miércoles, 21 de octubre de 2009

La tristísima tarde de El Bardín


Inauguración de El Bardín

Tragedia -deportiva- en tres actos y un epílogo

Sinopsis: Un capítulo olvidado de la historia sevillista. De cómo el Sevilla Fútbol Club pudo alzar su primer título liguero en el año 1.940, en disputa codo con codo con el equipo del régimen, Aviación Nacional de Madrid, decidiéndose todo en la última jornada del campeonato, en el enfrentamiento disputado por los andaluces y el Hércules de Alicante en el campo levantino de El Bardín.

Primer Acto.- Los desastres de la guerra

Ya en anteriores ocasiones nos hemos referido en este blog al Sevilla Fútbol Club de la posguerra, para señalar que, a pesar de que el victimismo verderil lo sitúa como gran beneficiado por la Guerra Civil y la situación política posterior, en realidad fue un damnificado más, como tantos otros, de aquella contienda entre hermanos.

La tesis verdiblanca, producto de la más supina ignorancia histórica o del más retorcido interés por justificarse y verter basura sobre su vecino –me inclino más por lo segundo-, ha triunfado hasta nuestros días, como en tantas otras ocasiones, gracias a la eficacia de su aparato propagandístico, sin duda alguna, su mayor habilidad reconocible a lo largo de los tiempos. Sin embargo, de la farsa a la realidad hay un camino recto que aquí pretendemos recorrer, describiendo lo acontecido, según los datos de que disponemos.

El Sevilla previo al conflicto bélico había conquistado en 1935 la Copa Presidente de la República, su primera Copa de España, entregada a nuestro capitán, Guillermo Eizaguirre, de manos del Presidente del Gobierno, Niceto Alcalá Zamora.




Un detalle que no debe pasarnos desapercibido es que, en aquella misma gloriosa jornada, el equipo del Sevilla Fútbol Club amateur, entrenado por Pepe Brand, emularía a sus mayores, proclamándose asimismo Campeón de Copa de su categoría, venciendo en la finalísima al Ciosvín de Vigo, protagonizando un doblete sin parangón en la historia del fútbol español.



En 1939, cuando se reanudan las competiciones deportivas, el Sevilla había perdido de su once campeón a determinados jugadores clave como el propio Eizaguirre, auténtico líder del equipo y figura señera del fútbol español, su pareja de defensas, los vascos Euskalduna y Deva, los medios defensivos Segura y Fede (baja no oficial, pero casi plena en la práctica), y el ala izquierda de la delantera, conformada por Tache y Bracero. Todos ellos están señalados con un círculo en la foto de los campeones que se muestra a continuación.




A ello habían de añadirse otras bajas de la plantilla de jugadores, entre los no habituales. Como puede comprobarse, las pérdidas más destacadas se cernían sobre la estructura defensiva del equipo, incluyendo de forma destacada la portería.

Pese a ello, el paciente trabajo realizado en la cantera de la mano de Pepe Brand, antes y durante la guerra, daría sus frutos, al pasar a engrosar la primera plantilla elementos decisivos como serían a la postre, entre otros, Félix, Cayuso, Raimundo, Pepillo o Berrocal, amén del propio entrenador, que ocuparía el banco del primer equipo, siendo todos ellos campeones de Copa en Montjuich. En la foto que figura a continuación están señalados los canteranos que participaron en aquel éxito, y que prácticamente eran unos debutantes.




El factor canterano, auténtico refugio del Sevilla de entonces, gracias a la política implantada desde sus orígenes en el club, unido a la progresiva consolidación y madurez de otros jóvenes que ya habían empezado a lucir sus cualidades en los últimos tiempos de la preguerra, como el extremo López, el interior o medio Torróntegui, y la pareja de defensas Joaquín y Villalonga, propiciaron que aquel Sevilla no se hundiera deportivamente a causa de la desastrosa guerra civil.

