lunes, 1 de marzo de 2010

El hijo de la Condesa (y II)


La llegada de Kinké a Sevilla sigue siendo un misterio.

Las versiones oficiales de la Historia del club blanco afirman que Kinké se congració con la expedición sevillista que había acudido a la capital de España, nada menos que para disputar su primera semifinal de Copa en 1917 contra el titular de la ciudad, cayendo vapuleado por ocho goles a uno.

Al parecer Juan Armet atisbó en la peculiarísima manera de jugar al fútbol de los sevillanos, pese al resultado encajado, un algo especial que estaba convencido que podría exprimirse adecuadamente con sus consejos y su incorporación al equipo.


Las versiones apócrifas apuntan sin embargo a posibles inclinaciones sentimentales hacia algún miembro de la expedición.

Nosotros señalamos también como nuevas líneas de investigación sobre la llegada de Kinké al Sevilla dos posibilidades:

En primer lugar, la intermediación de su paisano José María Miró y Trepats, quien fuera Presidente del Sevilla Fútbol Club desde el 18 de diciembre de 1912 hasta el 27 de junio de 1914, cabiéndole el honor de inaugurar el campo del Mercantil, y de inspirar la refundición de los Estatutos y Reglamentos de la sociedad aprobados en 1.914 bajo el mandato ya de Paco Alba, basados en los del F.C. Barcelona. Miró había sido anteriormente Presidente del Español, precisamente el equipo de Kinké, y era un gran conocedor y referente del fútbol catalán. Sabemos que en 1917 residía en Madrid y que había acompañado y agasajado a la expedición sevillista con ocasión de aquella visita copera.

En segundo lugar, las conexiones familiares de origen irlandés y escocés, principalmente por parte materna, con las actividades deportivas desarrolladas por los Gordon con epicentro en Jerez y que salpican la propia gestación del Sevilla Football Club desde finales del XIX hasta su fundación definitiva en octubre de 1905.

Lo cierto es que el Campeón de Andalucía, con la llegada de Kinké al equipo, dio un salto de calidad que le permitió dominar el cotarro futbolístico andaluz durante más de una década, y sentar desde entonces una superioridad insultante que aún hoy perdura, con más fuerza si cabe que nunca.


Gracias a los consejos del catalán, el Sevilla triunfó en la vuelta de las semifinales coperas contra el Madrid por dos goles a uno, y tras su exitoso debut como jugador contra el SAR Alfonso XII de Mallorca, Kinké ya no dejaría de comandar el once sevillista.

Sevilla le vino al genio de Armet como una pradera inmensa a un joven caballo salvaje.

A mil kilómetros de distancia de su tierra natal, con veintidós años de edad, Juan Armet había encontrado un lugar y unas gentes con las que podía expresarse humana y futbolísticamente con plena libertad.

Por fin podía dar rienda suelta a su personalidad fuera de lo común, al margen del encorsetado mundo de la high society catalana y lejos de las obligaciones y los compromisos político-familiares que le asfixiaban.

Inmediatamente se convirtió en un personaje influyente dentro y fuera del campo para la sociedad sevillista, un ídolo para la afición … y para sus propios compañeros.


Los chavales de la cantera blanca se pirraban por entrenar con él.

Pepe Brand, Manolo Ocaña, y otros juveniles de la primera época contaban entusiasmados las enseñanzas de aquel líder y su virtuosismo con el balón.

Mis recuerdos son los de un jugador infantil que comenzó en el pelado campo de la plaza de Santa Cruz y acabó entrenando infantiles, antes de entrenar a los mayores. El veneno que en forma de afición y de sevillismo llegó a mí está intacto, y el recuerdo de los inolvidables Leconte y Paco Alba está tan vivo en mi corazón como en mi memoria el recuerdo también de aquel primer día en el que me dijeron al salir de la fábrica de Artillería, donde trabajaba en unión de Villagrán y Sedeño:

- ¡Pepe corre! ... ¡Que ha llegado Kinké y va a entrenar con nosotros!

Aquello fue para mí el tiro de gracia, y desde aquel instante hasta el presente, el fútbol y yo, románticamente, somos la misma cosa ...

"Recuerdos y añoranzas de un infantil que acabó entrenando infantiles" por Pepe Brand (1955).

Y a su lado, Enrique Gómez Muñoz, Spencer, se convirtió en el más grande footballer de Andalucía.

Su prestigio iba más allá de Sevilla y de Andalucía.

Los rivales, incluso la prensa, le respetaban.

Su popularidad era enorme, véase aquí por ejemplo esta letra de chotis:


Era constantemente reclamado para reforzar a otros equipos y alinearse en combinados especiales formados para competir en partidos de postín.

Aquí lo tenemos con el F.C. Barcelona:



Y aquí con el Real Madrid:

Y sin embargo, como en tantas otras ocasiones volvería a suceder con grandes figuras sevillistas, nunca fue internacional por España (sí con Cataluña y Sevilla -en la imagen inferior-).



Quizás pesara en ello su inevitable tendencia a preferir lo bello sobre lo efectivo, aunque estuvo en todas las quinielas para haber debutado en la Olimpiada de Amberes de 1920.

