miércoles, 30 de septiembre de 2009

Un penalti para un descenso


Sucedió en los albores de nuestra guerra civil, en el último minuto de la última jornada del Campeonato de Liga 1935-36, en partido contra el club sucursal del Athletic bilbaíno.

La fecha exacta, domingo 19 de abril de 1936.

El escenario fue el estadio madrileño de Vallecas, donde disputaban los colchoneros sus partidos como locales hasta su mudanza al Metropolitano. El campo estaba enfangado, y más aún que se estropeó con la pertinaz lluvia que acompañó el encuentro.

Los dos últimos equipos ascendidos a la división de honor, el Sevilla Fútbol Club en 1934 y el Atlético de Madrid en 1935, se enfrentaban con el objetivo de evitar el descenso de categoría. A los atléticos les bastaba el empate, pero los sevillistas necesitaban ganar a toda costa.

Para los nuestros había sido extrañamente una temporada pésima, quizás por causa de los efluvios de gloria de la pasada Copa de España, cuando salieron campeones tanto el equipo profesional como el amateur, frente a Sabadell y Ciosvín de Vigo, respectivamente, en una hazaña deportiva sin igual.

Precisamente en ese campeonato, hubo una eliminatoria de cuartos de final entre sevillanos y vallecanos no exenta de polémica, con remontada sevillista en Nervión por cuatro goles a uno, superando contra todo pronóstico el pésimo resultado, derrota por dos a cero, de la ida en Madrid. Lo más significativo, al margen del desenlace deportivo final, fue la lesión en Sevilla del extremo madrileño Lafuente, que sufrió fractura de tibia y peroné.

Con tales antecedentes, el ambiente del encuentro, pese a lo climatológico, estaba muy caldeado, y más aún que se puso cuando los blancos tomaron la iniciativa en el juego y en el marcador, con Campanal en figura, llegando a las postrimerías del choque con ventaja de dos goles a tres, lo que suponía, ni más ni menos, que la permanencia entre los grandes.

Sin embargo, todo pareció torcerse cuando a ultimísima hora, el árbitro Arribas, que ya venía dando muestras de un desaforado caserismo desde el pitido inicial, decidió regalar una pena máxima a los colchoneros que condenaba a los sevillistas, casi sin remedio, a la segunda división.


De nada sirvieron las protestas de los nuestros.

La gran figura atlética Chacho, famosa por su récord de goles en partido internacional, nada menos que seis frente a Bulgaria, agarró el pelotón y se dispuso a fusilar al gran Guillermo Eizaguirre.

Al borde del área grande permanecían el resto de jugadores de ambos conjuntos esperando el desenlace, entre ellos, el medio colchonero, también internacional, Ipiña, años más tarde efímero entrenador del Sevilla Fútbol Club, dispuesto a remachar el tanto en caso de producirse algún rechace.

En su afán de ajustar el tiro, Chacho golpeó sesgado y abajo, apuntando a la cepa del poste derecho de Eizaguirre, tanto que el esférico rebotó en la madera, regresando al centro del área con nuestro portero en el suelo, completamente batido, y la puerta vacía, franca para el remate letal.

Alcanzó entonces Ipiña la bola, antes que nadie, y cuando el gol parecía inevitable ya en esta segunda intentona, su disparo superó el travesaño sevillista, saliendo fuera de meta.

El partido finalizó con el dos a tres a favor del Sevilla F.C. y el descenso del Atlético de Madrid a Segunda División.

Los cronistas de la capital, ya entonces –como ahora- absortos en su universo madrileñista, culparon a los jugadores rojiblancos como únicos responsables del desastre de su equipo. Vamos, que el Atlético descendió solito, que no tuvo importancia que el Sevilla hiciera tres goles en campo foráneo y que el catalán Arribas no les había obsequiado con el penalti de última hora para que todo quedase en orden. Así, durante mucho tiempo, el único debate en los mentideros futbolísticos era quién fue el verdadero culpable del fallo del penalti, Chacho o Ipiña.

Las siguientes temporadas no hubo campeonato de liga, por causa de la guerra civil. En 1939, cuando se reorganizaron las competiciones nacionales, el Oviedo, legítimo equipo de primera división, no pudo disputar el campeonato como consecuencia de los destrozos que la contienda bélica produjo en el césped de su estadio.

[Aunque lean o escuchen por ahí la historieta de que hubo un pobre equipo maltratado por la guerra civil porque su campo quedó destrozado, no se lo crean. Ese equipo en el que usted está pensando, a diferencia del verdadero damnificado ovetense, jugó en primera división sin ningún problema durante esa temporada].

El Atlético de Madrid, respaldado por el estamento militar, o lo que era lo mismo entonces, gubernamental, -no en vano se refundó como Aviación Nacional, luego Atlético Aviación-, ocupó el lugar de los asturianos, tras una pseudo-promoción contra el otro descendido del 36, Osasuna de Pamplona, con lo que al final, aquel descenso que se disputó con los sevillistas jamás se materializaría.

El equipo madrileño de los militares no volvió a descender a segunda división hasta la temporada 1999-2000, precisamente junto al Sevilla F.C. y al Betis. ¿Quién sabe dónde estaría ahora ese club si aquel descenso al que le condenó el Sevilla se hubiera consumado, como correspondía, en lugar de haberse arreglado convenientemente?

