lunes, 27 de abril de 2009

Mi corazón me lo pide

Tres años ya.

Treinta y seis meses.

Mil noventa y cinco días.

Desde aquella noche abrileña, sevillana, sevillista.

La noche más larga.

La más importante noche jamás vivida en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

El partido trascendental.

Qué nervios, qué nudos en el estómago, cuánta saliva tragada a duras penas en la espera, tensa espera, inacabable espera.

Temblando, castañeteando los dientes, incapaz de templarme un solo momento.

Tanto que muy, muy temprano, olvidándome de mi trabajo, salí de mi casa buscando el aire que me faltaba, solo, incapaz de compartir mi ansiedad, intentando fulminar los minutos que faltaban hasta el trance definitivo.

Desde Triana al estadio.

Toda aquella liturgia la recordaré siempre como todos recordamos lo que hacíamos aquel maldito primero de agosto de mil novecientos noventa y cinco de Samper, Elvira y compañía.

Llegué tan pronto a Nervión que el destino me tenía preparado un regalo inesperado, la imagen "desde la tramoya" de los ensayos para la izada de aquél inolvidable rótulo del "Eindhoven Sí o Sí" que iluminaría para siempre nuestras vidas.




Todavía puedo oir el rechinar de las poleas y los cables utilizados en aquellas pruebas.

Hace tres años ya de aquel íntimo momento.

Tres años del legendario gol de Antonio.

Treinta y seis meses de aquel jueves mágico y festivo.

Mil noventa y cinco días del milagro que cambiaría el signo de todo.



Así se veía el mundo desde mi tribuna de fondo.

En un blog como éste, hoy, recordar aquella hazaña de nuestro más cercano ayer, no es sólo un tributo sagrado.

Es un imperativo del corazón.

2 comentarios:

  1. Es precioso recordar estas cosas,ayudan a seguir con todas las ilusiones del mundo a llevar nuestro sevillismo hasta la muerte y nos obliga a dejarle a las generaciones nuevas este bello legado,un abrazo hermano.

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  2. Y cómo le pegó...
    Creo que detrás de ese zurdazo había cuarenta y cinco mil piernas, que digo cuarenta y cinco mil, había muchísimas más, detrás estaban las ansias y ganas de romperla de todo el sevillismo presente y pasado.
    Y esa afición al acabar el partido abrazada llorando, porque la gente no gritaba ni cantaba, la gente lloraba mirando al cielo, mirando a los sevillistas que todos tenemos en el cielo.
    Fué muy fuerte y muy grande.
    Yo, he borrado de mi memoria el dia, el dia 27, no me interesa, por que las fiestas religiosas son móviles en el tiempo, ¿hay acaso fecha para el Domingo de Ramos, o para el miércoles de ceniza, o para el Corpus, o para las salidas de las carretas de Triana?; No.
    Con el gol de Antonio a mi me pasa igual, forma parte del sentimiento religioso sevillista.
    Fué el jueves de Feria. El gol de Antonio siempre será el gol del jueves de Feria.
    "Cuatro jueves tiene el año
    que relucen más que el sol;
    los tres archiconocidos
    y el del golazo en Nervión"
    Un abrazo

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