El ínclito Carlos Herrera, ese personajillo de dudosa catadura moral que todos sabemos cómo se ha ganado el prestigio social del que hoy goza, ha reaparecido en el cotarro futbolístico casero.
Como buen advenedizo, nos da una nueva lección de sevillanía.
Él que vino al mundo precisamente en la muy hispalense localidad de Cuevas del Almanzora (por los cojones).
Siempre dispuesto a no perder puntada si la ocasión es propicia para caernos en gracia, tan necesitados como estamos de que venga a bendecirnos con sus dotes de encantamiento.
No es la primera vez, y me temo que no será la última.
Definitivamente estoy seguro, porque el personaje que calza (no es más que eso, un personaje, una pose), es más falso que el bigote comprado en Pichardo que ha lucido durante tantos años.
Sabe engañar, embaucar, tela de bien.
Embelesa a quien se deja embelesar, y siempre hay incautos dispuestos a dejarse hacer una barriga.
Aparece cuando la brisa es favorable, esconde el pescuezo si vienen mal dadas.
Se orienta rápido cuando huele un resquicio que prometa popularidad, aunque no tenga ni pajolera idea de dónde se mete.
¿Respeto? Le importa un carajo, la verdad.
El tío, como es muy guay, sabe mucho de todo. Una eminencia.
De fútbol, copla, cofradías, política y hasta cocina.
Les diré, por si ustedes no conocen el dato, que es el auténtico, único y patentado descubridor del langostino de Sanlúcar de Barrameda.
Practica el onegerismo (de ONG, no piensen cosas raras). Ha logrado colocar a su señora en la tele y todo, pese a que cada día de programa bate el record mundial de pifiazos en directo. No importa, es una tele pública que pagamos ustedes y yo.
Para colmo, hace unos años le dieron un pregón, cuando tantos meritorios se han quedado en el camino. La verdad es que el tío deslumbró en el Maestranza, con aquella corbata y aquel chaleco amarillo eléctrico bajo el chaqué.
En fin, volviendo al fútbol, que es lo que nos interesa, le recordamos esa especialidad tan suya de arrimarse al ascua que más simpatías le reporte, en forma de pasta (italiana, claro).
Para ello escoge el camino fácil que siempre eligen los más inmorales: el más rápido y eficaz.
Antes que gastar tiempo y esfuerzos en comprender por qué amar al Betis (algo lícito por otra parte), mejor nos dedicamos públicamente a denostar a su rival, siempre dará mayor rédito.
¿Os acordáis de su resentimiento con Barbeito cuando alzamos el paraguero de IKEA en Eindhoven?
Lo cierto es que cuando de este individuo se trata, me cuesta trabajo sacarme de la mente esa imagen suya compartiendo la presentación de uno de esos cutre-programas de Canal Sur (cómo no) con el/la genial Bibi Andersen, su alma gemela, tan parecido/as, tan mono/as ello/as, tan falso/as de toda falsedad.
Pese a todo, puede más que esa imagen esta otra, demostración empírica de lo que hablamos.
Una entrevista agria, auténtico interrogatorio carcelario, poniendo entre la espada y la pared al entrevistado, haciéndole pasar un muy mal rato, para poner al descubierto las maldades que el protagonista ocultaba, el daño que le estaba haciendo a su Betis.
Sin duda alguna, un trabajo periodístico digno de premio Pullitzer.
Ahora el tipo se pasea por ahí grabando para los opositores ese peaso de anuncio que abre el post.
Y lo aplauden.
Y lo aplauden.
A lo mejor incluso fueron a buscarlo para que participase en el video.
Como diría mi amigo Carlos Romero (este Carlos sí que vale), ¿qué me he perdido?
Si fuera bético, me sentiría estafado, pero no lo soy (a Dios gracias).
Por eso, simplemente, me produce tristeza, y asco, verdadero asco.
Un magnífico video promocional, una magnífica idea, un pésimo casting.
Pero ¡ojo! que parece que la pertinaz amnesia histórica verdiblanca puede haber reaparecido.
Ya saben, esa curiosa enfermedad que tiene el don de borrar de sus mentes todo aquello que interese.
Detergente de imagen, Don Limpio y sus poderes.
Mucho cuidado con este síndrome, pues mal curado, es capaz de provocar una grave recaída.
Y no es plan elevar nuevamente a los altares a un Don Manué cualquiera por otros veinte años, que nos cuesta mucho dinero a los sufridos contribuyentes quitárnoslo de en medio.
Apéndice.- Mi amigo Cornelio, que es un lince (gracias, monstruo), me aporta la perla que adjunto para documentar que el susodicho Herrera, además de todo lo ya expuesto, es un indocumentado, algo impropio de un profesional de los medios, aunque desgraciadamente, bastante habitual. Mienta usted, que algo queda.
Le corrige aquí, mi amigo Antonio Ramírez, con su habitual maestría, desde su Voladizo.
Que sigan dándole cuerda.
Apéndice.- Mi amigo Cornelio, que es un lince (gracias, monstruo), me aporta la perla que adjunto para documentar que el susodicho Herrera, además de todo lo ya expuesto, es un indocumentado, algo impropio de un profesional de los medios, aunque desgraciadamente, bastante habitual. Mienta usted, que algo queda.
Le corrige aquí, mi amigo Antonio Ramírez, con su habitual maestría, desde su Voladizo.
Que sigan dándole cuerda.
Sí, efectiviguonder el individuo en cuestión inventó la pólvora hace relativamente poco tiempo. Al igual que descubrió el camino del Rocío y el modus operandi de realizarlo sin que falte un peregil, faltaría más. Quizá haya que recordarle que cuando él habitaba en su pueblo de Almería o en su Mataró de su alma y pensaba que "rocío" era la suave lluvia de cada amanecer o el nombre de una folklórica -qepd- ya llevabamos varios siglos haciendo romerías por aquí.
ResponderEliminarCulé hasta la médula, no entiendo como puede compartir pasiones futboleras, eso es de catetos, bueno sí lo sé... Un dia la mili le trajo a Sevilla, y como buen forastero -como aquellos montañeses que venían buscando fortuna- el odio visceral hacia la ciudad que le acoge le hace mirar hacia otra parte cuando le nombran SEVILLA, y se hace bético desde chiquetito, con caracter retroactivo vamos...y hasta sesea con un malage digno de esparadrapearle la boca...
Un tipo despreciable, que encima presume de caballero mientras se lo lleva calentito de todos los andaluces por su cara bonita y su facha, pero facha.
ResponderEliminarEn el vídeo solo falta Almansa.