Por lo pronto, al sevillismo, la continuidad en primera del equipo colchonero, con el sustento impagable de la maquinaria militar a su servicio, le supuso cuanto menos la pérdida del campeonato de liga 1939-40, que los rojiblancos madrileños arrebataron a los sevillistas en la última jornada, aquella de la trágica tarde de El Bardín, con un Hércules de Alicante sospechosamente hipermotivado, pese a no jugarse nada clasificatoriamente hablando.

Pero esto ya es otra historia, que algún día contaremos.

martes, 29 de septiembre de 2009

Los rostros de la esperanza


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jueves, 24 de septiembre de 2009

Así es mi sevillismo



Mi sevillismo nació en mí antes de que yo naciera.
Es hijo de la luz, de la sangre, de la tierra.
Emigra de los sentidos, y vuela con los susurros
de la palabra cercana y simple, cocida en los moldes
de la Verdad que vivieron los nuestros.
No conoce impurezas, flota en el convencimiento,
y multiplica su fuerza cada día, alimentado
en los dones recibidos por parte y parte,
materna y paterna, cultivadas
en un mismo y feliz secreto.

Así es mi sevillismo.

Un sentimiento pétreo, unívoco, indestructible,
madurado en tardes eternas de mi infancia
con relatos de tiempos pretéritos, al calor
de unas manos antiguas. Imágenes que desfilan
ante los ojos de un niño, dentro de un flashback
en blanco y negro, fundido en las sienes plateadas
de la memoria amiga. Goleadas imposibles, noches
de tormenta, viejas hazañas de la “línea del miedo”
y la delantera “stuka”, piruetas del “ángel” Guillermo,
saltos del Marcelino atleta, y regates del Niño de Oro,
Pepillo o Kinké. Estampas de calzón largo,
pañuelo en la frente, campos pelados, y tres letras
orgullosamente entrelazadas, cosidas a fuego
en el pecho: S, F y C. Sevilla Football Club.

Así es mi sevillismo.

El recuerdo infantil de unos dedos temblorosos
que acarician su primera, blanca camisetilla
de algodón, en una mañana fría de seis de enero.
Números rojos que brillan al ritmo de la costura,
medias blancas, rojos vuelos y unos largos cordones
amarillos que giran y se abrazan con fuerza
infinita sobre los pies. Balón de reglamento
o pelota de guita y papel. Fútbol en las azoteas
y en los patios escolares. Gritos de gol por las calles
de mi barrio. Mercadillo de estampitas, sobre a 2,50:
“-Tengo, tengo, no tengo. Te la cambio por dos,
por tres …”

Así es mi sevillismo.

Un paisaje que sabe también de silencios, ritos
dominicales, aromas de tauromaquia, albero, sombras
de artificio que marcan una equis repetida
sobre el tapete de juego, eternos caminos de ida y vuelta
hacia la ilusión, desde el desencanto, atravesando
Sevilla entera. Viejas telas cruzadas en blanquirrojo
que bailan bajo el sol y la lluvia. Voces sabias
que encierran promesas de fe para dulces momentos
que nunca llegan. Lágrimas, sacrificio, ídolos
vulnerables, discusiones apasionadas,
y siempre, siempre, defensa a ultranza de lo mío,
de lo nuestro.

Así es mi sevillismo.

No solo reluce con el brillo de los cálices.
No se alimenta de mitos o falsas leyendas.
Prefiere continuar el camino por el solo
milagro de andar. Tres generaciones van ya,
y una cuarta asomando sus vientos
por las esquinas soñadas. Pura cepa
que augura más y mejor vida. Privilegio de nacer,
crecer, morir bajo el yugo sin fin
de la pasión sevillista.

Así es mi sevillismo.

El que aprendí de los míos, el que bebí
gota a gota de fuentes arcanas, un viaje
que envenena, que invita a soñar con héroes,
tragedias, grandeza y miserias, con páginas
de gloria limpia, y sed de orgullo infinito
en las traviesas del alma.

domingo, 20 de septiembre de 2009

El Sevilla pudo fichar a Pelé


Lo contaba el ya desaparecido Eugenio Montes Cabeza, Presidente del Sevilla Fútbol Club desde 1.973 hasta 1.984, aunque siempre vinculado a la entidad de Nervión desde muy joven, y a la cúpula blanca prácticamente desde que iniciara su pasantía como abogado en el despacho de su mentor, D. Ramón Sánchez-Pizjuán.

Antes de acceder a la presidencia, D. Eugenio estuvo integrado en diversas juntas directivas y siempre revoloteó alrededor de las elites del sevillismo, por no decir que formó parte de las mismas como miembro de pleno derecho. Era, pues, uno más de ese lobby que alguien calificó en una ocasión como el “senado” sevillista.

Entre sus innumerables cometidos, correspondió a D. Eugenio durante muchos años actuar de delegado en los desplazamientos del equipo, algo que en los años cincuenta del siglo pasado no era tan placentero como muchos podrían imaginar ahora.

Precisamente, Montes Cabeza encabezaba la expedición sevillista que en 1.957 realizó una gira por Sudamérica, como delegado de la junta directiva, por Brasil y Venezuela, donde se disputaría la llamada Pequeña Copa del Mundo.


