lunes, 18 de enero de 2010

El pergamino de Al-Xaram


Hace unos meses, la Providencia quiso que un extrañísimo pergamino de incalculable valor cayese en mis manos, posiblemente de forma equivocada (sospecho que el remitente se confundió de destinatario), aunque feliz, por lo que les vengo a contar.

Son las cosas que tiene el ser amante de la Historia y un obseso de la Verdad.

El autor de la epístola, que por cierto, no tiene título, firma en una tinta celeste con vetas verdosas perfectamente legible, bajo el nombre de Al-Xaram, de ahí que me haya atrevido a denominar al documento como el pergamino de Al-Xaram.

Su extensión, para haceros una idea, puede equivaler a cuatro folios mecanografiados por una sola cara, aproximadamente.

Parece ser, por lo que he podido investigar, que Al-Xaram llegó a ser un alto funcionario de la administración de cierta provincia, después de las guerras civiles intestinas que precedieron al mandato del nuevo Caudillo local.

En el momento de redactar el palimpsesto, Al-Xaram debía contar unos ochenta años de edad más o menos, por lo que no es descartable que su relato esté salpicado de algunos errores e imprecisiones, fruto de los caprichos de la memoria.

No obstante, ello no resta un ápice su valor. Su lectura es apasionante, sobre todo por la luz que arroja respecto a ciertos pasajes históricos que, a falta de evidencias tangibles, habían sido manipulados por una tradición oral interesada en ocultar la realidad.

El documento, que no es ajeno a ciertas concesiones biográficas, parece ser algo así como una memoria de las cuitas ancestrales entre dos viejas tribus enfrentadas, llamadas Rhasap y Ben-Ivi, que rivalizaban en poderío y supremacía dentro del orden estatal imperante en aquellas tierras.

Hasta ahora, poco se conocía con visos de verdadero rigor sobre estas enigmáticas civilizaciones. Apenas se había trabajado científicamente en conocerlas, y lo poco serio sobre lo que puede reconstruirse su pasado es fruto de recientes excavaciones arqueológicas.

Así, sabemos que Rhasap había sido fundada por individuos preocupados por el desarrollo de la juventud en su país, amantes de las artes y las ciencias, visionarios a su manera, que creían poder mejorar la sociedad, con el cultivo de los juegos y ejercicios gimnásticos al modo extranjero, haciendo hombres mejores y nuevos héroes. En los viejos textos clásicos, Rhasap es presentada como una polis bien organizada, y salvo excepciones esporádicas, excelentemente administrada, orientada por sus dirigentes de una forma práctica al propósito para la que fue creada.

También sabemos que los fundadores de Ben-Ivi fueron jóvenes guerreros que veían con recelo el poderío de Rhasap. Desde su mismo origen, los integrantes de Ben-Ivi repudiaron lo que Rhasap representaba, mostrándose acérrimos enemigos de toda influencia foránea, que consideraban espuria. Su nacimiento, la verdadera y única razón de ser de Ben-Ivi, había sido, pues, combatir la pujanza de Rhasap, hostigarla, mancillarla (la propaganda era su arma favorita), por cualquier medio a su alcance, ya fuese, lícito o subterráneo.

Esta absoluta servidumbre de Ben-Ivi respecto a su rival hizo que padeciera históricamente una clase dirigente incapaz, alimentada en el odio y el resentimiento, abandonada al caos, ante la pasividad de un pueblo de gentes apáticas, conformistas, envidiosas y con tendencia a culpar a los demás de cualquier infortunio. Realmente, malvivían gracias a las subvenciones gubernamentales.

No podemos extendernos como sería deseable en comentar todos los episodios que Al-Xaram desgrana en su pergamino, aunque es de justica que al menos nos detengamos en uno de ellos, el más destacado de todos, el que más repercusión histórica puede tener.

Es vox populi que, debido a la gloria que a Rhasap dieron sus habitantes, su alcalde decidió acometer una gran obra de ingeniería que permitiera disfrutar a sus vecinos de una vida mejor y más fructífera. Aunque se hicieron gestiones de alto nivel para obtener financiación del tesoro público, está fue negada, pero aún así, los miembros de la comunidad de Rhasap decidieron embarcarse en la tarea. La dificultad de la empresa acabaría con la vida de su alcalde y casi de la propia Rhasap, que durante un largo desierto de muchísimos años estuvo languideciendo sin ser capaz de retornar a las gloriosas jornadas de su juventud.

Mientras tanto, Ben-Ivi vivía desahogadamente, pues se asentaba sobre territorio y edificaciones de la administración estatal, a cambio de un modestísimo estipendio en concepto de usufructo desde hacía casi dos décadas. No necesitaba, pues, acometer obra alguna.

Cuenta el pergamino que el alcalde de esta ciudad, aprovechando las importantes relaciones de su tribu con el ejército del país, decidió mover hilos para consolidar sus dominios en dicho territorio, confiriendo el mandato oportuno precisamente al funcionario Al-Xaram, personaje muy cercano a las jerarquías dominantes del estado.

