miércoles, 25 de noviembre de 2009

Un viejo carné de los setenta


Llevó más de veinticinco años como socio del Sevilla Fútbol Club de forma ininterrumpida, básicamente, desde que mis padres, ante mis persistentes reivindicaciones de adolescente, me permitieron ir al fútbol todos los domingos junto a mi hermano mayor Manuel, que tiene algunos meses más que yo de antigüedad en la nómina sevillista. Pertenezco pues a ese colectivo de privilegiados a los que el Consejo que preside José María del Nido tilda de Fieles de Nervión.

A estos años de fidelidad en blanco y rojo sin interrupciones hay que sumarles unos cuantos añitos más sueltos, con carné de infantil/juvenil, de la mano de mi padre y de mi tío Antonio, con aquellos abonos de cartulina blanca con escuditos grises, plastificados y con foto en blanco y negro, que se recogían con toda la ilusión del mundo haciendo la liturgia nostálgica de la calle Harinas, mes de agosto en Sevilla, con guayaberas de color crudo y pantalones de “mil rayitas” en derredor, y más de cuarenta grados a la sombra, que se soportaban mucho mejor que ahora en aquellas oficinas señoriales de techos altos y suelo de mármol de nuestra sede social.

Casi sin caer en la cuenta, va uno acumulando ya bastantes jornadas de fútbol de carné (unos treinta años, calculo) y también muchísimas tardes de sevillismo militante con modestas entradas de infantil, a cien pesetas, acompañando a cualquiera de mis tíos al estadio, que yo me acoplaba con quien fuera si de acudir a la Bombonera se trataba. Los tiempos han cambiado, pero la esperanza al marchar hacia el Ramón Sánchez-Pizjuán sigue siendo la misma. Sólo hay que fijarse en los críos que acuden al campo para ver a sus ídolos y fotografiarse con ellos.

Precisamente uno de mis tíos, mi tío Paco, guardaba como oro en paño en su mesita de noche su carné sevillista, ese pasaporte al palacio de los sueños que es la mole de Nervión. Aquel carné me maravillaba siendo niño, no sólo por lo que significaba, el acceso a nuestro templo sagrado, sino por su propia estética, aún hoy día insuperable. Estamos, en mi opinión, ante el carné del Sevilla más bonito que uno recuerda, y mira que han pasado muchos por mis manos, con un diseño espectacular que bien podría recuperarse para cualquier evento u ocasión que se presente, con dos motivos principales: el escudo, en su versión previa al diseño de Santiago del Campo, y sobre todo, la réplica de la maqueta de nuestra casa, la de todos los sevillistas, con una bellísima morfología que nunca ha llegado a reproducirse del todo y unos colores impresionantes: rojo sangre en las paredes, salpicado por el blanco de cornisas y ventanas, una combinación con aires maestrantes para un coso futbolero donde el deporte rey se ha hizo arte para siempre desde los lejanos tiempos de la línea del miedo.

Ese maravilloso carné forma parte de mi colección de fetiches, e inevitablemente me transporta a aquellas tardes de autobús con la Peña Sevillista de Santa Cecilia, que cogíamos en la Plaza de San Martín de Porres, en el barrio del Tardón, muy cerquita de su casa. En aquel mismo autobús, un domingo de mayo de 1980, hicimos el trayecto a un estadio que viviría una hazaña sin par, la victoria a la heroica del club decano ante un equipo invencible, con notables bajas en nuestras filas, por lesiones y sanciones, y un par de expulsiones injustas durante el encuentro. Ni aún así pudieron con nosotros, claro que aquella jornada, un pibe al que apodaban terrible, quiso pasar a la historia del fútbol español con un gol de antología al mejor portero del momento. Dicen que los grandes toreros son capaces de parar el tiempo. Aquel número 11 también (aunque luciera el 7 aquella tarde). Todavía recuerdo el chasquido seco de su derechazo desde el borde del área … Y tú, ¿lo recuerdas? Como para olvidarlo, ¿verdad?

2 comentarios:

  1. Precioso carné.

    Un detalle de la maqueta del campo, no está el mosaico.

    Ese carné tiene un mérito añadido, es de Segunda División, con carné así en la cartera se puede hablar en sevillista con mucha autoridad.

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  2. Gracias Cornelio,
    De Segunda División son mis primeros recuerdos sevillistas. Parece mentira. Ayuda a tener una buena pespectiva de los tiempos actuales.

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