Estando en Brasil, la expedición sevillista acudió a Maracaná a presenciar un encuentro doméstico, y allí el joven directivo sevillista fue informado por algún corredor de la época de la tremenda calidad de un jovencísimo futbolista que descollaba poderosamente en las filas del Santos, y que se llamaba Edson Arantes do Nascimento, “Pelé”.

Aquel pseudo-ofrecimiento no llegó a mayores, entre otras cosas porque Pelé era apenas un adolescente, de quince años, completamente desconocido, aunque saltaría a la fama apenas un año más tarde, en la fase final del Campeonato del Mundo de Suecia en 1958, proclamándose campeón con Brasil.

Las dificultades de contratación de un extranjero que además era menor de edad resultaban evidentes a los ojos de un gran jurista como D. Eugenio, pero aquel ofrecimiento ahí queda, para el anecdotario sevillista.

Treinta y cinco años más tarde, Diego Maradona, otra primerísima figura del fútbol mundial de todos los tiempos, vestiría la camiseta blanca del Sevilla Fútbol Club. De alguna forma, nos sacamos la espina por no haber sido capaces de optar a la adquisición de Pelé.

Nota final.- Un servidor tuvo el honor de ver jugar en directo a Pelé, en un partido del Santos contra el F.C. Barcelona en Cádiz, en agosto de 1974 (ver imagen superior). Apenas tenía cuatro añitos, pero fue tal la insistencia de mi padre en señalarme permanentemente “ahí está Pelé, y ahí Cruyff”, que aquello quedó grabado en mi memoria para siempre. Ocupábamos asiento en la primera fila del banco de pista del estadio gaditano, apoyados en aquella inolvidable baranda de cuadros de cemento encalado de Carranza. Nos hicieron incluso una fotografía que lamentablemente nunca llegó a nuestras manos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

A vueltas con la crítica


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jueves, 17 de septiembre de 2009

El mejor centrocampista de España


Era el pequeño de una saga de hermanos futbolistas, los Choya, formada por Juan Antonio, Vicente y nuestro protagonista, Jesús, todos ellos educados en la carretera de Utrera.



Desde muy joven se veía que podría ser alguien importante en esto del fútbol.

De la quinta del gran Francisco López Alfaro, el propio ursaonense comentaba que era uno de sus compañeros predilectos en el campo, y que se entendía con él a la perfección, lo cual no era de extrañar, pues hablaban el mismo idioma de la exquisitez futbolística.

Con un físico impresionante, alto, con gran dominio del juego aéreo, y buen disparo desde media distancia, Choya III, como llegó incluso a conocérsele en sus inicios, podía jugar de central, de líbero, de centrocampista en cualquier lugar de la zona ancha, pero su puesto natural, el más acorde a sus cualidades, era el de medio centro.



A mi modo de ver, Jesús Choya fue un jugador tremendamente inteligente en el campo, y uno de los futbolistas con mejor primer toque de los que he conocido con la camiseta sevillista, posiblemente porque era consciente de que uno de sus principales defectos era una cierta lentitud de movimientos, debida a su espigado físico, que únicamente podía subsanarse mediante una rápida entrega del balón al compañero mejor situado.

Dominaba a la perfección el juego de paredes y apoyos constantes en corto, con gran movilidad de la pelota, por eso a mí siempre me recordaba al danés Molby, gran jugador con físico parecido al de Jesús, incluso peor (bastante más gordito) que hizo unas temporadas fantásticas en la Premier con el Liverpool, sin salirse de su particular “loseta” en el terreno de juego.

Debutaría Jesús con el primer equipo de la mano de Manolo Cardo, pero fue sin duda el escocés Jock Wallace quien más confianza puso en su juego, hasta el punto de calificarlo como “el mejor centrocampista de España”, etiqueta que le perjudicaría enormemente ante la prensa y la afición.



En este punto, hay que reconocer que una parte importante de la grada no comulgaba con su fútbol. Se le acusaba de ralentizar el juego en exceso y de ciertas imprecisiones en el pase. A mi modo de ver, no todos los compañeros comprendían a Jesús ni tenían cualidades para responder a su novedosa manera de jugar al fútbol, sólo los mejor dotados técnicamente eran capaces de acompañarlo. En cierto modo, era un adelantado a su tiempo, y quizás hubiera podido encajar mejor en otro Sevilla, como por ejemplo el actual.

Con todo, sería Javier Azcargorta el técnico con quien Jesús alcanzaría las mejores cotas de su juego, hasta el punto de ser llamado a la selección olímpica. Sobre todo, brillaría en la primera temporada con el técnico vasco, cuando éste optó por un sistema 1-5-3-2, con Fernando bajo palos, Rafa Paz/Josimar en banda derecha, De la Fuente/McMinn en banda izquierda, Serna, Salguero y Jiménez de centrales, Jesús de pivote, flanqueado, nada más y nada menos, que por Francisco y Bengoechea, y en punta Ramón y Cholo/Moisés.


De esta época, me quedo con un comentario del gran Pablo Bengoechea, quien afirmaba que Jesús Choya era tan importante para el Sevilla como el palo central de una carpa circense. Si se mostraba firme, todo el equipo se mantenía firme, pero si temblaba, todo el equipo se tambaleaba y podía venirse abajo.

