jueves, 22 de octubre de 2009

El nivel actual del Sevilla


Os dejo el enlace con mi última colaboración para Columnas Blancas, que podéis leer haciendo click aquí.

Asimismo os invito a dejar vuestros comentarios.

miércoles, 21 de octubre de 2009

La tristísima tarde de El Bardín


Inauguración de El Bardín

Tragedia -deportiva- en tres actos y un epílogo

Sinopsis: Un capítulo olvidado de la historia sevillista. De cómo el Sevilla Fútbol Club pudo alzar su primer título liguero en el año 1.940, en disputa codo con codo con el equipo del régimen, Aviación Nacional de Madrid, decidiéndose todo en la última jornada del campeonato, en el enfrentamiento disputado por los andaluces y el Hércules de Alicante en el campo levantino de El Bardín.

Primer Acto.- Los desastres de la guerra

Ya en anteriores ocasiones nos hemos referido en este blog al Sevilla Fútbol Club de la posguerra, para señalar que, a pesar de que el victimismo verderil lo sitúa como gran beneficiado por la Guerra Civil y la situación política posterior, en realidad fue un damnificado más, como tantos otros, de aquella contienda entre hermanos.

La tesis verdiblanca, producto de la más supina ignorancia histórica o del más retorcido interés por justificarse y verter basura sobre su vecino –me inclino más por lo segundo-, ha triunfado hasta nuestros días, como en tantas otras ocasiones, gracias a la eficacia de su aparato propagandístico, sin duda alguna, su mayor habilidad reconocible a lo largo de los tiempos. Sin embargo, de la farsa a la realidad hay un camino recto que aquí pretendemos recorrer, describiendo lo acontecido, según los datos de que disponemos.

El Sevilla previo al conflicto bélico había conquistado en 1935 la Copa Presidente de la República, su primera Copa de España, entregada a nuestro capitán, Guillermo Eizaguirre, de manos del Presidente del Gobierno, Niceto Alcalá Zamora.




Un detalle que no debe pasarnos desapercibido es que, en aquella misma gloriosa jornada, el equipo del Sevilla Fútbol Club amateur, entrenado por Pepe Brand, emularía a sus mayores, proclamándose asimismo Campeón de Copa de su categoría, venciendo en la finalísima al Ciosvín de Vigo, protagonizando un doblete sin parangón en la historia del fútbol español.



En 1939, cuando se reanudan las competiciones deportivas, el Sevilla había perdido de su once campeón a determinados jugadores clave como el propio Eizaguirre, auténtico líder del equipo y figura señera del fútbol español, su pareja de defensas, los vascos Euskalduna y Deva, los medios defensivos Segura y Fede (baja no oficial, pero casi plena en la práctica), y el ala izquierda de la delantera, conformada por Tache y Bracero. Todos ellos están señalados con un círculo en la foto de los campeones que se muestra a continuación.




A ello habían de añadirse otras bajas de la plantilla de jugadores, entre los no habituales. Como puede comprobarse, las pérdidas más destacadas se cernían sobre la estructura defensiva del equipo, incluyendo de forma destacada la portería.

Pese a ello, el paciente trabajo realizado en la cantera de la mano de Pepe Brand, antes y durante la guerra, daría sus frutos, al pasar a engrosar la primera plantilla elementos decisivos como serían a la postre, entre otros, Félix, Cayuso, Raimundo, Pepillo o Berrocal, amén del propio entrenador, que ocuparía el banco del primer equipo, siendo todos ellos campeones de Copa en Montjuich. En la foto que figura a continuación están señalados los canteranos que participaron en aquel éxito, y que prácticamente eran unos debutantes.




El factor canterano, auténtico refugio del Sevilla de entonces, gracias a la política implantada desde sus orígenes en el club, unido a la progresiva consolidación y madurez de otros jóvenes que ya habían empezado a lucir sus cualidades en los últimos tiempos de la preguerra, como el extremo López, el interior o medio Torróntegui, y la pareja de defensas Joaquín y Villalonga, propiciaron que aquel Sevilla no se hundiera deportivamente a causa de la desastrosa guerra civil.

