lunes, 30 de mayo de 2011

La media naranja

Por Cornelio y Enrique L.


Mientras paseaba por los Jardines del Alcázar, y hallándose muy preocupado don Pedro con la idea de a qué Juez confiaría el sentenciar un pleito sumamente enmarañado y oscuro, cortó una naranja en dos mitades, y colocó una de estas en el agua de un estanque.

Hizo venir a un Juez y le preguntó qué era lo que sobre el agua nadaba. Contestóle el Juez que era una naranja, y descontento el rey lo despidió.

Mandó llamar sucesivamente otros varios jueces, de quienes, habiéndoles hecho la misma pregunta, obtuvo también la misma respuesta.

Llegó por último uno que al escuchar la pregunta del Rey, desgajó una rama de un árbol, y trayendo hacia sí el objeto a que aquél aludía, lo sacó del agua.

-“Es media naranja, Señor”, contestó.

Entonces, dijo el Rey:

“Tú serás quien sentencie la causa.”

Y la puso a su cuidado.

No siempre tenemos delante de nuestros ojos lo que creemos estar viendo, ni es suficiente la sagacidad y el ingenio para descubrir las cosas, aparentemente, obvias.

El juez de esta historia del tresceintos sevillano necesitó la rama de un árbol.

Tenemos algo que flota en la historia sevillista, queremos saber qué es.

Estábamos todavía en el siglo XIX, la segunda semana de marzo despuntaba por detrás de la Cruz del Campo, y los azahares empezaban a salpicar de blanco las calles y campos de Sevilla.

El primer azahar.

Un día cualquiera vamos andando por la calle, un día que, aparentemente, no tiene nada de especial.

El sol ha despuntado algo y parece que hace menos frío. El cielo se va templando, el invierno parece que se ha ido.

Vamos paseando tranquilamente, o andando con prisa, es igual, de pronto un aroma nos detiene.

¿Será verdad?

Levantamos la cabeza y empezamos a buscar, ¿habrá sido aquí? ¿me habrá parecido o será verdad?

Sí, es verdad, ¿pero de dónde viene?

Seguimos buscando y, por fin, la primera flor blanca.

Se nos estremece el cuerpo, nos quedamos mirándola, como si nunca la hubiésemos visto, nos dan ganas de cogerla, pero no, todavía es pronto, dejemos que el árbol se cuaje y que sus copas rebosen en un brindis por la primavera de Sevilla.

Y a nosotros ese aroma, tan suave y distinto, nos despierta evocaciones.

Ese olor nos aviva la memoria.

Ese naranjo, que todavía no ha llenado su copa, ya nos emborracha, hace que un escalofrío nos recorra y volvamos a vivir el gozo de la primavera.

La monotonía del camino diario se ha roto, los problemas se han desvanecido, la imaginación vuela.

Con paso corto le vamos dando la vuelta a ese árbol, en una revirá eterna, seguimos buscando más flores blancas, auroras del pensamiento, respiramos hondo queriendo coger todo el aire, queriendo llenar nuestros pulmones y sentidos.

Miramos al cielo, celeste, nítido, alguna nubecilla blanca y deshilachada, suspiramos.

Estamos emocionados, ¿qué es lo que ha pasado?

Que hemos descubierto el primer azahar de la primavera.

El primer azahar nos saluda y nos trae la esperanza de que nuestra Sevilla, muy pronto, se volverá, como todas las primaveras, blanca.

La cara pensativa que teníamos hace un rato, se nos transforma en sonrisa.

¿Cuánto tiempo ha pasado?

Nadie lo sabe, nuestro reloj ha estado parado mientras contemplábamos este primer azahar.

Un ruido nos despierta y nos devuelve a la hora presente, recordamos que teníamos que ir a algún sitio, y mirando de reojo a esta flor de Sevilla, con su olor metido en lo más hondo de nuestra alma, seguimos nuestro camino con renovada alegría.

Alargamos el paso y decimos:

- “Huele a Sevilla”.

Antes de volver la esquina volvemos la cabeza y nos aseguramos que el naranjo sigue en el mismo sitio.

Entonces, el árbol le ofrecerá una flor que Sevilla irá deshojando.

Tenemos que seguir nuestro camino

Nuestro primer azahar, nuestro ensueño, se remonta a un partido de football, sujeto a norma, Asociation Rules decía la carta, que se juega, junto a un Guadalquivir que todavía se contoneaba abrazándose a Sevilla, en el Hipódromo de Tablada.

Pasó el tiempo, y ya en el siglo XX, tras finalizar la Feria de San Miguel, se celebró un banquete en el Pasaje Oriente, con un exquisito menú, con “Sopas al Centro Delantero” incluidas. Aquel día, la naranja sevillista ya estaba madura.

Ese día también se bebió buen vino de Jerez, de ese que Guadalete abajo embarcaba sus botas en el Puerto de Santa María rumbo a bodegas británicas.

¿Venimos del vino o de la mermelada?

Existe un protosevillismo flotando, lleno de anécdotas, dispuesto para que saquemos el jugo de nuestra memoria, para que lo exprimamos hasta la última gota.

Nos está esperando para que lo sirvamos en nuestras copas.

¿Proviene nuestra naranja madura de ese primer azahar?

¿Hubo otros azahares y otras naranjas?

Para tantas historias necesitamos, como el sabio juez, una buena rama.

__________ o O o __________

Las recientes Jornadas sobre Historia del Fútbol celebradas en el antepalco del Ramón Sánchez-Pizjuán, como homenaje a la figura de Agustín Rodríguez, con la intervención de historiadores e investigadores del Sevilla F.C., Real Betis Balompié, Recreativo de Huelva y Cádiz C.F., así como uno de los más reconocidos a nivel nacional, Bernardo de Salazar, han venido a confirmar la importancia de la historia de nuestros clubes, la oportunidad del conocimiento de sus orígenes, la similitud de las diferentes iniciativas generadas en la geografía andaluza occidental para poner en marcha este maravilloso deporte. A los que tuvimos el honor de asistir y/o participar, se nos han quedado cortas. Creemos que sería necesario/conveniente replicarlas en otros foros y volver a encontrarnos dentro de un tiempo con nuevos capítulos por escribir. Es un orgullo que el Sevilla F.C. se haya volcado con este evento, con su Presidente, José María del Nido a la cabeza, abriendo de par en par el corazón de su casa, en la que fueron absolutamente protagonistas, sin ir más lejos, personajes históricos de su eterno rival, como Enrique Añino, compartiendo charla en sin par armonía con viejas glorias del Sevilla F.C., Paco Gallego, Curro Sanjosé, Antonio Valero o Enrique Lora.

Esperemos que citas como éstas, con la enorme relevancia que hay que darles, abran los ojos de aquellos que tienen en sus manos la posibilidad de proporcionar a los Guardianes de la Memoria, esas "ramas de naranjo" con las que poder acertar, descubrir, las Verdades que aún desconocemos sobre la identidad sevillista.  

martes, 17 de mayo de 2011

Pascualín y su partido de fútbol


Por cierto, el equipo de "rayadas camisetas de rojo y blanco teñidas" era el Sevilla Club de Fútbol (así llamado) de los años cuarenta, siglo XX. Aunque antes, muchísimo antes, pongamos que muy al principio de esa misma centuria, sin que ningún partido serio se hubiese disputado, sin que la tierra hubiese temblado aún al sur de Italia, las primeras camisetas de un recién nacido equipo-club, reflejaban esas mismas líneas verticales, albas y granas. Pronto MAS.