Segundo Acto.- El reencuentro con la Liga

En la temporada 1939-40, se disputa la primera liga española tras la guerra, con una nómina de equipos impoluta de la que únicamente se cae el Oviedo, como consecuencia de los destrozos de su estadio, siendo sustituido por el equipo favorito del régimen en aquellos momentos, el Aviación Nacional (antiguo Atlético de Madrid), que en teoría, de no haber sucedido la desgracia del estadio ovetense, debió haber disputado aquella campaña en Segunda División. Hablamos de Barcelona, Real Madrid, Ath. Bilbao, Aviación Nacional, Betis, Sevilla, Racing de Santander, Español, Zaragoza, Celta, Hércules y Valencia.

Disponía entonces el Sevilla de una magnífica línea atacante, la delantera stuka, formada, como todos sabemos, por López, Pepillo o Torróntegui, Campanal, Raimundo y Berrocal, de los cuales, tres, Pepillo, Raimundo y Berrocal, procedían de la cantera, y debutaban en Primera División.

La fortaleza de la parte ofensiva del equipo contrastaba con sus debilidades defensivas, pues en la retaguardia se notaban en exceso las carencias derivadas de las bajas ya señaladas de Eizaguirre, Euskalduna y Deva, y la bisoñez de los jovencísimos y aún inexpertos Joaquín, Cayuso y Villalonga.

En la puerta, tras la fugaz aparición de Bueno (padre de quien luego sería extremo sevillista, Manolín Bueno, eterno suplente de Gento), jugaba habitualmente Guillamón, quien aun siendo un aceptable guardameta, no estaba al nivel de los delanteros ni de su predecesor en el puesto, el ahora legionario Guillermo Eizaguirre.




El equipo hizo una magnífica campaña, un tanto irregular, ciertamente, pero siendo de largo el once más brillante de la categoría en cuanto a fútbol de ataque se refiere. La gran rémora del año fue la fragilidad defensiva demostrada sobre todo en casa, que obligaba a recuperar fuera el botín que muchas semanas se perdía en Nervión. Los tentáculos de la guerra eran largos y se estaban cebando con la parte de atrás del conjunto, que no funcionaba como se requería.

Tercer Acto.- Cae la noche sobre El Bardín




Con todo, el Sevilla llega a la última jornada del campeonato en cabeza, empatado a puntos con el segundo, Aviación Nacional, pero aventajando a éstos en caso de empate.

Los madrileños jugaban en casa contra el Valencia, mientras que el equipo blanco se jugaba el ser o no ser en Alicante, frente al Hércules.




La victoria hacía campeón a los nuestros, que dependían de sí mismos. El empate o la derrota podían servir si los vallecanos repetían resultado en su compromiso como locales.

Por primera vez en su historia, el Sevilla Fútbol Club optaba a ganar una liga, y tenía que jugarse la vida, deportivamente hablando, en ambiente hostil.

La fecha fue el 29 de abril de 1940, y el escenario, el moderno estadio alicantino de El Bardín.

La alineación sevillista estuvo conformada por Guillamón; Joaquín, Cayuso; Torróntegui, Félix, Fede; López, Pepillo, Campanal, Raimundo y Salustiano.

En el equipo herculano destacaba poderosamente su portero Pérez, uno de los poquísimos internacionales del equipo alicantino a lo largo de toda su historia, así como su centro delantero Vilanova.

El resultado final fue empate a tres goles, remontando el Hércules de Alicante el 2 a 3 con que llegaron a ponerse los nuestros. Entonces, al igual que ahora, resultaba inconcebible que aquellos tres goles fuera de casa no fueran suficientes para lograr la proeza liguera. Aquí tenéis la crónica:



Aquel día, los jugadores levantinos corrieron como nunca, según dicen las malas lenguas, primados hasta las orejas por los billetes llegados desde la capital, y su delantero centro Vilanova acabaría tirando por tierra las ilusiones sevillistas con un hat-trick letal.