Segundo Acto.- El reencuentro con la Liga

En la temporada 1939-40, se disputa la primera liga española tras la guerra, con una nómina de equipos impoluta de la que únicamente se cae el Oviedo, como consecuencia de los destrozos de su estadio, siendo sustituido por el equipo favorito del régimen en aquellos momentos, el Aviación Nacional (antiguo Atlético de Madrid), que en teoría, de no haber sucedido la desgracia del estadio ovetense, debió haber disputado aquella campaña en Segunda División. Hablamos de Barcelona, Real Madrid, Ath. Bilbao, Aviación Nacional, Betis, Sevilla, Racing de Santander, Español, Zaragoza, Celta, Hércules y Valencia.

Disponía entonces el Sevilla de una magnífica línea atacante, la delantera stuka, formada, como todos sabemos, por López, Pepillo o Torróntegui, Campanal, Raimundo y Berrocal, de los cuales, tres, Pepillo, Raimundo y Berrocal, procedían de la cantera, y debutaban en Primera División.

La fortaleza de la parte ofensiva del equipo contrastaba con sus debilidades defensivas, pues en la retaguardia se notaban en exceso las carencias derivadas de las bajas ya señaladas de Eizaguirre, Euskalduna y Deva, y la bisoñez de los jovencísimos y aún inexpertos Joaquín, Cayuso y Villalonga.

En la puerta, tras la fugaz aparición de Bueno (padre de quien luego sería extremo sevillista, Manolín Bueno, eterno suplente de Gento), jugaba habitualmente Guillamón, quien aun siendo un aceptable guardameta, no estaba al nivel de los delanteros ni de su predecesor en el puesto, el ahora legionario Guillermo Eizaguirre.




El equipo hizo una magnífica campaña, un tanto irregular, ciertamente, pero siendo de largo el once más brillante de la categoría en cuanto a fútbol de ataque se refiere. La gran rémora del año fue la fragilidad defensiva demostrada sobre todo en casa, que obligaba a recuperar fuera el botín que muchas semanas se perdía en Nervión. Los tentáculos de la guerra eran largos y se estaban cebando con la parte de atrás del conjunto, que no funcionaba como se requería.

Tercer Acto.- Cae la noche sobre El Bardín




Con todo, el Sevilla llega a la última jornada del campeonato en cabeza, empatado a puntos con el segundo, Aviación Nacional, pero aventajando a éstos en caso de empate.

Los madrileños jugaban en casa contra el Valencia, mientras que el equipo blanco se jugaba el ser o no ser en Alicante, frente al Hércules.




La victoria hacía campeón a los nuestros, que dependían de sí mismos. El empate o la derrota podían servir si los vallecanos repetían resultado en su compromiso como locales.

Por primera vez en su historia, el Sevilla Fútbol Club optaba a ganar una liga, y tenía que jugarse la vida, deportivamente hablando, en ambiente hostil.

La fecha fue el 29 de abril de 1940, y el escenario, el moderno estadio alicantino de El Bardín.

La alineación sevillista estuvo conformada por Guillamón; Joaquín, Cayuso; Torróntegui, Félix, Fede; López, Pepillo, Campanal, Raimundo y Salustiano.

En el equipo herculano destacaba poderosamente su portero Pérez, uno de los poquísimos internacionales del equipo alicantino a lo largo de toda su historia, así como su centro delantero Vilanova.

El resultado final fue empate a tres goles, remontando el Hércules de Alicante el 2 a 3 con que llegaron a ponerse los nuestros. Entonces, al igual que ahora, resultaba inconcebible que aquellos tres goles fuera de casa no fueran suficientes para lograr la proeza liguera. Aquí tenéis la crónica:



Aquel día, los jugadores levantinos corrieron como nunca, según dicen las malas lenguas, primados hasta las orejas por los billetes llegados desde la capital, y su delantero centro Vilanova acabaría tirando por tierra las ilusiones sevillistas con un hat-trick letal.

