miércoles, 18 de noviembre de 2009

Ni el doctor House lo hubiera adivinado


La anécdota la contaba con seriedad, sin estridencias, su protagonista, el doctor Leal Castaño, allá por el año 1955, cuando las Bodas de Oro.

Y también la relataba, con su guasa socarrona, ribeteada de humor negro, el irrepetible Padre Federico Pérez Estudillo, capellán del club, y sevillista hasta la médula, en la revista Sevillismo, segunda época.

Jugaba el Sevilla Fútbol Club en el viejo Nervión contra el Real Oviedo, cuando en un lance fortuito, el delantero blanco de turno chocó con el guardameta visitante, Óscar, que valientemente se había lanzado a sus pies para interceptar el tiro.


El porrazo en la cabeza fue tan fuerte que el portero asturiano quedó conmocionado en el suelo, sin sentido, debiendo ser retirado por las asistencias a los vestuarios, aquel viejo caserón de estilo vasco situado en la esquina de gol norte con preferencia.

En aquellos tiempos no se estilaba que los equipos viajasen con su propio médico en la expedición, por lo que, en caso de existir alguna urgencia, los jugadores eran atendidos por el médico del club local.

Don Antonio Leal Castaño era todo un experto en esto de pasar de la grada a la "enfermería", no en vano era también el cirujano jefe de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, aunque su oronda figura le hacía demorarse un pelín más de la cuenta en este tipo de desplazamientos.

Cuando el doctor Leal llega a los vestuarios, apaga su inevitable puro habano y se descubre la cabeza, colgando su mascota detrás de la puerta.

Allí se encuentra al futbolista lesionado tumbado en una camilla y rodeado de los directivos del equipo rival, todos con rostro muy serio y compungido, pues Óscar no reaccionaba a los estímulos para reanimarlo.

Con su acostumbrada pericia, Don Antonio empieza a explorarlo, y enciende una cerilla para comprobar si se dilatan sus pupilas al acercársela a los ojos.

No hay reacción alguna.

Es en este momento cuando, con la cara pálida por las circunstancias, da un paso a atrás, y comunica a los rectores del club ovetense la trágica noticia:

- Señores, este jugador está muerto.

Al instante, los directivos del Real Oviedo empiezan con unas risas por lo bajini de lo más cabreante, a la par que Óscar comienza tímidamente a reaccionar de su fuerte aturdimiento.

Las carcajadas entre los expedicionarios ovetenses se hacen ya atronadoras, ante la perplejidad del médico sevillista.

Un directivo asturiano consigue, no sin esfuerzo, poner fin al asunto:

- Doctor, no se preocupe, la pupila de Óscar no dilata … porque tiene el ojo de cristal.

4 comentarios:

  1. Eso se avisa joder,me imagino la cara del bueno del doctor al enterarse del dichoso ojito de cristal,menudas historias te marcas hermano,me encanta leerte y aprender y a seguir sumando conocimientos y anecdotas historicas de nuestro club mas que centenario,un abrazo Jose Enrique.

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  2. Gracias Papi, un fuerte abrazo también para ti.

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  3. Cada vez consigues sorprendernos y como dice Papi, aprender cosas nuevas de nuestra historia. Esta vez además, con el punto de humor. Grande el Padre Estudillo !!
    Gracias por existir.

    Un saludo

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  4. Gracias querida Puerta 15. Del padre Estudillo conteremos alguna anécdota que otra en una próxima ocasión. Y no exageres con los halagos, que me abrumas. Aquí seguimos.

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