domingo, 28 de junio de 2009

Me confieso francisquista


Hace ya algún tiempo que se ha perdido, quien sabe hasta cuándo, la estirpe de los partidarios, el sabor de esas disputas dialécticas y no tan dialécticas entre los incondicionales de fulano y de mengano.

Queda lejos, por ejemplo, el recuerdo de los viejos taurinos y su rivalidad por José y por Juan, por Romero o Camino, incluso en nuestro mismo Sevilla, entre los acérrimos de Juanito Armet “Kinké” y los del trianero “Spencer”, o entre los seguidores del pujante Pepillo y los del veterano Juan Arza.

Que eso sí que eran escuelas de debate serias, en la universidad de Sierpes o en la del Sánchez-Pizjuán, y no el hemiciclo ese prefabricado de cartón piedra que tienen en Harvard, según creo, que parece una plaza de toros portátil.

Claro que este año, hay que reconocerlo, por poco conseguimos rememorar viejos tiempos a cuenta de las discusiones sobre nuestro entrenador Manolo Jiménez.

En fin, que en lo futbolístico, cómo no serán de mansas las aguas que bajan (con perdón), que incluso hemos dejado de lado la rivalidad con los de la acera de enfrente, empeñados ahora en tomar su particular bicarbonato, en forma de nuevas claves filosófico-sentimentales, con tal de digerir el potaje de los continuos éxitos sevillistas en España y en el mundo.

Lo de siempre.

Con todo, creo que es buen momento para confesarles que yo he sido partidario, seguidor, acérrimo, o como puñetas quieran llamarlo, del gran Francisco López Alfaro.

Sin duda que mi tío Antonio, a quien ya dediqué su espacio en este blog, tuvo mucha culpa de ello.

También la clase extraordinaria de este pelotero, no lo olvidemos, subcampeón de Europa y mundialista en México con la selección española, con veinte internacionalidades a sus espaldas desde un Sevilla modesto clasificatoriamente hablando, inquilino habitual de los puestos medios de la tabla.

Francisco, o el de Osuna, como le gustaba llamarlo el recientemente homenajeado maestro Araújo, la única voz amiga en la radio de aquellos tiempos, ha sido mi mayor debilidad como aficionado desde que tengo uso de razón, el jugador sevillista a quien más he admirado, a quien más he defendido, del que más esperaba, con el que más disfruté.

El ídolo de adolescencia, al que era capaz de ver una y otra vez en mis cintas VHS con los resúmenes de Estudio Estadio en el gol de Tejero, o aquel otro de Carranza, cuando dribló hasta a cinco defensas dentro del área, o la humillante “cachita” sobre Michel Platini en el mismísimo Parque de los Príncipes o cualquiera de sus paredes de seda con otro experto en magisterio balompédico, el profesor charrúa Pablo Javier Bengoechea Dutra.

Tengo muy fresca la imagen de Francisco liderando el centro del campo sevillista, como muchos de vosotros, aunque recuerdo especialmente, con enorme cariño, el partidazo extraordinario que se marcó la primera vez, de las muy poquitas, que asistí, acompañado de mi hermano Manuel, a ver a mi Sevilla en el Benito Villamarín.

Quiero contároslo porque en aquel momento, ciertas desavenencias entre los clubes de fútbol y las televisiones impedían no sólo la retransmisión de los partidos, sino incluso la de los resúmenes dominicales, así que en este caso particular, sólo quienes estuvimos allí, en el feudo verdiblanco, aquella gloriosa tarde, tuvimos el honor de contemplar la exhibición del ursaonense en la magnífica victoria del Sevilla Fútbol Club, por dos goles a uno, sobre el equipo de la Palmera.

La fecha exacta fue el 29 de octubre de 1984, la cuarta temporada con Manolo Cardo en el banquillo de Nervión.

Francisco había sido duda por una lesión de tobillo hasta el último momento. De hecho, debió superar una prueba física instantes antes de comenzar el choque sobre la misma hierba, al igual que Ricardo Serna, pruebas que pudimos contemplar in situ los sevillistas allí desplazados, y aunque ambos fueron titulares, ninguno se encontraba al cien por cien de sus facultades.

Recuerdo el camino a pie de la tropa rojiblanca desde la estatua del Cid hasta el campo heliopolitano, sin vigilancia policial, sin atisbos de violencia, en mi caso, con la nerviosera propia de un debutante, entonando cánticos sevillistas para reforzar nuestro ánimo, bajo el ritmo que marcaba el bombo del hoy jefe de comunicación Jesús Gómez.

La alineación de los nuestros estuvo integrada por Buyo; Nimo, Serna, Álvarez y Sanjosé; Francisco, Juan Carlos y Ruda; López, Magdaleno y Moisés. En la segunda parte, entraron José Luis y Juan Álvarez.