El último gol alicantino se consiguió a escasos quince minutos del final, y en el postrer asedio sevillista, el cancerbero Pérez estuvo incomensurable, parando lo parable y lo imparable.





En el extremo opuesto, nuestro portero Guillamón y el defensa Joaquín tuvieron una tarde aciaga, que marcaría el desenlace final del encuentro y del campeonato.

Epílogo

Aquella triste tarde es una de las jornadas más desconocidas de la historia sevillista.

El fracaso caló hondo en el seno del club. Se había tocado la gloria con la punta de los dedos, pero no pudo ser.

Tres años más tarde el equipo repitió subcampeonato en la Liga, pero entonces no hubo opciones reales de disputarla, pues el Athletic Club de Bilbao acabaría campeonando con tres puntos de distancia frente a los blancos.

Jugadores como López, Joaquín, Villalonga o Campanal sufrieron en sus carnes el dolor de la derrota, pero adquirieron una experiencia fundamental para salir airosos de la lucha por el título liguero en 1946, frente al Barcelona en Las Corts. Al menos ellos pudieron sacarse la espina.

En otras dos ocasiones el Sevilla pudo alzarse con el título liguero.

En 1951, contra el Atlético de Madrid, en Nervión, necesitábamos la victoria, y sólo obtuvimos un empate, en una desafortunadísima tarde de nuestras figuras, marcada decisivamente por el arbitraje de Azón, que anuló injustamente el gol de Araujo que nos daba el título.

En 2007, hace apenas dos años, nuestro Sevilla estuvo muy cerca también del entorchado liguero, pero entre el sumiso arbitraje de Iturralde, que traía la lección bien aprendida, y el agotamiento físico y mental del equipo, que estuvo peleando hasta el final las cuatro competiciones en liza, nos hicieron perder el premio gordo de la regularidad.

Ojalá que muy pronto, al igual que López, Joaquín, Villalonga o Campanal pudieron desquitarse de la triste tarde de El Bardín, veamos a algunos de nuestros héroes de hoy, Palop, Drago, Navas, Kanouté o Luis Fabiano, alzar al cielo el cálice liguero para brindar con la afición.

Es mérito que corresponde revalidar ya al club más prestigioso y laureado del Sur de España

lunes, 19 de octubre de 2009

El escudo del Selaya F.C.


Hace un par de meses, un blog muy admirado por esta casa, Voladizo de Gol Sur, publicaba una magnífica entrada sobre un equipo de Cantabria denominado Selaya F.C.

El motivo del referido post hacía relación a la práctica identidad del escudo adoptado por el modesto club cántabro, fundado a principios de los años treinta del siglo pasado, con el del Sevilla Fútbol Club.

Antonio Ramírez nos brindaba desde su Balcón de la Gloria una de esas magníficas investigaciones a las que nos tiene acostumbrados, y terminaba solicitando públicamente ayuda para apuntalar lo que afirmaba era entonces una conjetura, esto es, afirmar que el autor del diseño del escudo del Selaya era un antiguo estudiante de Bellas Artes en Sevilla apellidado Abascal, natural de la localidad cántabra.

Como se suele decir, el mundo es un pañuelo, y un amigo de esta casa, sevillista por más señas, Fernando Crespo, colaborador de Estadio Deportivo, me ha hecho llegar un correo junto con el documento que figura al comienzo de este post, en el que transcribe un artículo escrito por él en el citado periódico hace unas cuantas temporadas.

