En su magnífico libro "Historia de los 55 años del Sevilla C.F." (Sevilla, 1.961), el periodista Francisco García Montes, "Juan Tribuna", nos relataba el siguiente episodio:
"Cuando ya el campo de la Reina Victoria pareció que iba a ser la definitiva casa deportiva del Sevilla, la providencia tenía dispuesto otros caminos para el quehacer futuro de la ya prestigiosa sociedad. Desahuciado el club decano de su bonito, acogedor y tan querido campo de fútbol no hubo más remedio que buscar un nuevo emplazamiento ..."
Años antes, Arturo Otero, primer biógrafo de la entidad sevillista, explicaba con mayor detalle este episodio:
"Nuevamente las obras de ensanche y embellecimiento urbano de la capital habían obligado al Sevilla F.C. a cambiar el campo de emplazamiento. La proximidad de la Exposición Iberoamericana imponía la reforma de la avenida Reina Victoria, que en lo sucesivo había de ocupar parte de lo que hasta entonces había sido emplazamiento del campo del Sevilla F.C."
Así pues, en puertas de la Exposición del 29, las autoridades públicas sevillanas obligaban al Sevilla a mudarse de campo, esto es, a "buscarse la vida" para encontrar un sitio acorde a su prestigio para jugar sus partidos. Está a punto de iniciarse el primer campeonato de liga de la historia, en el que los sevillistas militaran en Segunda División, por lo que el recinto debe ser de esos que entonces se denominaban "primera categoría", con una pista suficientemente amplia y de hierba, y servicios complementarios tales como vestuarios, gradas, ambigú y marcador, entre otros, amén del suficiente aforo para dar cabida a sus socios y aficionados. En la Sevilla de entonces, el único campo de fútbol que reunía tales características era el campo municipal del Patronato, ya arrendado al Betis por el consistorio hispalense, pero dentro del proyecto de la muestra iberoamericana figuraba un edificio extraordinario, también de propiedad pública, el llamado "Stadium de la Exposición".
Efectivamente, el 17 de marzo de 1.929, se inaugura con un España-Portugal el nuevo estadio, en el que también se celebran durante la vigencia del Certamen algunos otros acontecimientos, quedando inmediatamente en desuso como le sucede hoy día al mismísimo Estadio de la Cartuja. En la revista Mundo Gráfico encontramos un magnífico reportaje sobre la inauguración, firmado por Fernando Risquet, en el que se dicen cosas como las siguientes:
Así pues, si nos encontramos al Club decano de la ciudad, desahuciado y sin campo; por otro lado, un estadio nuevo y sin uso, es decir, un patrimonio público disponible, al que no se le extrae ningún rendimiento; y finalmente, a otro club de la misma ciudad que ya está disfrutando de un estadio municipal, en comodísimas condiciones de uso, lo que supone un evidente agravio comparativo con el primero ... ¿Por qué al Sevilla no le fue ofrecido por las autoridades el uso del campo de Heliópolis para compensar su salida forzosa del Reina Victoria? Ni siquiera tendría que haber abandonado la zona:
Saltamos a principios de los años cincuenta, siglo XX. El Sevilla F.C. se codea, como uno más, con los grandes clubes del fútbol nacional, mientras que el Betis, arrendatario de Heliópolis, purga sus pecados de soberbia económica de la preguerra penando por esos campos de la Tercera División. Las huestas béticas nos pintan a un Ramón Sánchez-Pizjuán despiadado, obsesionado con hacerlos desaparecer. En éstas que alguien "con mano en el Ayuntamiento" y muy aviesas ideas ofrece al máximo dirigente sevillista una oscura jugarreta, digna de los mismísimos cerebros del Caso Malaya. La propuesta es tentadora, si hacemos caso a quienes catalogan al Presidente blanco como "el más malo entre los malos", pues no sólo le permitiría quitarse de un plumazo a los molestos "verderones" que tanto le obsesionaban, sino que le proporcionaría una infraestructura, siquiera sea básica, sobre la que construir el gran estadio que éste soñaba, en unas condiciones favorabilísimas. El plan consiste en confeccionar un pliego de condiciones para la adquisición de Heliópolis completamente a medida, con objeto de adjudicar la propiedad del campo al Sevilla, y desalojar al Betis, algo que vulnera los elementales principios de igualdad y libre concurrencia que deben presidir la enajenación del patrimonio municipal.
