viernes, 17 de septiembre de 2010

Le llamaban Ned (Conversaciones con un fantasma)



Aunque su nombre de pila era Edward.

Edward Farquharson Johnston.

Familiares, allegados, amigos, tenían el privilegio de llamarle así.

Como el rudo arponero de Verne en 20.000 leguas de viaje submarino.

A 20.000 km. de Tablada (toda una premonición).

Desde junio pasado, yo también le llamo Ned.

Él me ha dado permiso.

Y hemos llegado a intimar, créanme, somos muy buenos amigos.

Para toda la vida (o quizás, para toda la eternidad).

Una tarde de verano, con una copa de malta escocesa (Glen Moray, por supuesto) en la mano, me estuvo contando cositas.

Me habló de Elgin, en Morayshire.


Su catedral, sus rocas, el mar golpeando la isla …

Me explicó las actividades de su clan, su bisabuelo William, fundador de la naviera MacAndrews, su primo Robert.

Las frutas meridionales, las naranjas amargas, e indefectiblemente, Sevilla.



De sus ojos traslúcidos, que sólo el vapor de la malta me permitían atisbar, asomaba el brillo de lo que un tiempo pudo ser una lágrima.

Y Mary, su querida Mary Crombie

-Tuve que casarme con ella para poder quedarme definitivamente en Sevilla. Me consiguieron eso de vicecónsul comercial inglés en la ciudad … y yo a lo mío, con el negocio de mis primos. Cunningham se ponía duro con el precio de las naranjas, tuvimos que asociarnos con él antes de quedarnos con su tinglado, menudo era mi primo Robert. Dejó que el viejo John se quedará con su nombre en nuestro vapor y le consiguió incluso la embajada americana, pero la “Juan Cunningham y Cía” sería rebautizada como “MacAndrew & Co”. Sevilla era todavía muy provinciana, en realidad siempre lo ha sido, con la cultura que derramaban sus calles: moros, romanos, judíos, todos juntos en el mismo sitio. De vez en cuando teníamos algún ilustre viajero en nuestra casa, recuerdo bien a Somerset Maugham, fue muy amable con Mary … igual que Bonsor, la arqueología, Carmona… Pero nunca era bastante, nos aburríamos, así que tuvimos que recurrir al “sport”.

¿Cómo fue eso, Ned?

-Aquel río imponente, el Guadalquivir, era como un imán para nosotros, que amábamos las regatas. Se lo comenté a George W., el padre de Enrique y de Carlos. Isaías (antes de sufrir su atentado) también estuvo de acuerdo, y todos los demás, claro. Así fundamos el Rowing Club, para pasar lo mejor posible el verano, con esa calor sevillana insoportable para nosotros los guiris. Me traje unos cuantos botes de Cambrige, ¿sabes?

¿Algún otro “sport”, Ned?

-Ya sé por dónde vas, amigo mío, pero no seas impaciente. Efectivamente, para los más los jóvenes, el rowing no era bastante, la moda estaba en el foot-ball. Se unificaron las reglas en Londres, y teníamos un pequeño librito de la FA. Isaías Jr, el hijo del fundidor, era el peor de todos, siempre practicando el shoot desde cualquier posición, era un player estupendo. Yo lo había practicado de joven, y no se me daba nada mal, pero ya estaba un pelín talludito, así que me quedé como Presidente, y les hice un reglamento y todo (parecido al del Rowing), a los muchachos: White, los hermanos Welton, el bruto de Geddes, Maccoll, etc. A la sociedad la llamamos Sevilla Foot-ball Club, estoy orgulloso de ella.

¿Y contra quiénes jugabais?

- Como no teníamos noticia de otros que lo practicasen, jugábamos entre nosotros, con la escuela de mi tierra, pase corto, velocidad en las alas, todo con mucho estilo, nada que ver con el foot-ball de los ingleses. Los matchs más serios los organizábamos por Navidad, creo recordar. Un año invitamos a la colonia inglesa de la Riotinto, por mediación de Henderson y también del hermano de Langdon. Otras veces jugábamos con los ingenieros alemanes de Sevilla, cuando tenían un rato para dejar tanto voltio y tanto tranvía. Luego vinieron los ingenieros de la Water Works, y los aceptamos en el Club, aunque jugaban peor que nosotros (no eran escoceses). Nos pusimos a jugar en Tablada, muy cerquita de la caseta de remo del Rowing, que aprovechábamos para guardar nuestras cosas. E incluso viajamos un par de ocasiones a Huelva, una auténtica aventura, en tren, para los desafíos con los mineros. Buenos tiempos aquéllos.