Aquí os lo dejo:

"En casi un siglo de vida sevillista, el anecdotario del club hispalense es amplio y variado. Sin embargo una anécdota curiosa y singular, que data de 1931, es poca conocida. Se trata del escudo del equipo cántabro del Selaya F.C. que es casi idéntico al club de Nervión.Selaya es un pueblo en el valle del río Pas y, de ahí, que a los naturales de dicho valle se les llame Pasiegos aunque, curiosamente, este pueblo es bañado por las aguas del río Pisueña. Los naturales de Selaya son gente que conservan las tradiciones pasiegas con gran mimo y por ello el deporte de los Bolos Cántabros, es eje de sus vidas. No por ello, como en casi todo el mundo, se libraron del empuje del balompié a principios del siglo pasado. Era el verano de 1931, recién proclamada la República, cuando un jugador del Español de Barcelona, Jacobo Roldán Losada, natural de Selaya, se traslado con su familia a su pueblo para pasar las vacaciones estivales. Jacobo a pesar de estar de vacaciones no deja de jugar a fútbol y realizo varios encuentros entre amigos y vecinos del pueblo. Con esos partidos la afición al deporte rey fermento en Selaya y, en septiembre, se funda la Sociedad Deportiva Selaya. La junta directiva decidió adoptar la equipación del Atletic de Bilbao, a la sazón ganador de la liga 30-31 en la que, curiosamente, el equipo de la capital, el Racing de Santander, fue subcampeón. Para el diseño del escudo del equipo se acordó que lo diseñara el portero del equipo, Don Genaro Seco Alejandre. Nadie sabe a ciencia cierta porque Seco se inspira en el escudo del Sevilla, máxime siendo entonces un equipo de segunda división, para hacer el del Selaya; unos dicen que porque sus siglas son iguales (S.F.C.), otros para que el Selaya no fueran una copia exacta del Bilbao y otros porque simplemente les gusto el escudo sevillista. Tampoco nadie sabe si Seco pidió permiso a la entidad blanca o a su presidente, por aquel entonces el barón de Gracia Real, Don Juan Domínguez Osborne. Lo único cierto es que en bueno de Seco elimino a nuestros tres santos del escudo (San Fernando, San Isidoro y San Hermenegildo) y en su lugar puso a un portero haciendo una parada en clara referencia sentimental a su condición de guardameta. Desde entonces el valle del Pas y el del Guadalquivir quedaron unidos por los escudos del Sevilla F.C. y el Selaya F.C."

Fernando tiene una especial relación, por razones familiares, con Cantabria, y la anécdota que nos cuenta bebe directamente de fuentes del Selaya, F.C., que sitúan a Seco como responsable del diseño.

Pero como dice también el querido Antonio Ramírez, la presencia en la alineación de un tal Abascal puede que demuestre que no iba desencaminado.

Seco o Abascal, cada uno por su lado, o al alimón, qué más da. Fuera quien fuese, no puede negarse que tenía un gusto extraordinario.

sábado, 17 de octubre de 2009

De Portugalete a Triana


Portugalete es una localidad vizcaína, lindera con Bilbao, con una pequeña extensión superficial de apenas 3,21 km2, ubicada en una colina situada entre la Ría de Bilbao y el Río Ballonti.

Se dice que el nombre del municipio, en contra de lo que pudiera parecer, nada tiene que ver con Portugal (“portus-galorum”: puerto céltico), sino que procede de la unión de los vocablos latino “portus” y del euskera “ugaldeta”, significando "las riberas del puerto" (Portugaldeta: portu-ugalde-eta), en referencia a las casas situadas en las orillas del Nervión.

De Portugalete eran, entre otros, el árbitro Ortiz de Mendívil, famoso en tiempos de mi infancia, los defensas y después entrenadores Aranguren y Ríos, y en época ya más cercana, el media punta internacional Julen Guerrero.

Portugalete está muy lejos de Triana, que como todo el mundo sabe -y parafraseando a Rafael el Gallo-, está donde tiene que estar.




Y no sólo queda lejos por la distancia geográfica, sino por muchas cosas más.

Evidentemente un servidor prefiere a nuestro sevillanísimo barrio sobre aquella localidad norteña, aunque no dejamos de reconocer que los vascos quizás superen a los trianeros en una sola cosa, su cantera de porteros de fútbol.