La ley sagrada del lugar impedía la transmisión de tierras y edificios del dominio público a los particulares, salvo que la adquisición se ofreciese a cualquier tribu del país que cumpliera unos requisitos de interés público que debían definirse bajo los principios fundamentales de igualdad y transparencia.

Sin embargo, el ardid de Al-Xaram y los suyos surtió el efecto pretendido, sorteando hasta por dos veces la ley sagrada, mediante un expediente que inutilizaba de facto cualquier posibilidad de adquisición de los territorios por terceros.

Y no sólo eso, se fijó un justiprecio ridículo, que apenas representaba un tercio del costo de la obra que ya por entonces sumía a su rival Rhasap en los sótanos de su tradición.

Rhasap mostró un interés cierto en participar, como era su derecho, amparándose en la ley sagrada, sin embargo, fue burdamente marginada mediante un hábil subterfugio legal, para no entorpecer los planes trazados.

Lo más sorprendente de todos estos hechos, narrados por vez primera por un protagonista directo como el anciano Al-Xaram es que desde Ben-Ivi se había propalado una especie de leyenda que, hasta la aparición del pergamino, había logrado mantener oculto el fraude organizado por sus dirigentes en su propio beneficio, con palmario agravio a sus convecinos de Rhasap, contribuyentes del mismo Estado.

Y no sólo eso. Más allá de este caso, eran muchos los textos antiguos y aún modernos sobre la historia de estas civilizaciones que presentaban y presentan a Ben-Ivi como una tribu acreedora de simpatías, inferior en gloria y riquezas respecto a Rhasap debido a las malas artes de ésta, como si Ben-Ivi fuese simplemente una víctima desgraciada de las insidias de Rhasap.

Después de leer este pergamino, Ben-Ivi queda desenmascarada, desnuda de su falso disfraz de víctima. Se confirma lo que de Rhasap se intuía, que es un pueblo ancestral, quizás el primero de sus características, que en dificilísimas circunstancias supo salir adelante con su propio esfuerzo y sudores, sin ayudas ajenas, mostrándose triunfante y poderoso, orgulloso y con una soberbia justificada.

Por el momento, el pergamino de Al-Xaram deberá permanecer oculto sine die, para evitar que su tenedor pueda sufrir algún tipo de represalia. Sólo conocen de su existencia un pequeño grupo de investigadores y ahora la minoría que sigue este blog. Sospechamos que el pergamino contiene algún tipo de mensaje cifrado o en clave, quizás su historia encierra alguna fábula o parábola, lo estamos tratando de desentrañar, pero no estamos seguros. Lo que sí tenemos claro es su autenticidad y la tranquilidad de que el mismo se encuentra a buen recaudo.

Algún día podrá ver la luz. Que tiemblen los seguidores de Ben-Ivi, si es que para entonces aún le quedan algunos.

7 comentarios:

  1. Caramba, hay en Al-Andalus alguna muy parecida. Quien no recuerda su Historia está condenado a repetirla nuevamente.

    Es muy importante estudiarla y difundirla. Es necesario implicarse en su divulgación.

    No me canso de decirlo, magníficos escritos en este tesoro de blog, (la joya de la corona de los blogs de Historia sevillistas sin duda alguna), que no hay que perderse por nada del mundo.

    Muchas gracias Enrique por deleitarnos con tu pedagogía.

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  2. Gracias D. Carlos, me alegro que le haya gustado, pero siento discrepar en eso de la joya de la corona. El suyo de Vd. es insuperable. Este tiene mucho que aprender de su casa. Un fuerte abrazo.

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  3. Pero Alá(12) es grande,tan grande que arremangándose la chilaba en el último suspiro, no ha mucho, colocó una esfera dentro de las entrañas de Ben-ivi que le dejó herido y en su legítimo y postrero lugar.


    Magnífico documento histórico

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  4. No sé si me equivocado de enlace o esto es "Caballo de Troya".

    La historia narrada por uno de sus protagonistas y un sabio escriba que nos la traduce al román paladino.

    Siga con esa pluma y escarbando en tierras vírgenes, seguro que hay una cueva llena de pergaminos que le está esperando.

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  5. Gracias D. Antonio. Creo que Vd. conoce bien a Al-Xaram, incluso le ha investigado. Le aseguro que sus estudios sobre la figura han sido imprescindibles para comprender el pergamino.

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  6. D. Cornelio,el escriba tiene poco de sabio y sí un algo de observador afortunado. La sabiduría le corresponde a Vd. Sí le digo que estando en el lugar adecuado en el momento adecuado surgen los tesoros, que hablan por sí solos.

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  7. Saludos.

    Magnífica epopeya, D. Enrique.

    Supongo que el manuscrito estará ya en manos de criptógrafos y arqueólogos porque el presente está hecho de pasado y es el caldo de cultivo del futuro.

    Curioso personaje éste que me recuerda a aquellos grandes pecadores que antes del fin llaman al confesor para saldar sus cuentas.

    Excelente, otra vez.

    Cuidaros.

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