La temporada siguiente sus apariciones fueron más esporádicas. Ya era el Sevilla aquel equipo post-recalificación, al que se incorporaron Diego, Mino, Zúñiga, Polster y posteriormente, Dassaev. Aún así, disputaría este año el partido por el que posiblemente sea más recordado, uno de eterna rivalidad en el Benito Villamarín, donde suplía al lesionado Francisco en el eje de la medular, y en el que el Sevilla bordó el fútbol, sobre todo en una primera media hora de ensueño, aplastando al rival por tres goles a uno, el primero de ellos, obra precisamente de nuestro héroe de hoy. Aquella tarde, algún que otro conocido verdiblanco que había asistido al encuentro, me confesaría su admiración por la gran categoría futbolística de Jesús Choya.

En febrero de 1990, tras un frustrado intento de traspaso al Real Mallorca por treinta millones de pesetas, Jesús iniciaría un camino infernal de lesiones en la rodilla derecha que acabarían por inutilizar a este extraordinario futbolista para la práctica del fútbol. No fue fácil, no debió serlo, la retirada, ni la desvinculación de Jesús Choya del Sevilla Fútbol Club, es lógico y natural, dadas las circunstancias, y la posición a defender por cada parte, en los juicios que inevitablemente se sucedieron.

Desconozco que ha sido de él, después de tantos años, no lo conozco personalmente como casi a ningún jugador de los nuestros (lo prefiero, para así no desmitificar a ninguno de estos héroes) pero aquí tiene, desde la modestia de este pequeño rincón en la red, un sincero homenaje de un admirador suyo, que aún guarda en el recuerdo los mejores detalles de su fútbol de seda.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Un hallazgo en Lisboa


Ahora que vuelve la Copa de Europa al Ramón Sánchez-Pizjuán, quiero contaros una pequeña historia de hace cuatro años, que tiene mucho que ver con el Sevilla Fútbol Club y esta competición.

Fue en el verano de 2006. Aquel agosto pasé una semana de vacaciones con mi familia en Lisboa, calentando motores para la finalísima de la Supercopa de Europa que disputamos, y conquistamos, en Mónaco, pocos días después, aquel inolvidable viernes 25 de agosto, en que nos dimos nuestro primer baño de prestigio futbolístico de verdad, vapuleando al Barcelona ante los ojos atónitos de toda Europa.

Lisboa estaba atestada de turistas, mayoritariamente españoles, todo hay que decirlo, y allá que iba yo, orgulloso y feliz, luciendo mi polo rojo del Centenario, que me había acompañado ya en las exitosas jornadas de Gelsenkirchen y Eindhoven, con el escudo de nuestro Sevilla en el pecho, flanqueado por mi mujer y mi hija, disfrutando de cómo la gente –españoles y extranjeros- reconocía nuestros colores, tan frescas que estaban aún en las retinas las imágenes de nuestro triunfo uefo frente al “Boro”, apenas tres meses atrás.

Un día de domingo, pertrechado con mi mochila, y pateando esas interminables cuestas de los barrios altos lisboetas, tirando del carrito de mi hija pequeña, para más inri, me disponía a encontrar la famosa y pintoresca Cerveceria Trindade, que me había recomendado fervientemente mi gran amigo y, entonces aún compañero de trabajo, Pedro Monago, buen conocedor de la capital lusitana, y sevillista de pro donde los haya.

Doblando una esquina, apenas sin aliento, y soñando con la cerveza que me tomaría cuando llegásemos a nuestro objetivo, nos topamos con un mercadillo de libros y revistas en plena calle, al más puro estilo del “Jueves” sevillano, con mostradores improvisados sobre mesas plegables de campaña, mobiliario viejo e incluso mantas extendidas en el suelo.

Confieso no recordar el nombre de la calle, pero para quien tenga alguna duda, aquí está la prueba que corrobora este relato (la de la foto -camiseta blanca- es mi señora, y en el carrito, mi hija).



La curiosidad –y el gusto por los libros y las antigüedades- nos hizo detenernos en aquel sitio y ojear las mesas con el vetusto material que se mostraba a la venta. En uno de los puestos se apilaban lo que parecían ser revistas o periódicos deportivos de los años cincuenta y sesenta, con páginas sepias y algunas fotografías en color, que anunciaban tiempos felices del gran Benfica de Eusebio y Coluna y de su gran rival, el Sporting de Portugal.

De repente, al dar la vuelta a uno de esos periódicos, una fotografía coloreada llamó mi atención. Os prometo que fue un momento mágico, por inesperado y por la lejanía del lugar. La fotografía en sí no me resultaba familiar, porque para mí era inédita, no la había visto nunca antes en ninguna publicación, pero los jugadores eran inconfundibles para un fanático de la historia sevillista como yo, y la silueta simpar de nuestro escudo aún más.

Aquí tenéis el documento.



La revista se denomina Sport Ilustrado y data del 17 de septiembre de 1957.


Evidentemente, se trata de nuestro Sevilla Fútbol Club, rival en suerte en la Copa de Europa para el campeón portugués del momento, el Benfica lisboeta. La publicación se hacía eco del sorteo y anunciaba el enemigo al que tendría que enfrentarse el equipo local en la primera eliminatoria de la competición, en el lejano de septiembre de 1957.