Una de las máximas tradicionales del fútbol español, quizá hoy día más discutible que antaño, es que la escuela vasca es la mejor y más fructífera cantera de porteros de España. De dicha escuela se han nutrido principalmente sus dos equipos bandera, el Athletic Club bilbaíno y la Real Sociedad de San Sebastián, con extraordinarios guardametas como Iríbar, Carmelo, Arconada o Zubizarreta, entre otros muchos, pero que también ha exportado notables talentos allende sus fronteras, con elementos de la talla de Ignacio Eizaguirre, Esnaola, Urruticoechea o el auténtico fenómeno que hoy nos ocupa, defensor de la puerta de Nervión durante casi dos décadas, y figura clave en la mayoría de los éxitos del Sevilla clásico de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado.

Nos referimos al grandísimo arquero sevillista, José María Busto Llano, natural de Portugalete, pero trianero de adopción.



Para hablar de José María Busto, siquiera para balbucear unas cuantas palabras sobre su insigne figura, hay que ponerse de pie.

Con el permiso de otros, también grandes, Busto integra, junto con Guillermo Eizaguirre Olmos y Andrés Palop Cervera, el triunvirato de porteros inmortales de la historia del Sevilla Fútbol Club.

Hemos dicho que nuestro protagonista nació en Portugalete, y no en Baracaldo, como afirma la creencia popular. Sí es verdad que despuntó futbolísticamente en el equipo aurinegro, y que desde allí dio el salto, con apenas diecisiete años, al Sevilla Fútbol Club, pero por derecho -ius solii-, y como él mismo ha recordado en varias ocasiones, José María Busto es hijo de Portugalete.

Aún siendo un adolescente, su fama como portero era tal que despertó el interés sevillista por contratarle, lo que sucedió allá por el año 1942, de la mano, como tantos otros, del nunca suficientemente ponderado Pepe Brand, y con la recomendación expresa del doctor Amadeo García Salazar, padre del gran Alavés de Ciriaco, Quincoces, Lecue, nuestro Fede, Olivares y compañía, ex-seleccionador nacional, y tenido entonces por la mayor eminencia futbolística del país.

En aquellos tiempos, el Sevilla de los stukas iniciaba ya su proceso de descomposición, aunque aún alcanzaría esa misma temporada, la de 1942-43, el subcampeonato liguero, sin chance real de conseguirlo, debido al poderío demostrado por el Athletic Club de Bilbao.

La afición se quejaba de que aquella falta de títulos se debía a las debilidades defensivas del equipo, pues la delantera era superior.

¿Por qué había esa descompensación entre líneas? Posiblemente, por causa de la contienda civil de los años previos.



La guerra civil, como no podía ser de otra manera, también tuvo al Sevilla como damnificado, privándole quizás de un par de títulos ligueros, pese a que algunos sostengan lo contrario, en una de sus clásicas patrañas a las que nos tienen tan acostumbrados.

Hoy podemos afirmar tanto que el club de la Palmera no quedó desmantelado a resultas de la guerra, pues sus jugadores vascos fueron voluntariamente traspasados a Barcelona, Real Madrid y Atlhetic Club bilbaino en la temporada anterior a la contienda bélica, como que su vecino sevillista no pudo mantener a todas sus figuras de la pre-guerra.

A vueltas de la guerra civil, el Sevilla juntó una notable delantera, gracias a la aparición de los stukas canteranos, Pepillo, Raimundo y Berrocal, que se unieron a los López, Campanal y Torróntegui, que ya estaban en el club, pero sin embargo se quedó sin Guillermo Eizaguirre, enrolado en el ejército, y sin sus vascos Euskalduna, Deva y Tache que, salvo el último, eran elementos del entramado defensivo del equipo.




Ciertamente, ya venían abriéndose paso jóvenes defensas como Joaquín y Villalonga, pero la ausencia del gran Guillermo bajo palos se consideraba como la principal razón de los males –en forma de falta de títulos- del Sevilla de la posguerra. Y es muy posible que fuera así.

Por todo ello, firmar un guardameta de garantías era una de las prioridades de aquel Sevilla de los cuarenta, que empezó a hacerse gigante en este periodo con la llegada a Nervión de fichajes que a la postre ofrecieron un primerísimo nivel como Andrés Mateo, Alconero, Campos, Eguiluz o Juanito Arza, amén del propio Busto.