Hete aquí lo que pasó:
Por último, nos trasladamos una década después, 1.961, mismo escenario, el estadio municipal de Heliópolis, y misma jugada, aunque ahora con otros protagonistas. Ya no nos encontramos al Sevilla F.C. como beneficiario de la maniobra, sino al resucitado Real Betis Balompié, desde cuya cocina se urde directamente aquella trama, sustancialmente idéntica a la ofrecida a los sevillistas años atrás. El Presidente nervionense Sánchez-Pizjuán, en un detalle de elegancia y respeto a la ley que le dignifica, la rechazó, según hemos visto. El Presidente bético Benito Villamarín no sólo la aceptó, sino fue quien la promovió. De él surge la iniciativa del "negocio". Nos lo cuenta un protagonista directo de los hechos, a quien por respeto, y porque aún vive, no mencionaremos, aunque no sería necesario exponer sus palabras (sólo lo hacemos para los más incrédulos), porque es vox pópuli sevillana que así se gestaron las cosas. El inteligentísimo directivo sevillista Antonio Sánchez Ramos enseña la muleta roja del Sevilla Atlético a los directivos verdiblancos, que la que embisten sin rechistar (Ni que el Sevilla estuviera en condiciones reales de competir por la compra, arruinado como estaba por su propio estadio). Como un niño que rompe un trasto, y quiere asegurarse de que está roto de verdad, se rehacen los pliegos para no dejar resquicio alguno: faltaba señalar que los interesados en la adjudicación tenían que vestir camiseta verde y blanca a listas verticales y pantalón blanco, con escudo triangular coronado por su Majestad. ¿Que fue de los principios de igualdad y libre concurrencia? ¿Qué de la dignidad de las personas? ¿Qué se le puede decir a los miles de contribuyentes sevillistas de la ciudad, a los que también pertenecía el recinto? Me parece que en cierto Código se define perfectamente esta conducta.
Saquen sus propias conclusiones.
Nota final.- Mi agradecimiento a Puñonrostro, por sus inolvidables artículos para ABC en la sección Sevilla, paso a paso.
¿Prevaricación, cohecho?
ResponderEliminar¡Dios mio de mi vida, qué gentuza!
Pero mira que somos malvados. Una vez más intentando hundirles esta vez utilizando al filial.No tenemos remedio.Pobre, pobre betis. Pobrecitos, pobrecitos béticos.Siempre sufriendo, siempre llorando. Cuanta injusticia. Cuanta mentira. Sucia y verde mentira.
ResponderEliminarBuenas noches,
ResponderEliminarme ha encantado el post.
Muchas felicidades por la labor que realizan.
Saludos.
"que fuera un club de primera división y que no tuviera campo propio"
ResponderEliminarPlegarse a las condiciones se llama eso.
¿Cuántos equipos había en Sevilla en primera ese año?
Genial Enrique
Somos varios los testigos de ese documento completo y no tiene desperdicio.
ResponderEliminarMejor no se puede contar y los malos de la película son otros.
Muy bueno Enrique.
Ese protagonista de los hechos que aún vive estoy seguro de que va de trianero por la vida, que saluda a mucha gente, que escribe cartas a máquina de escribir a sus "amigos" y que además es una persona muy maleducada. Es un FACHA con todas las letras y en mayúscula y que no me gustaría tener como abuelo, por déspota y como me repito, por mala persona. Va de trianero por la vida y lo que tiene que hacer es contar la verdad de una vez por todas. A ver si algún guardíán de la memoria le saca todos los papeles que tiene y guarda este siniestro personaje y se saca a la luz pública toda la mentira y toda la mierda que este personaje encierra, al que por cierto, en esta mierda de ciudad de las personas, se le puso una plaza con su nombre aún estando en vida, como a la amiga pilar bardem...
ResponderEliminarGenial artículo, de verdad. Muchas gracias por hacerme sentir aún más orgulloso de ser sevillista. Viva el Sevilla!
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