En el interior figura una reseña de nuestro equipo, con párrafos extraordinarios como los siguientes:

"O futebol sevilhano já albergeu famosos "ases" do pais vizinho, como, per exemplo, J. Armet (Kinké), G Eizaguirre, Fede, Spencer, Campanal I, Alconero, Antúnez e tantos outros"

"Outra faceta simpática do Sevilha é que, tal como o Atletico de Bilbau, raras vezes tem utilizado jogadores estrangeiros e tem formado quase sempre os seus "ases" na "cantera" regional. A comprová-lo está o facto de a grande maioria dos seus jogadores serem andaluzes ou, como Campanal II, terem feito quase toda a sua carreira em clubes andaluzes"

Me hice también con el número siguiente, que daba cuenta de la derrota de los lisboetas en Nervión en el partido de ida, por tres goles a uno, señalando las esperanzas que mantenían de remontar.


Como sabemos, un empate a cero en el Estadio da Luz nos permitió pasar a los octavos de final. A ver si esta temporada superamos lo hecho hace tanto tiempo, y mejoramos nuestra particular plusmarca en la competición.

domingo, 13 de septiembre de 2009

¿Qué le pasa a Andrés Palop?


Ando últimamente preocupado con el estado de forma del gran Andrés Palop Cervera.

Me da la impresión de que el mejor portero de la historia del Sevilla Fútbol Club junto con Guillermo Eizaguirre y José María Busto no atraviesa por su mejor momento.

No está en el peso de otros años, ni tan fino como, por ejemplo, el Dr. Escribano nos lo dejó para la temporada 2005-2006, su mejor momento, a mi juicio, por encima incluso de ese mágico 2007, donde fue decisivo para la conquista de nuestra segunda UEFA Cup.

Lo que más me llama la atención es una cierta pérdida de reflejos, que no creo que se deba al paso de los años. En el gol de Mata en Valencia, en la primera jornada, el balón pasó apenas a medio metro de su cuerpo, e hizo la estatua. Es verdad que fue un tiro sorpresivo, pero desde fuera del área. Ayer, en el tanto de Arizmendi, volvió a repetirse la escena. Y eso antes no pasaba.

Desconozco las causas de este bajón, y sin ser psicoanalista, me atrevo a achacarlo a vaivenes de la moral. Posiblemente tengamos que “agradecérselo” al seleccionador nacional, Vicente del Bosque, que lo ha maltratado vilmente, no sólo por no convocarlo, sino porque ni siquiera le dio un minuto para lucir la internacionalidad en su ya de por sí brillante palmarés, a diferencia de lo hecho, sin ir más lejos, con su expupilo de la cantera galáctica, Diego López, a quien por supuesto le regaló a las primeras de cambio sus correspondientes minutos en el equipo nacional.

Estoy convencido de que, si se viera con opciones de acudir al Mundial de Sudáfrica, nuestro capitán tendría una motivación extra que, sin duda, haría mejorar su rendimiento.

Y ojo que con Fernando Navarro puede estar sucediendo algo parecido. Son humanos, pese a que algunos -entre los que me incluyo- predicamos no hace mucho la santidad del valenciano, y es lógico que ambos sufran las consecuencias de tamaño desprecio deportivo.

En cualquier caso, Andrés Palop, aún sin estar al cien por cien, sigue siendo un guardameta extraordinario, y un líder en el vestuario y en el campo, capaz incluso de dar alguna que otra asistencia de gol, como en el segundo tanto de ayer.

Ánimo, Andrés, te necesitamos, tanto aficionados como compañeros. Seguro que esta fase dubitativa pasará pronto. Sigues siendo uno de los grandes, y tienes al sevillismo en pleno dándote el calor y el apoyo que puedas necesitar.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Una cogorza de campeonato ... de Liga


Contaba Juan Arza de forma entrañable, en una entrevista con ocasión del Centenario, que las celebraciones por el título liguero conseguido aquel inolvidable 31 de marzo de 1946, gracias a un sufridísimo empate a uno contra el F.C. Barcelona en su feudo, fueron auténticamente memorables.

No es de extrañar, ya que en 1935, con la victoria en el Campeonato de España el año de su debut en primera división, había sucedido algo parecido.

En aquellos tiempos, el Sevilla Fútbol Club era, de largo, el equipo más poderoso de Andalucía, como casi siempre, y aún no habían hecho mella en su popularidad las campañas difamatorias lanzadas por sus más envidiosos enemigos.

Todavía no se había desatado la intentona verdiblanca por reventar la consecución del título liguero sevillista, con la inesperada resucitación del affaire Antúnez ante el General Moscardó, pero por suerte –y por justicia- los de la acera de enfrente no consiguieron aguarnos la fiesta.

La expedición de los campeones regresaba a casa en tren desde Barcelona, pero dados los requerimientos de las poblaciones cercanas, y sus correspondientes peñas sevillistas, que reclamaban “su derecho” a felicitar personalmente a los héroes de Les Corts, se decidió, con muy buen criterio por parte de la directiva, poner fin al trayecto ferroviario en Córdoba, y continuar hasta Sevilla por carretera, en autobús. De este modo, el equipo podría hacer parada en los diferentes pueblos del camino, para ser agasajado como Dios manda.