Este acierto en la política de adquisiciones, y no los fantasmas de la posguerra que nos quieren pintar desde la acera verdiblanca, fue la clave de los éxitos del Sevilla clásico.

A su llegada a Sevilla, el jovencísimo Busto se hospedaría en los altos de Casa Ruiz, conocida como la esquina Cuesta, en Triana, junto a la Peña Trianera, de la que sería socio, quizá siga siéndolo, durante muchísimos años.



Era una Triana sin par, en la que abundaban flamencos y toreros, y en la que se respiraba, como ahora, mucho más sevillismo del que a muchos les gusta decir.

El propio José María contaba en una carta deliciosa, publicada en un libro conmemorativo de la Peña Trianera, anécdotas de su estancia en los altos de Casa Ruiz y de su relación con el dueño de dicho establecimiento.



En el plano deportivo personal, José María Busto tuvo actuaciones decisivas a lo largo de su carrera en el Sevilla Fútbol Club, siendo probablemente la más brillante y colosal, la que desarrolló en el estadio barcelonés de Las Corts el día 31 de marzo de 1946, cuando mantuvo a raya el asedio catalán a su meta, permitiendo aquel glorioso empate a un tanto que nos proclamaba como campeones de liga.

Además de aquel título, Busto fue también el portero del equipo campeón copero de 1948 frente al Celta de Vigo en Chamartín, y del subcampeón de la Copa de 1955 frente al Athletic de Bilbao, en que ofició de capitán. Inexplicablemente, nunca fue internacional absoluto, y sí suplente en un par de ocasiones, así como internacional con el combinado B.



Los dos lunares de su carrera fueron la suplencia en los partidos conmemorativos de las Bodas de Oro sevillistas, por incomprensible criterio de Helenio Herrera, y su actuación en aquella triste noche invernal de la encerrona madridista al Sevilla en los cuartos de final de la III Copa de Europa, aquel partido en que caímos derrotados por ocho goles a cero, y que sellaría su retirada de la portería sevillista, con un final a todas luces injusto para tan señalada figura.

José María Busto tiene ya una avanzada edad, así que ya va siendo tarde para entregarle ese Dorsal Uno de Leyenda que se merece, como en su momento se hiciera con Juan Arza. Desde aquí, modestamente, animo al Consejo para que se dé prisa y cumpla con esta obligación moral, para quien sin duda alguna es y será siempre historia dorada de nuestro Sevilla Fútbol Club.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Los Orígenes - Video 1890-1909

Os dejo un nuevo video-reportaje histórico, para conmemorar hoy, 14 de octubre de 2009, el 104 Aniversario de la aprobación gubernamental del Sevilla Futbol Club como asociación de recreo conforme a la Ley de Asociaciones de 1887.

Más que nunca se hace necesario un capítulo de agradecimientos, con mención especial para Cornelio, por las aportaciones gráficas y musicales, así como a los Guardianes de la Memoria del sagrado club de Nervión, Antonio, Carlos, Juan y Agustín, entre otros, por su constante labor de indagación, limpieza y defensa de nuestro patrimonio histórico.

Va por nosotros.

Aquí tenéis también el enlace en Youtube, por si hubiera alguna dificultad para reproducirlo desde AyH.


viernes, 9 de octubre de 2009

Cuatro locos en paños menores

Sevilla Football Club-Huelva Recreation Club, 31 de enero de 1909

La primera referencia sobre el Sevilla Fútbol Club en el siglo XX nos la proporciona Arturo Otero, en su “Historial del Sevilla Club de Fútbol”, editado en 1941, del que un servidor guarda celosa y orgullosamente un ejemplar original.



Otero, padre de la felicísima –y plagiadísima- expresión que titula este post, situaba hacia 1900 los primeros escarceos futbolísticos de quienes protagonizarían poco más tarde, junto con otros adeptos, la legalización del club como asociación ante el Gobierno Civil, proceso culminado, como todos sabemos, el 14 de octubre de 1905.

