El 24 de noviembre de 1859, Charles Darwin publicó su famosísima obra “El origen de las especies”, que sienta las bases para eso que la sabiduría popular ha transformado después en un simple y clarificador “el hombre procede del mono”. Aquel libro supuso una auténtica revolución en su tiempo, y su autor fue tachado de lunático, de querer cambiar las cosas asentadas a lo largo de los tiempos y de contradecir las creencias tenidas por seguras, siendo atacado ferozmente por aquellos que veían en las tesis darwinianas un peligro cierto para sus intereses, para su medio de vida, para justificar su propia existencia.
Hoy día, un siglo y medio después, nadie duda de que aquel postulado básico, “el hombre desciende del mono”, es una realidad científica incuestionable. Todos tenemos claro que no puede comprenderse la aparición del “homo sapiens” sin su antecedente animal, pues el hombre no deja de ser una versión perfeccionada del mono, fruto de una evolución que explica el fenómeno y sin la cual, el ser humano, tal y como hoy lo conocemos, no existiría. ¿Significa esto que el mono y el hombre son la misma cosa? Evidentemente no, son especies distintas. Pero desde un punto de vista científico, antropológico, histórico, resulta imposible enfrentarse a la esencia del ser humano sin considerar su evolución en el marco del reino animal.
Hace escasos años, salió a la luz un dato hasta entonces desconocido, incluso manipulado, quién sabe en razón de qué oscuros intereses. A principios de 1890 una entidad denominada Sevilla Football Club había organizado la primera partida de fútbol asociación en España, siendo también la primera sociedad de nuestro país dedicada específicamente al football, por delante de cualquier otra. Los investigadores que no despreciaron aquel dato y que siguen analizándolo en profundidad desde entonces no han dejado de ser atacados, de forma furibunda y despreciable, por parte de quienes ven en aquella información el inevitable punto final para el cuento de hadas en el que se creían instalados de por vida. Tanto más feroces son sus ataques cuán contundentes son los datos que siguen apareciendo. Pero está bien que así sigan, su propia ira delata la fortaleza de este descubrimiento.
¿Significa entonces lo expuesto que el Sevilla Football Club de 1890 y el Sevilla Football Club de 1905 son la misma cosa? Puede que sí, puede que no. Las investigaciones siguen su curso de forma imparable y ya veremos adónde conducen. Pero sea cual fuere la respuesta a esta pregunta, hay un hecho incontestable. El Sevilla Football Club de 1905 tiene su antecedente histórico necesario en el Sevilla Football Club de 1890, y es una versión avanzada, perfeccionada de aquél. Es el fruto de la evolución. Ningún historiador serio puede pretender hoy escribir una Historia del Sevilla Fútbol Club, ni siquiera del fútbol español, sin colocar donde le corresponde al Sevilla Football Club de 1890, y sin referirse a sus indudables conexiones históricas con el Sevilla Football Club de 1905. Los enemigos de esta realidad, que no son más que los envidiosos enemigos del Sevilla Fútbol Club, cuentan con muchos menos argumentos para soportar las conexiones entre otros clubes primitivos del panorama español y sus sucesores futbolísticos actuales, o incluso para datar su propia existencia. Así que tengan cuidado con la que se les viene encima. La Historia juega en su contra.
Todo esto viene al caso después de la extraordinaria respuesta que el sevillismo unido, una vez más, tuvo ayer en la red de redes, a través de su brazo armado internauta, para colocar en el lugar que se merece una efeméride tan significada como la disputa de la primera partida de fútbol asociación en territorio español, el 8 de marzo de 1890, para disgusto de algunos, y pese al amotinamiento de otros, cada vez más inmensa minoría.
Inevitablemente seguirán tachando de desquiciados a los investigadores del Sevilla Football Club de 1890, seguiremos escuchando cada vez más insultos en lugar de argumentos para tratar de socavarlos, pero el tiempo, como a Darwin, les dará la razón. Hoy podrán ser unos revolucionarios, incluso unos sacrílegos, a la vista (corta vista) de algunos, pero dentro de unos cuantos años, con la perspectiva temporal adecuada, serán reconocidos por su labor seria y concienzuda en pos de la Verdad. Pese a quien pese. Duela a quien duela.
Gran post Enrique y bien traido el ejemplo.
ResponderEliminarHabrá que seguir indagando en si 1890 y 1905 son la misma especie o si hay una evolución de una especie a otra, pero de lo que estoy seguro es que no hablamos de la evolución del Australopithecus al Homo Sapiens, si no más bien del Homo Sapiens al Homo Sapiens Sapiens (no hay más que ver el nombre).
Un saludo.
PD: En cosas como esta se ve la gran idea que fué la creación de la Pepe Brand.
Diga usted que sí y no seré yo el que cambie ni una sola coma a este escrito. Un escrito que habrá que releer dentro de unos años para ver qué sensaciones nos produce y ya se me eriza el pelo de pensarlo.
ResponderEliminarLa Historia de la Historia.
Un abrazo.
Algunas veces no hace falta nada más que nos expliquen algo para darnos cuenta que no tiene más remedio que ser así.
ResponderEliminarLo hemos visto muchas veces y pasa desapercibido.
Eso era, ya lo ha dicho el autor de este post.
Ya todso teemos abiertos los ojos, ¡qué fácil era!
Este blog, desde luego es darwiniano totalmeente, cada generación de artículos lleva una mutación que los hace (todavía) mejor que los anteriores.
Saludos.
ResponderEliminarEn efecto y frente a los creacionistas, la evolución natural de la Especie, la Blanca Y Roja, que sigue eclosionando sin parar.
Tío... llamarme a mí maestro después de leerte las cosas que te leo, tiene mandanga.
Y la imaginación al poder.
Brillante.
Cuídate.
"Bendito sea Dios que nos hizo personas, pudiendo habernos hecho micos o monas".
ResponderEliminarAunque pensándolo bien hay mucho mico y mucha...mona suelta por ahí bajo el signo de la cruz, ¿será la Cruzcampo por lo beodas de ciertas conclusiones?
Cuando uno lee estos articulos se da cuenta de lo pequeñito que es ante personas como tú,eres grande Jose Enrique y no me digas que no,que no te lo voy a aceptar,un abrazo crack.
ResponderEliminarSi alguna vez llego a decir:
ResponderEliminar"el primer eslabón de esa cadena evolutiva que llega hasta hoy", refiriéndome a este Club, que sepa todo el mundo que no se me hubiera ocurrido si alguien no hubiera enunciado esta teoría del origen de los sevillistas.
Gracias por alumbrarnos.
Ahora, a por el eslabón perdido.
El hecho de que un descendiente de uno de aquellos sevillistas de 1890, participara en la constutución del SFC 1905 que hoy conocemos ya sería para muchos más que una prueba de la relación existente entre ambos clubes.
ResponderEliminarDe todas formas, ¿no había por ahí un blog de Mr. Isaías White? ¡a qué esperan!