El seleccionador de entonces, Paco Bru, lo incluyó en el primer draft de posibles, junto a Pepe Brand, y aunque finalmente no engrosó la lista definitiva de expedicionarios, se refería a él (y a sus compañeros) con verdadera admiración y en términos elogiosos:


Entre sus méritos deportivos, amén de un estimable palmarés, suele destacarse la creación de la escuela sevillana (rectius, sevillista) de fútbol o, más bien, su depuración y puesta de largo a nivel nacional.

Así como la formación de la famosísima línea del miedo, una delantera mítica integrada por él mismo, junto a Escobar, Spencer, León y Brand.


Colgaría las botas en el club decano, hacia 1926.


Aunque a punto estuvo de reaparecer un par de años más tarde, cuando los blancos atravesaron su primera crisis seria.

Y se celebró un torneo para homenajearlo, según relataba deliciosamente Voladizo de Gol Sur, en esta memorable entrada.

Tras dejar el fútbol activo se convirtió en entrenador, aunque curiosamente nunca llegó a ejercer en su equipo del alma. Lo hizo con éxito en el eterno rival, en el Real Madrid, en el Real Murcia, incluso en el Mirandilla, pero nunca se sentó en el banquillo del Sevilla Fútbol Club.

No obstante, la entidad sevillista, bajo la presidencia del Barón de Gracia Real, decidió concederle una pensión vitalicia en agradecimiento a los servicios prestados y como reconocimiento a la importancia de su figura, auténtico catalizador de un Sevilla grande y poderoso que sin él difícilmente hubiera alcanzado las cotas de éxito deportivo de las que hoy podemos presumir sus fieles.

Estamos en octubre de 1956, y volvemos a la habitación de Juan.

Ha pasado un año y aún se lamenta con amargura de no haber podido estar presente en las Bodas de Oro del Sevilla Fútbol Club.

Llueve, sopla el viento de otoño, y tiembla la madera en las ventanas de la pensión.

Un halo sombrío cubre su rostro de gentleman.

Solo, pero dignamente, desaparece el genio, Juan Armet de Castellví.

Se apaga la luz del Kinké.

Pero queda la Historia para mantener viva la llama eterna de su recuerdo.

Por los siglos de los siglos.

Advertencia final para despistados y/o desmemoriados.- Juan Armet de Castellví “Kinké” ha sido probablemente el futbolista más decisivo en el devenir de la Historia del Sevilla Fútbol Club, porque fue quien confirió carácter y estilo propios a una entidad que hasta su llegada carecía en lo deportivo de lo más difícil de tener, esa personalidad definida y singular que lo distinguía de cualquier otro club. Gracias a él, se consolidaron los cimientos deportivos de un Sevilla grande y avasallador en Andalucía, reconocido y respetado en España entera, y reclamado incluso fuera de nuestro país. Forma parte del Olimpo más selecto de nuestros dioses, junto con G. Eizaguirre, Spencer, Campanal I, Arza, Campanal II y las estrellas modernas del Sevilla triunfal del siglo XXI.

6 comentarios:

  1. Saludos.

    MONUMENTAL.

    Fantástico, D. Jose Enrique. Fantástico.

    La Historia, la Forma, el Fondo... todo un compendio de cómo contar los hechos. Deberíamos tomar buena nota del modelo a imitar.

    Gracias, amigo.

    Me quito el sombrero cien veces.

    Cuídate.

    ResponderEliminar
  2. Kinké nuestro que estás en los cielos,
    bajo un sombrero de ala ancha o con el escudo de Lafita en el pecho.
    Luz de la gloria sevillista sea tu nombre,
    venga a nosotros tu escuela sevillana.
    Hágase tu ideal del fútbol sobre los campos de tierra andaluces.
    Pon en las botas de los nuestros la magia de tu sabiduría.
    Perdona tantos defensas
    (es el fútbol “moderno” que tú no entiendes),
    No nos dejes caer en el patadón
    Y líbranos de las “patás”
    Amén

    ResponderEliminar
  3. Como no venía de serie, he puesto música de Miklos Rozsa antes de empezar a leer.

    Este post hay que volver otro día y disfrutarlo de nuevo.

    Este post será de esos que no te cansas de leer, y aunque te lo sepas de memoria, te sorprenderá el renglón siguiente.

    Obra Maestra.

    Como en el teatro de antes, para que salga a saludar, grito eso de: "Autor, autor, autor".

    ResponderEliminar
  4. Un post (bueno dos) fantástico. Todo un regalo su lectura.

    Siendo el fútbol de principios de siglo un deporte practicado mayormente por la clase acomodada me resulta curioso que algunos ocultaran sus verdaderos nombres.

    ResponderEliminar
  5. Muy buen artículo, aprovecho el comentario para pedir que hables de aquella Copa del año 21, en la cual nos descalificaron cuando ibamos a jugar la Final como favoritos.

    ResponderEliminar
  6. Buenos di'as,

    Me han encantado las dos entregas. Un aut'entico deleite.

    Muchas gracias por compartir con todos historias tan lindas.

    er caraco' lento

    ResponderEliminar