El último gol alicantino se consiguió a escasos quince minutos del final, y en el postrer asedio sevillista, el cancerbero Pérez estuvo incomensurable, parando lo parable y lo imparable.





En el extremo opuesto, nuestro portero Guillamón y el defensa Joaquín tuvieron una tarde aciaga, que marcaría el desenlace final del encuentro y del campeonato.

Epílogo

Aquella triste tarde es una de las jornadas más desconocidas de la historia sevillista.

El fracaso caló hondo en el seno del club. Se había tocado la gloria con la punta de los dedos, pero no pudo ser.

Tres años más tarde el equipo repitió subcampeonato en la Liga, pero entonces no hubo opciones reales de disputarla, pues el Athletic Club de Bilbao acabaría campeonando con tres puntos de distancia frente a los blancos.

Jugadores como López, Joaquín, Villalonga o Campanal sufrieron en sus carnes el dolor de la derrota, pero adquirieron una experiencia fundamental para salir airosos de la lucha por el título liguero en 1946, frente al Barcelona en Las Corts. Al menos ellos pudieron sacarse la espina.

En otras dos ocasiones el Sevilla pudo alzarse con el título liguero.

En 1951, contra el Atlético de Madrid, en Nervión, necesitábamos la victoria, y sólo obtuvimos un empate, en una desafortunadísima tarde de nuestras figuras, marcada decisivamente por el arbitraje de Azón, que anuló injustamente el gol de Araujo que nos daba el título.

En 2007, hace apenas dos años, nuestro Sevilla estuvo muy cerca también del entorchado liguero, pero entre el sumiso arbitraje de Iturralde, que traía la lección bien aprendida, y el agotamiento físico y mental del equipo, que estuvo peleando hasta el final las cuatro competiciones en liza, nos hicieron perder el premio gordo de la regularidad.

Ojalá que muy pronto, al igual que López, Joaquín, Villalonga o Campanal pudieron desquitarse de la triste tarde de El Bardín, veamos a algunos de nuestros héroes de hoy, Palop, Drago, Navas, Kanouté o Luis Fabiano, alzar al cielo el cálice liguero para brindar con la afición.

Es mérito que corresponde revalidar ya al club más prestigioso y laureado del Sur de España

4 comentarios:

  1. Pero bueno, bueno. Qué barbaridad.
    ¿NO ha pensado Vd. escribir ningún libro sobre la historia del Sevilla?
    No tengo palabras.
    Enhorabuena y gracias

    ResponderEliminar
  2. y no pueden dejar ustedes en PAZ al real betis o deben de seguir obsesionados dia y noche??

    sigan sigan no paren.

    :)

    ResponderEliminar
  3. Sr. Yovi, como Vd. y yo sabemos hay unas personas muy cualificadas que tienen preparadita una magnífica obra al respecto. Deseando está uno de leerla. Nosotros modestamente nos limitamos a contar lo que sabemos y a profundizar en lo que los datos nos dicen. La guerra civil, lejos de beneficiarnos, nos hizo perder este título, al privarnos de nuestros mejores elementos defensivos. Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Al Sr. javier lopez 1977, darle las gracias porque siga pasándose por esta casa, se ve que la historia sevillista, y su presente, le gusta y que puede aprender cosas sobre la historia de su propio equipo en este blog.
    En PAZ me gustaría a mi que nos dejaran desde su club, teniendo en cuenta que Vds. cuentan su historia basándola casi en exclusiva en lo que los sevillistas les hemos hecho o dejado de hacer (según Vds. claro). Ahora que se están dando cuenta de la sarta de mentiras y leyendas vanas que les han contado sus mayores sobre su club, nos piden a nosotros que callemos, y dejémos las cosas como siempre. Pues va a ser que no, amigo mío, lo siento mucho.
    Por cierto, y hablando de obsesiones, la suya, la de Vds., sí que no tiene parangón. Al menos a mí, visitar blogs verdiblancos no me va nada de nada.

    ResponderEliminar