Vestíamos elástica, calzón y medias rojo sangre, de la marca Yama, una equipación especialmente elegante, al menos así me lo parecía a mí.

Además de Francisco, jugaron a gran nivel Jorge Orlando López, encargado de tapar las subidas por banda izquierda de Gordillo, y Curro Sanjosé, que anuló por completo a Rincón.

Sobre todo defensivamente, el equipo estuvo sobresaliente.



Con empate a uno en el marcador, el tanto de la victoria lo consiguió López en las postrimerías del encuentro. Los dos relevos de la segunda parte, Juan Álvarez y José Luis, combinaron a la altura del banderín de córner de la grada de fondo y el segundo de ellos lanzó un centro pasado sobre el área pequeña de los locales que se fue envenenando hasta superar a Esnaola, cuya “cantada” fue aprovechada por Lopecito para empujar la pelota a la red. Aquí está.

Comoquiera que atacábamos durante ese periodo sobre la portería de gol norte, la amplia hinchada sevillista que allí se dio cita pudo disfrutar de cerca de los goles de su equipo.

Y en especial del primero, una obra de arte al más puro estilo de la escuela sevillista de fútbol, hilvanada por las botas de Francisco y de ese otro genio sevillista inclasificable llamado Moisés Rodríguez Carrión, al que pronto habré de dedicar algún post en exclusiva.

La jugada la recuerdo tan nítidamente como si la estuviera viendo ahora mismo otra vez.

Moisés conduce la bola en tres cuartos de cancha atacante, y le tira una pared a Francisco mientras éste se abría hacia su izquierda.

El de Osuna le devuelve la pelota de tacón en posición inverosímil, rompiendo el intento de provocar el fuera de juego de los defensores verdiblancos, y queda Moisés sólo, en la corona del área, en mano a mano contra Esnaola, batiéndole por bajo en su desesperada salida.

La última imagen que tengo del gol es la pelota sobrepasando el cuerpo del vasco guardameta del Betis, pues la explosión de alegría de la grada me impidió contemplar el suave discurrir del esférico hacia la red. Fue un golazo como una catedral de grande.

Aquí os dejo una fotografía del momento cumbre de la jugada, el taconazo-asistencia de Francisco que sortea los tentáculos blanquiverdes para el gol de Moisés, que aparece tapado por detrás, esperando recibir la bola.

Es una foto preciosa que simboliza la estética propia de vencedores y vencidos. La tengo guardada desde el mismo día en que se salió publicada en ABC de Sevilla, hace ya nada menos que veinticinco años.

7 comentarios:

  1. Y dónde me dejas el gol del tabaco, sí, ese en el que recibió un centro desde la parte derecha y dentro del area amagó mandando a varios defensas y al portero a comprar tabaco dejando la portería libre de obstaculos enseñando allá por la carretera de Cádiz el fútbol de la escuela sevillista.
    Creo que había por you tube un reportaje de ese partido pero no lo he localizado.
    Un saludo sevilista.

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  2. Querido Antonio, el gol del tabaco es el gol de Tejero. "Todos al suelo". Puedes verlo en sevillafcvideos y/o vamosmisevilla.com. Un abrazo. Busca por gol de tejero.

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  3. Auténtica seda este Francisco.

    Su toque, su elegancia, el trotecillo por el centro del campo con la cabeza levantada.

    Uno de los grandes del arte y filigrana.

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  4. Saludos.

    ¿Me permite adherirme al club de francisquistas?

    (Tuve que escribirlo con muchísimo cuidado para evitar errores insoportbles)

    Si soy admitido, por favor, colóqueme en fila.

    Gracias.

    Cuídate.

    P.D. 4J, YO VOY.

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  5. No había caido en la cuenta de la posible confusión del término, aunque creo que el contexto del blog hubiera eliminado cualquier confusión indeseada para todos los bienpensantes.
    Por supuesto entra Vd. en el club con todos los honores, porque ello además no está en mi mano, sino en otras más importantes.
    Y sí, el 4J, yo también voy. Me alegro de que lo tengas previsto en tu agenda. Pinta magníficamente.

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  6. Existen imágenes del gol, el partido lo ha emitido SFC TV. De una de esas dos empresas que grababa los partidos y luego los emitía en cines de la ciudad. Al ser en casa del Betis los comentarios son de béticos, con lo cual el asunto es más divertido. Se ve la jugada, varias veces repetida, el taconazo, la definición de Moisés, el gol de Lopez y el gran número de sevillistas desplazados.

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  7. El video del partido existe, lo ha emitido SFC TV, pertenece a una de esas dos empresas que grababa los partidos y los emitía en los cines sevillanos. Se ve el taconazo, el gol del Moi, el de López y los numerosos desplazados.

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