Desde Córdoba a Sevilla, las paradas fueron innumerables, lo que hizo que el trayecto, ya de por sí largo en aquellos tiempos, se dilatase una eternidad. En todas partes, la expedición tenía que poner pie a tierra, y visitar la peña sevillista o el casino local de turno, donde literalmente se les regaba en alcohol. Cada viva, cada hurra, venía seguido del correspondiente brindis, y créanme que entonces no se tomaban combinados, chupitos ni mariconadas de esas (con perdón). Había que jalarse unos cuantos vasos de vino tinto, que eran auténticas bombas de fuego para el organismo.


Así las cosas, entre las juergas nocturnas vividas en la propia Barcelona, el traqueteo del autobús por esas carreteras de Dios y las copas de tinto que se acumulaban en el estómago de los jugadores, la mayoría de ellos arribaron a Sevilla en lamentables condiciones, y muchos de ellos con una cogorza “en lo arto” como una catedral de grande.

El bueno de Juanito Arza contaba que, como él no bebía alcohol, llegó más o menos bien a Sevilla, pero que algunos compañeros, literalmente, eran incapaces de ponerse en pie.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

La guerra sucia contra el Sevilla Fútbol Club



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martes, 8 de septiembre de 2009

Familia Rojiblanca


El próximo jueves día 10, a las 19.00h, se iniciará dentro del magnífico programa “Familia Rojiblanca”, que se retransmite diariamente en directo desde Radio Estilo, 90.4 de FM, un apartado de historia sevillista.

En él participarán regularmente personas con gran conocimiento en estos aspectos como Don Carlos Romero (La Palangana Mecánica), Don Antonio Ramírez (Voladizo de Gol Sur) y Don Juan Luis Franco (colaborador de los anteriores blogs y de este mismo), así como su humilde servidor que escribe estas líneas. Don Carlos Romero ejercerá como presentador, y el programa se estructurará a modo de tertulia, charlando sobre aspectos históricos del fútbol sevillano y el sevillista en particular.

Tendremos importantes invitados, especialistas en estas lides, que aportarán luz allá donde hasta ahora solo había oscuridad.

Aunque comenzaremos este jueves, el apartado de historia del programa se hará habitualmente los miércoles, exceptuando aquellos en que nuestro club juegue la Champions, obviamente por la rabiosa actualidad que ello contrae.

Podréis participar y hacer vuestra consulta sobre la historia sevillista llamando al teléfono 954 90 74 16 o bien escribiendo al e-mail: familia.rojiblanca@yahoo.es.

No faltéis a la cita, os esperamos.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Señas de identidad

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domingo, 6 de septiembre de 2009

Addenda a "La verdad sobre el caso Antúnez"


Después de publicar el anterior post sobre el caso Antúnez, he comprobado que me quedaba un fleco muy significativo por resaltar, que merece otro post, aunque breve, por sí solo, para darle la importancia que tiene, a fin de demostrar las verdaderas intenciones del club de la Palmera.

Por si alguién tenía alguna duda, quiero dejar claro que el recurso verdiblanco interpuesto cuatro días después de certificarse el título liguero sevillista se dirigía a impugnar la decisión de las autoridades deportivas, que fue dictada por la Federación Española de Fútbol el 14 de febrero de 1946. Es decir, los rectores béticos esperaron nada menos que 50 días antes de decidirse a impugnar la resolución federativa, y lo hicieron justo después de que el Sevilla se proclamase campeón liguero.

¿Por qué esperaron tanto? Personalmente, no creo que fuese porque requiriesen todo ese tiempo para preparar el recurso, pues sus argumentos jurídicos siempre fueron los mismos, sin añadir nada nuevo. ¿La respuesta? Sin duda esperaron a ver si el Sevilla se proclamaba o no campeón liguero. De no haberlo conseguido, daba igual pedir la eliminación de los puntos conseguidos con el concurso de Antúnez. Sin embargo, como el Sevilla salió campeón, decidieron hacer todo lo posible por arrebatarle el título. Estremecedor.


Como perla, resaltar la publicidad que dieron al asunto para generar la máxima presión ambiental y hacerse las víctimas, por lo que fueron sancionados federativamente. ¿No les suena familiar esta particular "técnica"? A mí me recuerda a lo que alguien brillantemente calificó en cierta ocasión como "puro estilo Betis".

Quiero terminar con un llamamiento al sevillismo, estamos en la obligación de divulgar estos hechos. Tenemos que limpiar nuestra imagen ante tamaños atropellos de los manipuladores vediblancos. Ruego a quienes lean este post lo comuniquen a espuertas. Es hora ya de desenmascarar a los mentirosos. Toda colaboración es poca.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

La verdad sobre el caso Antúnez


Permítanme la licencia literaria de parafrasear al excelente novelista y ex-abogado Eduardo Mendoza para titular este post. Viene al pelo por su contenido jurídico, y egoístamente me sirve además como pequeño homenaje de admiración por los buenos ratos que me ha hecho pasar este verano la lectura de esa deliciosa joya titulada "El asombroso viaje de Pomponio Flato", que desde aquí recomiendo a quienes aún no la hayan leído.

Preámbulos aparte, vamos a lo nuestro, y al tema que hoy tenemos entre manos. Seguro que a algunos les provocará la misma flatulencia de Pomponio, y como éste, también divertirá a otros muchos.

El análisis de los materiales periodísticos que disponemos sobre el llamado caso Antúnez, vistos ahora por primera vez desde un ángulo jurídico más profundo, nos ofrece una pavorosa perspectiva de la realidad, que nada se parece al cuanto chino que nos han venido contando desde antiguo.