Aquellos cuatro locos que citaba Otero, Mr. Wood, Mr. Hamick, Mr. Langdon y Mr. McKenzie, los tenemos hoy perfectamente identificados:

John Wood era el capitán del Vapor Cordova, proveedor habitual del material y equipamiento necesario para la práctica del juego procedentes de Gran Bretaña, y delantero en las primeras alineaciones del equipo.

Samuel Hamech (o Hamick) figura como vocal de la primera directiva de esta sociedad de football, según consta en el asiento correspondiente de la Guía Gómez Zarzuela de 1906.

Charles Langdon, hijo de John Sidney Langdon, quien fuera socio del Sevilla Football Club en 1890, aparece también como directivo, junto con Hamech, en el primer órgano de gobierno conocido de la sociedad.

Finalmente, John (o Juan) McKenzie, fue jugador en los primeros años, y directivo también con posterioridad.


Wood, en el centro con bigote, y a la derecha, McKenzie


En su libro arriba citado, nos decía también Arturo Otero que hacia 1900 aún no se había fundado ningún club de fútbol en Sevilla, expresión que siendo Otero, como era, abogado, seguramente significa que no existía ningún club legalizado como asociación (esto es, bajo los parámetros de la Ley de Asociaciones de 1887) en aquellos tiempos.

De hecho, hemos podido comprobar con informaciones periodísticas en publicaciones de carácter nacional la existencia, e incluso la fortaleza, de la actividad futbolística sevillana.

Son testimonios periodísticos, el primero, del 5 de mayo de 1901, y el segundo, del 20 de julio de 1902, que aluden a los encuentros futbolísticos de aquellos cuatro locos y su pandilla.







Es verdaderamente revelador que el football que en Sevilla practicaban aquellos sportsmen parecía tener ya, en los albores del siglo XX, un grado de consolidación y arraigo mayor del que se suponía, tanto como que trascendía de las fronteras geográficas locales, para ganarse un sitio preferente, junto con otros clubes e iniciativas parecidas existentes en el resto del país, para conformar el primer ente federativo futbolístico de España.

Y lo más interesante: el asunto del que se ocupa el artículo es la creación de una asociación inter-clubes, no "inter-grupitos de amigos", citando entre los optantes a Sevilla. ¿Estamos ante el eslabón perdido con 1.890?. Da la impresión que el artículo que reproducimos nos invita a investigar en la distinción entre club y asociación constituida conforme a la Ley de Asociaciones. Veremos adónde nos conduce esta pista.

Lo que está claro es que, al menos entre los aficionados al football de nuestro país, la comunidad de practicantes de este sport en Sevilla, con toda probabilidad continuadora de la actividad de los pioneros de 1890, tenía el suficiente reconocimiento y peso como para tener que ser considerada al primer nivel del mundillo footballístico nacional.

Ah, y por cierto, ¿dónde estaba Huelva?

jueves, 8 de octubre de 2009

El gol del siglo lo hizo Estella


Que no, hombre, que no.

Ni Messi, ni Pelé, ni siquiera el astro argentino Diego Maradona, el más grande entre los grandes, que también jugó con los nuestros.

El gol del siglo lo hizo un jugador sevillista, número diez a la espalda, llamado Juan José Estella, tras slalom imposible de más de cuarenta metros, esquivando rivales a diestro y siniestro, portero incluido, desde la línea divisoria del mediocampo, altura de los banquillos, hasta el mismísimo punto de penalti, en la portería de Gol Norte de Nervión.

Fue en la segunda jornada del campeonato liguero 1985-86, y jugábamos en casa contra el Osasuna de Pamplona, en partido intersemanal, tras haber caído el domingo anterior en la ribera del Manzanares, ante el Atlético de Madrid de Hugo Sánchez, por un contundente tres a cero.

Aquí tenéis la ficha técnica del encuentro.


