hemos mencionado y que felizmente pudieron sostener al Sevilla F.C.

El problema principal, la verdadera clave del asunto, reside en que al contar la historia, es más fácil echarle la culpa de todos los males a factores extraños, que reconocer que la afición te ha abandonado, que se carece de organización y estructuras o que se ha ninguneado la cantera y preferido contratar jugadores a golpe de talonario pese a que no podían pagarse.

Reconocer honestamente que el vecino hace las cosas mejor que tú y que su afición responde de verdad, con hechos (esto es, poniendo dinero cuando hace falta), y no con palabras (o manifestaciones pseudofestivas) que se las lleva el viento, sólo está al alcance de los hombres de bien, y en este sentido, hay que alabar que hoy, cuando el paralelismo con lo sucedido hace setenta años es tan intenso en muchos puntos, empiezan a surgir voces en el entorno de nuestro rival que, aunque de forma liviana, van asumiendo esta realidad.

Para crecer es fundamental hacer autocrítica y aceptar tus debilidades, y partiendo desde esa base, corregir defectos y mejorar. El tiempo dedicado a justificar tus males en causas ajenas y mancillar los éxitos de tu rival por pura envidia es un valiosísimo tiempo perdido para la regeneración propia. Salvando las distancias, y sin que nadie lo entienda mal ni fuera de contexto, la terapia necesaria en estos casos es parecida a la del que acude por vez primera a organizaciones tipo “alcohólicos anónimos”, cuando lo primero que debe hacer el enfermo es reconocer públicamente que padece la adicción.

Señores historiadores de la otra orilla, sin acritud, corrijan el rumbo, reconozcan claramente, sin medias tintas, la Verdad que conocen de primera mano, aunque duela y rompa moldes, aunque les prive de la visión romántica que han preferido difundir desde siempre. Rechacen de una vez por todas argumentos falsos y obsoletos como el de su Club víctima de la guerra civil o el Sevilla como beneficiado por la misma gracias a chanchullos de las autoridades militares. Es mentira, es pura patraña, y Vds. lo saben. Aquí se lo hemos demostrado. Empiecen a reconstruir su Historia sobre cimientos ciertos, seguros, incontestables, y así podrán tener la oportunidad de crecer y mejorar como institución. Háganse ese favor, no contribuyan a perpetuar este engaño, y su conciencia quedará tranquila.