Esto que ahora les cuento podría perfectamente considerarse como un "caso verídico", uno de aquellos inolvidables entremeses que nos contaba, con su personalísimo y peculiar estilo, el inolvidable genio sevillista del humor Paco Gandía.
La escena hay que situarla una mañana de invierno en cierta población sevillana situada a media distancia de la capital, con honda raigambre sevillista, como bien acredita su afamada y veteranísima peña, ubicada en pleno centro de la localidad.
No muy lejos de allí, un tipo trajeado con pinta de auditor de cuentas entra en un establecimiento de hostelería, y se inicia el presente diálogo (más o menos) con los responsables del negocio:
- ¿Es aquí donde se hacen las mejores ******** del mundo?
- Usted es sevillista ¿verdad?
- ¿Cómo lo ha adivinado?
- Sólo un sevillista puede preguntar así por nuestras ********.
- Póngame unas cuantas ...
- ¿Quiere que les ponga el escudo del Sevilla?
- Por supuesto, y en agradecimiento, publicaré algo sobre esto en mi blog.
- ¿Tiene usted un blog sevillista? ¿cuál es?
- Ayer y Hoy Sevillista.
- Entonces es usted Enrique, ¿no? Le escuchamos en el programa de Alvarado, el martes, lástima que no pudimos estar.
Y continúa así una conversación animadísima, cordial, entrañable y simpática, en la que florecen nombres conocidos del sevillismo, grandes amigos, como el citado Jesús Alvarado, Javier Cabrera, Pedro Monago, Ramón Somalo, Mayte Carrera, Carlos Romero, Antonio Ramírez, Agustín Rodríguez, Paco Luengo, las hermanas Albendín de Huelva ...
Tan imbuidos estábamos en nuestra improvisada tertulia sevillista que incluso me marché del local sin abonar el precio de la compra, y sin reparar en ello hasta llegar a mi casa (evidentemente, llamé para disculparme y para arreglar el entuerto).
Al cabo de todo esto, muchos de vosotros ya sabréis que, amén de un servidor, los protagonistas de este dulce encuentro son los hermanos Pablo y Juan Carlos Prieto y que las viandas (os tomo prestado el término, quedateamiladistas) en cuestión son esas palmeras de huevo y de chocolate que, como su equipo, y el mío, son las mejores del mundo.
Sucedió ayer y, cumpliendo mi promesa, aquí queda este pequeño homenaje para esos dos sevillistas de oro puro, artistas de la pastelería y dominadores absolutos de todo lo que huela a SFC en la tierra y en la red. No dejéis de visitarles y de comprobar todo lo dicho. Merece la pena.
Gracias Pablo y gracias Juan Carlos. ¡Qué buenas están las palmeras, Dioooos!
Y con el escudo del Sevilla puesto, madre mía! que pinta y yo de régimen.
ResponderEliminarYa me pasaré por allí. Ya.
Un abrazo.
Y cómo dice que se llaman estos dulces ???
ResponderEliminarCómo pueden llamarse así unos dulces que llevan el escudo de nuestro equipo????? Es lamentable !!!!!!
Propongo el nombre de "Nerviones" :)
Aun así, veo que no quedó ninguna.
Saludos.
A Puerta 15:
ResponderEliminarLas palmeras de huevo se llaman así desde que jugábamos nosotros en el Campo de la avenida de la Reina Victoria (actual Palmera) y no fue hasta 1939 cuando nacieron las de chocolate...las pobres palmeras se pusieron negras del coraje que les dió.
Por cierto, propongo un encuentro de la Pepe Brand en la pastelería Solé.
¡Capaz de habérselas comido ya!
ResponderEliminar¡Convida!
¡Eso tiene que estar de bueno..!
Cuando queráis, excursión a Brenes y visita a los hermanos Prieto. Son unos cracks.
ResponderEliminarRectifico. Las de chocolate, que se llamen "Bomboneras" :)
ResponderEliminarEso no son palmeras, eso son monumentos.
ResponderEliminarHabrá que ir a probarlas.
Un abrazo
Un abrazo para ti, Rafa. Y sí, son monumentos a la finura y el saber hacer. El escudo sevillista se come, son obleas.
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