Bajo la presidencia de Gabriel Rojas, entrenaba a nuestro equipo, una año más, el coriano Manolo Cardo, en la que sería su última temporada como inquilino del banquillo sevillista. En aquel verano, Pablo Blanco, retirado de los terrenos de juego la temporada anterior, debutaba en los despachos como Secretario Técnico, firmando para el primer equipo al argentino Dante Sanabria, procedente del Hércules de Alicante, a Manolo Zambrano, firmado del extinto C.D. Málaga, nuestro protagonista, Estella, que había jugado en el C.S. Sabadell y, un poco más adelante, Amaro Carlos Nadal, delantero centro de la selección uruguaya que militaba en el Deportivo Cali colombiano. Todos ellos figuran en la foto que abre el post, aunque el delantero charrúa no se alineó en el partido que nos ocupa. La afición estaba ilusionada porque en años anteriores Cardo había hecho un excelente trabajo con un grupo casi exclusivo de canteranos, sin fichajes –si exceptuamos a Juan Alvarez, un par de años antes- y ahora, por primera vez, dispondría de hasta cuatro caras nuevas para fortalecer la plantilla.

A pesar de todo, las figuras del equipo seguían siendo las mismas, es decir, Buyo, Alvarez, Serna y Francisco, que aquel año terminaría acudiendo al Mundial de México, como titular de la selección española absoluta. Nuestro actual entrenador, Manolo Jiménez, comenzaba ya a consolidarse como relevo generacional de Curro Sanjosé, e iniciaban su declive futbolístico jugadores que no hacía mucho habían sido importantes como Nimo, Ruda o el alcalareño José Luis. Ramón Vázquez fue cedido al Recreativo de Huelva, para foguearse en Segunda División bajo la tutela de Víctor Espárrago.

El héroe de aquella jugada, Juan José Estella, había despuntado muy joven en el F.C. Barcelona, de la mano de Helenio Herrera, llegando incluso a alcanzar la internacionalidad absoluta en una ocasión en aquella época de probaturas infinitas que el seleccionador nacional, J.E. Santamaría, puso en práctica en los años anteriores al Mundial 82. Tras esta cima, Estella cayó en la sima del ostracismo, hasta que una magnífica temporada en el club arlequinado permitió que el Sevilla Fútbol Club se interesase por su fichaje. El catalán era un centrocampista de técnica muy depurada, con muchísima clase, pero escaso recorrido, al que le duraría el combustible escasamente una vuelta. Sin embargo, aquella noche, llenaría de pañuelos la grada del Sánchez-Pizjuán con una jugada maravillosa.

Sé que en algún sitio web sevillista está colgado el video del gol, aunque no he podido visualizarlo jamás. Aún así, lo tengo todavía fresco en la retina, pese a que han transcurrido más de veinte años desde el suceso. Recuerdo, sobre todo, los dos últimos quiebros, absolutamente sorprendentes a la vista del complejo desarrollo de su internada, pues ya antes de hacerlos tenía ganada una posición privilegiada para el disparo. En lugar del tiro a puerta, se deshizo del último defensor con un auto-pase espléndido y al recoger la pelota tras la espalda del central, en vez de cruzársela al portero cuando éste iniciaba su salida, se entretuvo en regatearlo también, para disparar finalmente a gol con la puerta ya vacía.

La jugada fue un auténtico prodigio futbolístico, a la altura de otros goles de antología conseguidos también en el Sánchez-Pizjuán y que ya han pasado a la historia del Sevilla Fútbol Club en mayúsculas y con letras de oro. Que cada cual elija el suyo: Bertoni, Enrique Mateos, Pintinho, Polster, Davor Suker, Antonio Puerta

Yo, personalmente, en cuanto a belleza, me quedo con el golazo de Estella. Sin discusión.
Por gentileza de SevillaGrande.com, os dejo el video del gol, algo aceleradillo, pero que permite hacerse a la idea.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Tengo una corazonada


Os pongo el enlace con mi último post para Columnas Blancas, que podéis leer haciendo click aquí.

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