Estamos ante una de las mayores manipulaciones de la historia del fútbol y, sin duda alguna, ante la mayor insidia pretendida por un club de fútbol contra otro desde que el deporte rey se practica en nuestro país.

Claro que en esto de intentar buscar en los despachos lo que no han sabido conseguir sobre el terreno de juego nuestros vecinos son unos expertos, que se lo pregunten si no al Xerez, este mismo verano, o al Valladolid, Tenerife y Español, entre otros, años atrás, por no recordar el episodio de Lopera en la asamblea de la LFP de agosto de 1995, y su esperpético voto sobre la liga de 22 equipos. Como se suele decir, unos cardan la lana, y otros se llevan la fama.

No entraré a desentrañar todas las mentiras y vericuetos que jalonan la ignominiosa versión de los hechos propalada desde los rediles verdiblancos en el asunto de Antúnez, remitiéndome a lo ya publicado por mi amigo Carlos Romero, en lapalanganamecánica, o por Félix Martialay y Bernardo de Salazar en su libro “Las grandes mentiras del fútbol español”.

Como resumen de sus aportaciones, podríamos hablar de la maquinaria militar franquista de la posguerra puesta al servicio del “oprimido” (perdonen que me ría) club de la Palmera. Dicho de otro modo, los amigos Cuesta Monereo, Buruaga y Moscardó, entre otros, haciendo de las suyas.

Martialay y Salazar desmontaron la burda historia inventada por el victimismo verdiblanco, y Carlos además avanzaba hacia dónde podía estar el verdadero núcleo de la cuestión.

Hoy lo explicaremos aquí, con la contundencia que nos ofrecen las pruebas, y aplicando la lógica procesal que reside en los principios jurídicos de congruencia y de justicia rogada. A partir de aquí, quien quiera rebatirlo, tendrá que aportar las pruebas y los argumentos necesarios. Eso sí, no admitiremos como evidencias las historietas del abuelo ni ninguna de esas pseudo-historias béticas que han sido escritas por periodistas de pluma verderil.

El verdadero objetivo verdiblanco de la trama Antúnez era que el Sevilla Fútbol Club fuese desposeído de su máximo galardón, el Campeonato de Liga de la temporada 1945-46.

Tal aseveración se asienta sobre los siguientes argumentos:

1º).- Francisco Antúnez Espada debuta con el Sevilla F.C. ante el Real Madrid, el 27 de enero de 1.946, y se alinea en todos los partidos que restan hasta el final del campeonato, el 31 de marzo del mismo año, en total, diez partidos, en los que el club decano sumó quince puntos.

Antes del partido de su debut, el Sevilla había obtenido veintiún puntos, y ocupaba lugares de privilegio en la clasificación, en clara pugna por el título liguero con el At. Bilbao y el F.C. Barcelona. Por su parte, el Betis militaba, como tantas otras veces, en segunda división, sin opción alguna de ascenso.

Conviene no olvidar que éste es el contexto deportivo en el que surge el asunto, y en el que los dirigentes verdiblancos adoptan las decisiones que luego veremos.

2º).- La prensa destaca desde origen que el fichaje de Antúnez por el Sevilla F.C. trae causa en el interés de "Moncho" Encinas, entrenador nervionense, por reforzar el puesto de medio centro, como clave de éxito para las evidentes posibilidades que el equipo blanco tenía ya desde diciembre de acabar cantando el alirón liguero. Así se publicó el 24 de enero de 1946.


Esto es, desde un principio, los dirigentes verdiblancos eran conscientes de que cualquier desliz reglamentario en la contratación del jugador podía derivar en un daño deportivo hiperbólico para el equipo blanco, si llegasen a apreciarse irregularidades en el procedimiento de traspaso. No podemos afirmar que esto fuera así, es decir, que se urdiera una trama con este objetivo principal desde el primer momento, pero tampoco podemos descartarlo, y los acontecimientos posteriores, como enseguida veremos, más bien refuerzan esta última hipótesis que la primera.

3º).- La clasificación final de la Liga 1945-46 nos deja al Sevilla F.C. en la cúspide, con 36 puntos, tan sólo uno más que el subcampeón, F.C. Barcelona. No hubo colchón alguno entre el primer y el segundo clasificado. Cada punto fue absolutamente necesario para lograr el título.

4º).- Con la liga ya finalizada, y el Sevilla proclamado campeón sobre el campo, el Betis decide interponer recurso a la Delegación Nacional de Deportes, cuyo titular último era el amiguete Moscardó. No es difícil imaginar que este verdadero "as en la manga" constituía la guinda del pastel en la estrategia verdiblanca. Las botellas de champán se habían puesto ya a enfriar por los rectores palmerinos.

Insistimos en que esto sucedió tan sólo cuatro días después del telón liguero. El nuevo título sevillista quedaba, pues, en entredicho, por obra y gracia de las maniobras administrativas de los heliopolitanos. A ello se aplicaron con todas sus energías.



5º).- La resolución final del caso Antúnez se dictó el 10 de abril de 1.946, es decir, una semana y tres días después de que finalizase el campeonato liguero.