¿Y qué pasó después?

- Pues lo de siempre, las dificultades para jugar eran muchas, algunos se hicieron mayores (yo ya lo era), la moda se fue diluyendo, y casi casi que dejamos de jugarlo: no había rivales, ni siquiera Huelva. Menos mal que apareció la nueva hornada. El pequeño Charlie, hijo del médico John Langdon, se puso a recomponer el equipo, con Hammick, MacKenzie, Sant, Thomson, Smith, el capitán Wood, que estaba con nosotros, allí en la naviera … Apareció ese jerezano bajito y con bigote, Gallegos, que nos llevaba los papeles en el puerto, y vuelta a empezar. Sus amiguetes, Ibarra, Zapata, Valenzuela, Alba, retocaron el reglamento antiguo, lo llevaron al Gobierno Civil español (¡qué ordinariez!) y ¡hala! a jugar contra nuestros marineros, a la espalda de la muralla, en la fábrica de vidrios, y en la propia Tablada, como nosotros, allí en el hipódromo. No se asustaban de nada, bueno, salvo de Adam Kirkwood, nuestro gigantón rubio que mandaba a la Casa de Socorro a cualquiera que se cruzase con él.

¿Tú viviste todo aquello?

-Pues claro, y no sólo yo, también otros colegas de la primera época: Henderson, Macdougall, Merry … La empresa lo permitía. Mi primo Robert prefería tener a los empleados jugando al foot-ball antes que emborrachándose en cualquier taberna … Business is business. Poco a poco el Club se lo quedaron los españoles y nosotros nos fuimos retirando. La verdad es que jugaban muy bien, cuando hacíamos los desafíos entre el “team” español y el inglés de nuestra sociedad, casi siempre nos goleaban …

¿Volviendo hacia atrás, cuándo empezó todo, Ned?

-En Elgin, querido amigo, en Elgin. Allí está la verdadera cuna del fútbol español, la patria original del Sevilla Football Club. Aquí comenzaríamos el juego al poco de llegar yo, debía correr el año de gracia de mil ochocientos ochenta y …

Sígueme hablando, Ned, sígueme hablando ...

[Como una nube, se esfuma la presencia de Ned, evaporándose en el espacio y el tiempo. Parece que hubiera cumplido su cometido, y que no quiere contarme más cosas si no me esfuerzo por darles sentido, por encajar todas las piezas. Hay que perseverar en la búsqueda, merece la pena conocer el capítulo final de toda esta historia].

¿Continuará?

9 comentarios:

  1. ¡Qué suerte tiene usted!

    "con la escuela de mi tierra, pase corto, velocidad en las alas, todo con mucho estilo, nada que ver con el foot-ball de los ingleses."

    ¿Le preguntó usted si estuvo en la noche mágica de Glasgow empujando el vuelo nuestro goalkeaper?

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  2. Magnífico.
    Otro dia que hable con él pregúntele en que cajón guardó las fotos...

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  3. Que grande!

    ¿Y no le hiciste una foto?

    Dinos al menos que pinta tenía!

    Mágnifico artículo Enrique.

    Continuará. Por supuesto que continuará.

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  4. Saludos.

    Delicioso, D. Enrique.

    Por cierto, Ned se parece un taco a Rex Harrison.

    Y debe continuar, por favor.

    Cuídese.

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  5. Me pregunto si ese fantasma seguirá vagando por las estancias de cierta casa en la calle Guzmán El Bueno........

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  6. Pues sí, querida pandilla. Mientras vosotros os afanáis en vuestras cosas, yo decidí hacer un curso de espiritismo por correspondencia y ya véis los resultados. Parece mentira lo pegados que estáis en el más allá. ¿Cómo voy a hacerle una foto a un fantasma?. Fue él mismo quien me sugirió la imagen de Rex Harrison. Parece ser que su personaje en "La Sra. Muir", marinero por cierto (¿de la MacAndrews?), era familia suya. Y más guapo que él. Tengo que poner unas velas, a ver si se me aparece otra vez.

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  7. A mi me da que, Enrique, estaba viendo el DVD de la película de la foto, y entre que se quedó medio dormido y el televisor de ectoplasma...

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  8. ... más bien el Glen Moray con hielo, Cornei.

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  9. Puede preguntarle a el o Su familia sí tienen algún Tartan registrado y sus colores?. En Su factoría aún hacen muchos. Sería bonito saberlo.

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