Según toda la prensa y fuentes que hemos podido comprobar, sin excepción, dicha resolución, dictada por la Delegación Nacional de Deportes, contenía un doble pronunciamiento. Por un lado, se anulaba el traspaso del jugador Antúnez al Sevilla Fútbol Club, pero por otro lado, y he aquí el quid de la cuestión, se le mantenían al Sevilla Fútbol Club todos los puntos obtenidos con el concurso del citado jugador.

Aquí tenemos la correspondiente reseña del Diario ABC, edición del jueves 11 de abril de 1946.


6º).- Desde un punto de vista jurídico, único oficial y verdaderamente relevante en este caso, que la resolución administrativa de la Delegación Nacional de Deportes, en su parte dispositiva o fallo, se pronunciara expresamente acerca del mantenimiento de los puntos ganados por el Sevilla en la Liga 1945-46 con la participación de Antúnez, sólo puede significar que el recurso verdiblanco pedía expresamente que dichos puntos le fuesen despojados al Sevilla F.C.

Es decir, la pretensión jurídica del Real Betis Balompié como entidad era quitarle la liga 45-46 al Sevilla.

La supuesta afrenta sufrida por los verdiblancos –según ellos, que su mejor jugador vistiera la camiseta sevillista- no tenía suficiente compensación con la anulación del traspaso. Podía haberse quedado en esto su pretensión, sin ir más allá, de hecho, ninguna otra consecuencia del asunto podía beneficiarle como club. Pero no, el objetivo, como decíamos, era que el Sevilla perdiese la Liga que había conquistado en los terrenos de juego.

Ya entonces el proceso administrativo –y el posterior contencioso-administrativo- en derecho español estaban informados por los principios de congruencia y de justicia rogada, que en resumen, y para no aburrir a los legos en derecho, vienen a significar que la resolución final del procedimiento debe resolver “todo” lo que ha sido planteado por el recurrente y “sólo” lo que ha sido planteado por éste.

Son estos principios los que nos permiten saber que, si la Delegación Nacional de Deportes se pronunció expresamente sobre los puntos obtenidos por el Sevilla fue porque el recurso de los béticos pedía que se les quitasen.

7º).- Algunos biempensados de filia verderil podrían pensar que el comportamiento de los rectores béticos estaba más que justificado, dado que siempre y en todo lugar debe prevalecer el estricto cumplimiento de los requisitos reglamentarios en cualquier traspaso de jugadores, y que igual que sucedió con Antúnez y el Sevilla, se habría actuado con otros jugadores y equipos.

Recordemos que el argumento jurídico único de la postura del Betis consistió en mantener que los directivos De la Torre y Hernández, que ejecutaron el trasvase de Antúnez al Sevilla, lo hicieron por su propia cuenta, sin el visto bueno del Presidente Benjumea, y ello pese a que hasta entonces, todos los traspasos realizados por la entidad fueron acordados por los citados dirigentes, sin el concurso del máximo mandatario, pues aquéllos constaban autorizados al efecto en los organismos federativos andaluz y nacional.

Pues hete aquí, ¡oh sorpresa!, que en la misma temporada, los verdiblancos traspasaron a los jugadores Muruaga y Bescos al Celta y Murcia, por mediación de la simpar pareja de directivos "incompetentes", y sin la intervención del Presidente, y sin embargo en estos casos no hubo reclamación alguna. Busquen en la resolución de la Delegación Nacional de Deportes arriba transcrita a ver si se pronuncia sobre estos dos traspasos. Ni mú. Que cada cual saque sus propias conclusiones.

8º).- Ahora sí, a la luz de esta perspectiva, por fin se comprenden las reacciones de las distintas federaciones y organismos que mostraron su desaprobación al injustísimo propósito verdiblanco con dimisiones en pleno y mensajes de solidaridad (ver lapalanganamecánica), entre ellos, el propio F.C. Barcelona, principal beneficiado en caso de haber prosperado el recurso verdiblanco, que rechazó de plano la obtención del título liguero por tejemanejes de despacho, si no era en lides deportivas. En esto, como en tantas otras cosas, se demuestra la diferencia de estilo entre un club grande como el catalán, y otro que prefiero no calificar como se merece.

No obstante, hay que reconocer a los verdiblancos una gran habilidad para darle la vuelta a la historia y una mayor persistencia para seguir reproduciendo la mentira como si la vida les fuese en ello. En fin, y pese a la dificultad intrínseca del asunto, ¿se imaginan Vds. qué macabra película nos hubieran contado si el Sevilla Fútbol Club, sin jugarse nada en el empeño, hubiera pretendido en los despachos arrebatar algún título a los palmerines?

martes, 1 de septiembre de 2009

Menos inseguridad y más osadía

Antes de nada, saludos a la gran familia sevillista y a la red bloguera en particular, y mis respetos y recuerdos a la memoria de Dani Jarque, sus allegados y todo el españolismo (con "ñ"), por su fallecimiento, sin duda alguna el suceso más relevante del verano futbolero.

Ya hemos vuelto de las vacaciones, que no es poco, visto lo visto, y empezamos a retomar la actividad ordinaria, con mucha ilusión y algunos temas incandescentes que espero ofreceros muy pronto. Para el retorno, hemos empezado suavemente con un post para Columnas Blancas, cómo no, sobre el partidito del domingo.

Os pongo el enlace, que podéis leer haciendo click aquí, y os invito como siempre a dejar vuestros comentarios.